Hugo Gordillo

Escritor

      Europa pone el pie en el acelerador industrial para llegar a la meta de la primera globalización, internacionalizando el comercio, el capital y las migraciones. La ciencia celebra nuevos inventos y el desarrollo tecnológico produce máquinas más complejas. Los colorantes artificiales sustituyen a los naturales y Chevreul irrumpe con su irrefutable Ley de contraste simultáneo de los colores, que guía a los artistas. En París, la Academia decide cuáles obras de arte pueden ser exhibidas o no en su Salón. La descalificación es tanta, que abre un anexo para “los rechazados”. Un grupo de amigos crea la Sociedad Anónima de Pintores, Escultores y Grabadores.

      Lejos de la academia, los jurados y los premios, se lanzan a su primera exposición en 1874. Reafirman el incipiente mercado privado del arte, así como la figura del marchante y la galería. Impresión, sol naciente, de Monet, recibe la crítica burlona de Leroy (estoy impresionado, debe haber impresión ahí dentro. El papel tapiz sobre el que está el cuadro es más acabado que ese paisaje marino). Sin embargo, otros críticos pulen la piedra de la pedrada y llaman a estos pintores como impresionistas, que no plasman un paisaje, sino el instante que produce una sensación lumínica en el espectador. No solo la comida entra por los ojos. 

      Los artistas descartan la plasticidad y el dibujo para captar el momento fugaz al aire libre con pinceladas sueltas in situ. Nada para llevar a casa. Relegan el color negro porque, según ellos, no existe en la naturaleza. Crean “series” pintando lo mismo a diferentes horas. En cada cuadro cambia la luz y el color y, por ende, la apariencia de la realidad. Usan los colores en su estado puro, como quien bebe coñac… sin mezclar. A los que nacen para impresionistas, del cielo les cae la luz. Si no es suficiente, la Segunda Revolución Industrial les proporciona luz eléctrica, que los hace volver a la ciudad para pintar la vida nocturna de cafés, circos, teatros, tabernas y cabarés.

       De no haber sido llamados impresionistas, bien pueden ser llamados acuarianos, ya que el agua, el vapor, la niebla y las nubes son sus motivos preferidos, con una perspectiva atmosférica que prescinde de la línea. De los temas están excluidos la historia y la figura humana. Seurat, con la técnica del puntillismo lleva su Domingo de verano en el gran jate a la categoría de estudio de comprobación científica de la Ley de contraste simultáneo de los colores, de Chevreul. Un color cerca de su complementario resalta mientras el otro hace la sombra. De cerca, todo parece un boceto, pero, a distancia, se produce el fenómeno óptico de luminosidad y transparencia total. 

      Otro de los rechazados del Salón es el escultor Rodin, que lejos de la academia se hace famoso. Acepta encargos oficiales y es distinguido con cuatro órdenes de la Legión de Honor. Tras una exposición conjunta con Monet, Rodin, que convierte la luz en protagonista de su obra, es considerado Impresionista por la luminosidad y el sombreado de sus esculturas. Cambia el sentido del monumento público, sustituyendo el valor y la arrogancia de los héroes por sus frustraciones y sus miedos, como el miedo de Los Burgueses de Calais, que dan su vida para salvar una ciudad. La arquitectura ecléctica da el salto al rascacielos, desarrollado con nuevos metales como el zinc, que detiene la oxidación del hierro; y el acero que, mezclado con níquel, lo hace inoxidable. A dos décadas de la disolución de la sociedad de los impresionistas, el inglés Fray organiza la Exposición Postimpresionismo, para saber qué fue de ellos. 

      Gauguin, Monet, Matisse, ¡Van Gogh… ! Cada uno ha tomado su camino físico y pictórico. Si durante la etapa de impresionistas hay alguna semejanza, tienen disparidades bien marcadas como postimpresionistas.  El que no recupera la línea y el dibujo tiende a composiciones moduladas, poniéndole un esqueleto a sus obras con formas geométricas. El que no vuelve a los colores planos sin perspectiva atmosférica se entrega a la libertad compositiva donde lo que importa es el detalle, como las mejores estampas japonesas. La hoja interesa más que el bosque y la ola más que el océano. Algunos retoman la figura humana para decir: así es como yo lo veo, y lo pinto con el alma; así es como me veo, y pinto mi alma (cuando se trata de autorretratos como los de Van Gogh). 

      Gracias a la competencia de la fotografía, el postimpresionismo es altamente subjetivo y emotivo. Todo lo que se pinta refleja el estado anímico del autor. Estados anímicos tristes, histéricos, aterrados, como los estados anímicos de África, Asia y Oceanía, cuyo destino colonial lo deciden los imperios expansionistas europeos en la Conferencia de Berlín (1884-1885). Los grandes se asignan el derecho de ocupación para “civilizar y evangelizar” a sangre y fuego, pero, sobre todo, para saquear y explotar y seguir alimentando sus metrópolis de blancos avanzados. 

   Las colonias que no son administradas directamente por los aventureros están regidas por el protectorado y las cesiones. Estados Unidos, la excolonia inglesa, conquista el Oeste por medio de la guerra y el genocidio de indios previo a deshojar margaritas al sur. Encaramado tardíamente al carro imperialista, termina haciendo suya a América Latina en nombre de su democrática libertad.

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