Alain Borne (12 de enero de 1915; 21 de diciembre de 1962), poeta francés relativamente desconocido para los círculos literarios franceses.  Publicó más de dieciséis libros en vida, aunque la mayoría de su obra -otros treinta libros-, fueron publicados póstumamente, cuando se reconoció su trabajo poético. Los poemas aquí publicados fueron traducidos al español por Águeda García-Garrido.

MI CUERPO Y EL  TUYO

Voy a tratar de dormir
de olvidar al mismo tiempo
mi cuerpo y el tuyo.

Seré sin amarte
sólo las pocas horas
donde yo ya no esté.

Luego, en el alba de mi amor
se alzará el sol de tu cuerpo.

Hallaré la aventura
allí donde la haya dejado
y mi deseo se hará camino sobre tu cima.-

***

No podrás acallar
ni mi alma, ni mi sangre, ni mi voz.

Mis labios ya sólo pueden abrirse
para decir tu nombre
besar tu boca
convertirse en ti mientras te busca.

Y aun hablo de rosa
se trata de ti
o de pan o de miel
o de arena o de mí.

Estás al borde de cada una de mis palabras
tú las llenas, las quemas, las vacías.

En ellas estás
eres mi saliva y mi boca
y hasta mi silencio está erizado de ti.-

 

***

 

Desnudarte,
ir de nuevo hacia más luz y más quemadura
mientras me ciegas ya
y todo en mí se calcina.

Y no obstante,
es necesario que tras cien cabalgadas
las nubes de mi rayo
desciendan a la tierra.

Es necesario que me eche
a adorar tus rodillas
y a tocar la escandalosa tibieza
de ese nido de soles.-

***

Si tuviera que contar nuestra historia
diría que de amor en amor
he llegado a ti como se cruza un vado
hacia la orilla capital.

Todas mis aventuras
fueron esas tenues piedras bajo mis pies
en mi marcha hacia ti.

Para arrugarlos, has prendido en tu mano
todos los rostros de mi vida.

Antes que a todos ellos, prefiero ya
tus increíbles dedos
esa estrella colmada de una carne magistral
en el firmamento de mi mirada.

¡Oh tu mano,
primera isla del archipiélago de tu cuerpo!

¡Oh tu cuerpo,
que abraza mi cabeza
antes de arder todo entero!

Después de tantos vínculos de cenizas
al fin, el fuego.-

***

No me digas
que sólo eres un racimo de la vid
y que otra también
me quitará la sed.

Cierto es que tengo sed y hambre
pero sólo de ti
soy una especie de ti
ahuecado por tu ausencia
adonde has de venir.

Por eso, al fin yo seré y tú serás
seremos.
Seremos dos o uno, qué sé yo
seremos como es el rayo.-

Selección de textos por Gustavo Sánchez Zepeda.

 

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