Raúl Leiva (nació en Guatemala, el 24 de septiembre de 1916; murió en la Ciudad de México, en 1974). Es uno de los más destacados poetas de la Generación del Cuarenta. Corresponde a los miembros de esa Generación consumar el rompimiento con los modelos modernistas, tratar una temática comprometida, padecer la dictadura ubiquista, luchar contra ésta, contribuir a forjar la Revolución de octubre de 1944 y, a muchos de ellos, emigrar en 1954.
Leiva pulsa la cuerda lírica con pasión y con vigor, al tiempo que cultiva el ensayo crítico de hondo calado. En ambos géneros logra prestigio continental, ampliamente merecido por su obra, truncada por una prematura muerte acaecida en México, en diciembre de 1974, a los veinte años de exilio.
Palabra en el tiempo, de Raúl Leiva. Colección: Creación literaria. Editorial Universitaria, 25 de julio de 1975.

VIII Sueño de la muerte (1950)
RECORDAR tu imagen quiero
tal como estabas en mí:
qué voy a hacer yo sin ti
si al no verte desespero:
sin tu rostro verdadero
todo siéntolo enemigo:
sólo tu sombra, conmigo,
derrota a la soledad:
ser de infinita bondad,
tu muerte ha sido un castigo.

***
MIRÉ caer, gota a gota,
la vida desde tu frente
como afiebrada corriente
de una gota que nunca agota
del sueño y penar la nota.
Tu rostro sombreado estaba
por luz que transparentaba
agonía, amor, delirio:
que a la muerte se abrazaba.

***

POR tu ausencia estoy herido:
quise a la muerte ganar
y en su juego sin azar
por ti derroté al olvido
y no puedo ser vencido:
“quien me mira y quien me ve”
piensa si soy o seré
el mismo que fui al dejarte:

***

¡no: no puedo ya olvidarte:
entre la muerte te halle!
TIERRA dormida: muelle sensualismo; noria triste del día
y de la noche.
Llega septiembre quince y una dama interviene —pirotecnia verbal y vocinglera—
que a los hombres empuja a la batalla, a la cimentación
autonomista.
Mas el indio está ausente: el pueblo es una línea en el futuro,
dulce fruto en agraz, amanecido.
Danzan los criollos, los mestizos danzan, mas el indio está ausente,
en la orfandad de ideales y derechos; bestia de carga para
encomenderos.
En el cóctel de clases no había burguesía sino mezcla de ruin
aristocracia.
(terrateniente clérigos y ‘nobles’) y malinches soñando con
España.
Sin embargo fue un paso decisivo: ¡un hachazo de luz, una
fogata que estallaba en la noche colonial!

***

ESTÁS entre la sangre, desbordada,
nada podrá, querida, sustituirte:
mi soledad, al ya no compartirte,
siéntese ella también, ay, desterrada.

Persíguete mi sueño si asirte,
oh presencia absoluta, mi exiliada:
en la orfandad de tu ternura amada
mis sentidos afánanse en ceñirte.

De no mirarte el alma se ensombrece
y mi ser todo late conmovido,
sabiendo que a ti sola pertenece.

Defiéndeme, mujer: nunca el olvido
con sus olas invádame: amor crece
y derrámese en ti: vivo latido.

***

PORQUE con la palabra puedo crearte
y esculpirte en oleaje de sonidos
como a una estatua viva.

Porque, de pronto, de la noche surges
como un latido más, como un aroma:
voluptuosa memoria.

Porque tu música escondida, Amor,
rescátate de ilímites regiones
para aquí revelarte.

Porque, mujer, el aire te ha traído
—relámpago imantado, Poesía—
de fúlgidos Orientes…

***

Selección de textos. Roberto Cifuentes Escobar

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