Francisco Blandón
Estudiante universitario
La historia del internet en Guatemala es cuando menos curiosa. Antes de la década de los noventa la idea del universo digital como lo conocemos hoy en día era inimaginable. Estar conectado no era una cosa que cualquier diablo podía hacer. Contrario a como es hoy, hasta mi reloj se conecta sin mayor problema para darme reportes del clima, hacer traducciones y cálculos ¿Pero en los lejanos noventas?
Cuenta la leyenda que antes del año 1989 de Nuestro Señor, el acceso a la red (no se confunda con la popular estación de radio con el mismo nombre) era algo solo visto en las películas de ficción. Pero las cosas cambian muy rápido y en 1990 todo dio un giro de 180 grados cuando la Universidad del Valle de Guatemala (UVG) comenzó a mover su ingenio al buscar que Guatemala diera el salto a la era digital. Ellos querían conseguir una red nacional que conectara a cinco universidades a través del continente.
El proceso no fue fácil, como suele ser cuando se quiere cambiar el mundo. Lograron establecer no solo la primera URL con la terminación – gt. – sino que hicieron algo que solo se puede ver en los libros, esto es, terminaron con el monopolio que gobernaba las telecomunicaciones en la nación. Engels estaría orgulloso ¿No creen?
Leí mucho del tema deseando poder hacer un ensayo muy grande, pero aun así, entendí tanto sobre esas circunstancias, como sé de física fundamental: justo lo suficiente para ganar la clase, pero no demasiado como para decir que domino su contenido.
El cambio es una cosa que no se detiene ni espera a nadie. Un día aguardas tres meses por una carta, en los noventas tres minutos para conectarte al internet, hoy solo esperas tres segundos para que tu teléfono se conecte al “wifi”. El cambio podrá ser algo tan rápido como la luz y tan silencioso como la mirada de una madre enojada, pero tan pronto como te alcanza nada será lo mismo.
Muchos podremos no saber que “Guatel” planeaba ser el único distribuidor de internet en Guatemala, como tampoco podremos saber que gracias a un grupo de jóvenes que tan solo querían saber más es que hoy podemos conectarnos a la red de nuestras casas para entrar a Twitter y maltratar a los de Claro, porque su servicio es la tercera peor cosa que le ha pasado a la humanidad desde de la Segunda Guerra Mundial y el Coronavirus. De no ser por estas personas que tan solo querían decirle “hola” a sus compañeros de otras universidades, nada de lo que tenemos hoy sería igual.
No podré decirles “¡Gracias!”, pero puedo hacer algo relativamente mejor, aprovecharlo. Miles de millones tendrán acceso a internet, pero miles de millones no. Mientras hoy no podemos hacer gran cosa al respecto, es nuestro deber aprovechar esta herramienta, no solo en nombre de los que no pueden, sino en honor de aquellos que impulsaron el cambio y nos dieron ese aventón que nos tiene aquí hoy en día.