Leon Battista Alberti
El italiano Leon Battista Alberti fue, además de arquitecto, el primer teórico del arte del renacimiento. Nació en Génova el 14 de febrero de 1404. Era hijo de Lorenzo Alberti, miembro de una rica familia de comerciantes y banqueros. Recibió una esmerada formación en la escuela de Barsizia (Padua) y en la Universidad de Bolonia. Estudió griego, matemáticas, ciencias físicas, filosofía, música, pintura y escultura.
Destaca más su actividad como teórico que como constructor, ya que proyectaba todos los elementos al detalle, pero nunca participaba en la construcción de sus edificios.
Otra de las facetas más importantes en Alberti son sus tratados teóricos, por los que hoy conocemos su pensamiento artístico. Los más relevantes son Della Pittura (1436) y De Re Aedificatoria (1453).
Tomado de https://www.arteespana.com/leonbattistaalberti.htm
La belleza es una cierta consonancia racional de todas las partes del objeto, de manera que nada pueda añadirse, ni quitarse, ni cambiarse sin que el resultado sea menos aceptable. Algo verdaderamente grande y divino esto que para su perfección re- quiere todas las fuerzas del arte y del ingenio, y que rarísima vez ocurre, incluso en la naturaleza, que se produzca algo que esté absolutamente acabado y perfecto en todas sus partes. ¿Cuántos bellos efebos hay en Atenas?, se preguntaba aquel interlocutor de Cicerón. Aquel entendido en belleza pensaba que en aquellos efebos que no le gustaban faltaba o les sobraba algo de lo que convenía a la norma de la belleza; a los cuales defectos (si no me equivoco) los ornamentos que hubieran podido añadirse habrían logrado que, acicalando y cubriendo lo que hubiera de feo y emperejilando y puliendo lo que era hermoso, lo desagradable ofendiera menos y lo agradable gustara más. Si esto parece razonable, el ornamento será, pues, como un resplandor subsidiario de la belleza y como su complemento. De lo cual me parece deducirse con claridad que la belleza, como una savia y algo innato, está toda difundida en el cuerpo hermoso; y que el ornamento, en cambio, sabe a algo afectado y compuesto más que a cosa natural.
(De re aedificatoria 1.6 c.2).