Emilio Solano

Emilio Solano, (San Pedro, San Marcos, Guatemala, 2 de agosto de 1969). Poeta, escritor y abogado, publicó los poemarios Arena, Aves Cotidianas, Resumen del Entretiempo y, próximamente, presentará en Filgua 2020 su último libro, Búsqueda de la vida en las palabras. De esta obra estamos presentando los siguientes poemas.

Búsqueda de la vida en las palabras:
Les diré dónde y cómo me formé.
Alrededor de aquel manzano de silencio
en mi patio de ángeles y de cenizas
o en la calle de gradas interminables
y pasadizos que me mostraban cerros de carbón vegetal;
o allá entre pajonales que escondían nidos de sueños.

Si algo hubiese faltado,
al menos algo que no recuerdo
o si acaso lo recordara,
esto ya no sería búsqueda de la vida en las palabras
y todo se hubiera borrado sin dueño.

Cuánto daría hoy, por aquel trinchante lleno de pan y de chocolates.
El instinto animal es el que me ata a las palabras
y no termino de saber
qué fue de todo aquello que tuve “sin querer”
ni qué de lo mío no fue para mí.

XVI
A María Clara

Todavía te quedas viendo la vida.
Con tu manera abrupta de despertar,
las cosas que dices al abrir los ojos,
tus planes de hoy, las tareas por entregar.

Cada día trae su tarea y su entrega.
Pero te diviertes y todavía te quedas
viendo la vida,
eso que haces cuando lees,
cuando escuchas música.
Las frases que piensas y no dices,
porque a veces lo que piensas
no necesitas decirlo,
aunque pueda parecer importante,
porque nadie entendería.

Das los buenos días y miras
por la ventana:
anoche llovió y hoy las nubes
amanecieron tiradas en la calle
¿Ves lo que pasa cuando duermes?

El reloj sale corriendo,
tu muñeca preferida se queda
vestida y alborotada,
¿Ves lo que pasa cuando te vas?

Cuando crezcas, cuando cambies, cuando te rías,
cuando creas que a nadie le importas.
Cuando leas esto, y todavía te quedes viendo la vida.

XVII
A la poesía de Fernando Pessoa

Entre tantos que no fui,
sería como Pessoa
en el ruido, entre las hojas
que pone a secar el poeta.
Si una especie de cada ser que soy se asomara por la ventana, me acercaría perplejo sin saber quién de los que puedo ser, soy.

XVIII

Las calles de hace tiempo

Salgo a caminar por las calles de hace tiempo,
bajo el clima que solo hace cuando eres niño
pero no hay corral de cañas en dónde esconder la nostalgia,
ni aro, ni canicas, ni cicle, mis juegos favoritos
sobre esas calles empedradas,
mi corazón fue un balón que dominé bien.

Las vacas salen de los zaguanes
y las carrileras de piedra
a mitad de la calle guían mi camino.
Me cambio de mano el reloj de pulsera
y siento que avanzo un instante y sigo…
Respiro.

El aire que antes era más denso,
lo percibo más lleno de vida que de recuerdos.
Las gentes no han cambiado,
ni se arrugaron, ni tienen canas.
Saludo rápidamente como cuando
solíamos sentarnos en la acera
a la hora en que el sol arde en los ojos.
Hay una equis roja que añora cada muro derribado.
(Cuando era niño el muro de crecer estaba de por medio).
Paso por la calle de mi adolescencia
ahí están mis deseos,
como extensiones que acercaban
mis pasos a este momento.
Los recuerdos de la inclinación de la calle,
de la temperatura exacta
del color exacto del día
del olor a comida que salía de las ventanas
rumbo a la tarde inalcanzable.
Todo parece intacto.
Salgo del pueblo por el camino de tierra,
me veo de pie con mi cuaderno de notas,
así me despertaba la madrugada con pájaros
que chisporroteaban su canto de sirenitas arbóreas
tonalidades del día y telarañas sobre hilos secos del pinar
olor a zacate restregado en la piedra caliza
lisos casquitos de vacas que bajaban al río
con aliento cálido mañanero.

Las plantas beben el agua serenada
entre renacuajos ocultos bajo las hojas
en las orillas del riachuelo
ellos sí saben disfrutar de su vida cambiante y corta.

Veo algunas almas de perros envenenados

Las casas como canicas de colores regadas
en el valle no saben ocultarse de ventiscas.

Aprendí a distinguir el sitio exacto de árboles, pilas o edificios.

Me cae bien esta libertad de calles alfombradas de piedras.

Valle de la esmeralda: ¿por qué intento reinventarte en otro sitio?

Siento un gran respeto por este momento
que se enreda entre las ramas del árbol que me mira.

Selección de textos por Gustavo Sánchez Zepeda.

Artículo anteriorFESTIVAL DE POESÍA
Artículo siguienteLa cumbre del ángel