Yanira Gálvez Bolaños
Sobre la edición
La novela “El esplendor de la Pirámide” que le llevó a Mario Roberto Morales 21 días escribirla, obtuvo el Premio Latinoamericano EDUCA en 1985, hace 35 años; y la segunda edición, que es la que leí, es de 1995, este año cumple 25 años de su publicación; a lo mejor va siendo hora de tener una nueva edición de esta intensa novela.
En principio encuentro que la portada que ilustra esta edición es la obra “Santo rezando” un óleo del artista guatemalteco Aníbal López, quien además hizo el diseño y la diagramación, una sorpresa para mí.
En una de sus solapas, Rusticatio Ediciones resalta que éste fue el primer libro con el que inició su trabajo, y es interesante la comparación que hace el editor en cuanto a la labor editorial y su semejanza con el montaje en la plástica: “hay que identificarse con el texto y participar creativamente con él”, así que hay algo de Aníbal López en este libro de Mario Roberto.
¡Qué bonita piedrecita para darme un tropezón, carajo!
Así empieza el amor de la Pirámide por su actor, un guerrillero guatemalteco que llega a México para entrar en contacto con algunos personajes. Un amor sin mayores aspiraciones, que no busca poseerse uno al otro, y en esa honestidad se conocen así, francos, transparentes, sin prejuicios.
El suelo del apartamento de la Pirámide es su lugar recurrente; Willie Nelson “All of me” su música recurrente, y una cámara de video fija que capta en todo momento la historia que nos quieren narrar.
La historia, con vivas descripciones, es una película bien contada con planos generales, primeros planos, paneos y acercamientos que van captando gestos, colores, detalles, luces, sombras; porque resulta que el actor, también es el director de esta película o novela y su protagonista, la Pirámide.
La obra de momento no es un filme, pero quién sabe, los libros siguen su propia suerte, y a lo mejor a éste todavía le hace falta que llegue a las manos de un cineasta que dé vida a esa película; porque en total acuerdo con el autor: “todo esto es material inapreciable para construir una historia hermosa y prolongada”. Quizá fluya.
El libro cuenta a detalle los encuentros apasionados y amorosos de la Pirámide y su actor-director; encuentros que no son exclusivos, porque ella tiene otros amores. Es una constante introspección en la que los lectores despabilados irán descubriendo ese amor y la ternura que trasciende la piel.
Una novela intensa con sentimientos a flor de piel, escenas vívidas, extremas, descriptivas, llena de tantos recursos narrativos que nos lleva no sólo a ver, sino a vivir esta historia a través de los ojos del escritor.
La Pirámide
La protagonista es una hermosa mujer mexicana, serena y altiva, sin dobles sentidos, fuerte, esbelta, vertical, transparente: la Pirámide, apodada así por su actor, el guerrillero guatemalteco. Una mujer sencilla y compleja en su vida; una vida de la que ha tratado escapar, sin darse cuenta de que se hunde en otra, que no imaginó vivir, en la clandestinidad de una lucha que no era suya.
La Pirámide tiene vocación de poeta le gusta escribir, se deja llevar por la profundidad de sus sentimientos, esos que la vida le ha impregnado en la piel.
Una mujer que quiso salir “quería perderme para encontrarme, y al cabo, mira con lo que me hallé, con aquello para lo cual no salí al mundo porque lo desconocía: esa pasión de quererme a mí misma…”
La guerra en Guatemala
La historia se desarrolla en México, el autor la escribe en Costa Rica y retrata pasajes de la guerra en Guatemala en los años ochenta.
El actor en sus conversaciones con la Pirámide no profundiza sobre el tema de la guerra en su país, por no involucrarla, pero a ella la curiosidad la lleva a la lectura en secreto de los diarios del actor; así que la guerra y sus tentáculos también la alcanzan.
Los apuntes y recortes en el diario del actor hablan de los movimientos de las organizaciones revolucionarias, los encuentros, las confrontaciones, los abusos del poder; relatos sobre personajes civiles que fueron arrastrados y ultimados en la guerra que se vivía, lo cruel del conflicto.
El guerrillero chapín tiene esa lucidez para verse y retratarse: “A vos y a mí nos une la mismísima Conquista Pirámide, el capitalismo, que ha hecho de tu país un gran espejismo y del mío un fulgor alucinante de paisaje y de muerte. Nos une un continente, la condición jodida de buscar nuestro destino entre un montón de huesos (los huesos de los ancestros de Quetzalcóatl) … la búsqueda incesante de la tristeza serena del deber cumplido. Sí Pirámide, nos une la revolución a vos y a mi.”
Gracias Mario Roberto, yo en esta lectura encuentro y me quedo con un símil hermoso de la Pirámide y Guatemala: necesitan volver de todo aquello que habían dejado de lado, y volver, sí, “a tus valores viejos y eternos, el respeto, la amistad, la solidaridad, la lealtad, la alegría, el deber de ser feliz, la dicha de caminar derecho al margen de los pecados ajenos, todo eso que es su tesoro”.