Fernando Urquizú1
Los retratos han constituido desde tiempos ancestrales una fuente para referir a los grandes personajes de la Historia, que reflejan directamente sus rostros con el fin que sean conocidos por el resto de la humanidad; por tanto, son realizados atendiendo su papel como fuentes de inspiración de cohesión social para sus semejantes. En este sentido la doctrina cristiana concibe la idea del hombre como reflejo directo de Dios como afirma la Biblia creado a su imagen y semejanza, razón que nos explica la figura directa de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén como un elemento que materializa la figura de Jesús camino al Calvario, bajo una interpretación que mueve un discurso iconográfico e iconológico para vencer las barreras idiomáticas o del manejo del lenguaje escrito por medio de su contemplación directa.
Una singular imagen de Jesús Nazareno
La escultura motivo de análisis originalmente cuenta el pasaje del Nuevo Testamento, según San Juan (XIX, 11, 19): “Tomaron, pues, a Jesús, que, llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario… lo que se expresa en la imagen de un hombre de estatura común cargando un pesado madero donde fue ejecutado. Estos elementos se hacen evidentes con atributos iconográficos que cuentan los VII Pasos de Jueves Santo: La Oración del Huerto, plasmado, en sudor de sangre que sale de la frente, El Prendimiento, que alude un cíngulo colocado al cuello de la imagen, Las injurias y bofetada de los fariseos, representada en una herida en el pómulo su rostro, El interrogatorio de Pilatos, implícito en la expresión serena de su mirada que responde a las preguntas que cualquier persona puede hacerle, La burla del rey Herodes, cuando se le coloca en forma alegórica un manto blanco, Las torturas en la casa de Pilatos, representado en la portación de una corona de espinas, Jesús carga su cruz al calvario, evidente la portación de un madero. Estos detalles fueron afinados en el proceso de la Contrarreforma en el Concilio de Trento 1563, cuando se legisló la didáctica del Evangelio, que implicó el uso del color morado como símbolo de la penitencia y la presencia de parras de uvas y espigas en la cruz de Jesús que alude a su presencia en el vino y el pan por medio de la ceremonia de transustanciación de estos elementos en la misa que se convierten como parte de su ritual en la sangre y el cuerpo de Cristo. Este discurso es dirigido a los fieles por las voces de sacerdotes especializados en la retórica cristiana, que en el caso de la imagen referida cuenta con un gran conductor de este tipo de mensajes místicos y míticos, a través de la voz de monseñor Marco Aurelio González Iriarte, quien hace vivir al pueblo la Pasión de Cristo dando voz a Jesús a Jesús Nazareno del Beaterio de Belén, aún en el Año del Señor 2020.La escultura de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén data de mediados del siglo XVIII en el apogeo del barroco y sus ceremonias que podemos deducir fácilmente del tamaño de la imagen propia para su utilización didáctica en autos sacramentales de la Pasión de Cristo. El uso de la devoción popular implicaba la confección de retratos a mano alzada porque es una devoción propia de los días viernes, Cuaresma y Semana Santa, no siendo una escultura propia para completar un retablo o decorativa alterna. El correcto entendimiento de esta función social de la escultura puede explicar la presencia de los retratos, que de esta escultura no hemos localizado todavía, razón que abre la posibilidad que puedan aparecer conforme vallamos avanzando en el proceso de investigación de datos en los diferentes archivos de relacionados dentro y fuera de la actual República de Guatemala.
El cambio de ambiente el culto y la pervivencia de la escultura
En 1773 la ciudad de Santiago fue afectada por una serie de sismos que determinaron su traslado a otro valle, donde continuó sus funciones administrativas como capital del Reino de Guatemala desde el 2 de enero de 1776 cambiando posteriormente su nombre a Nueva Guatemala de la Asunción, donde se asignó un solar a la rama femenina de la orden de religiosas de Belén, construyéndose un nuevo convento e iglesia a donde fue trasladada la escultura de Jesús Nazareno para continuar su función didáctica religiosa para la que fue elaborada la imagen. La construcción de la ciudad se hizo bajo la influencia del pensamiento racionalista francés que se reflejó en aspectos importantes para el tema que ahora nos ocupa en la emisión de leyes que prohibieron las practicas directas de la penitencia que se expresaba en mortificaciones corporales que fueron totalmente prohibidas en las manifestaciones públicas de fe desde 1797. Las imágenes dramáticas como la que ahora referimos debió de haber tenido un cambio sustancial en su devoción, como la expresada en la preocupación de la madre Encarnación Rosal cuando asume las visiones de Jesús, el Jueves Santo 9 de abril de 1857, cuando lo figura sufriendo pero no con profusión de maltrato físico o sangrante en su rostro, sino asociado a la devoción del Sagrado Corazón, el que fue traspasado por 10 dardos crueles de dolor infringido por el avance del conocimiento empírico.
En el análisis de las contemplaciones místicas de la madre Encarnación Rosal y los cambios evidentes en la imagen de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén debemos tomar en cuenta que su meditación está relacionada con un altar de Monumento a Jesús Sacramentado por encima de los que se hacían en las iglesias con esculturas de los VII Pasos de Jueves Santo, que nos debela los cambios de culto de ascendencia hispánica a los de orden racionalista francés donde la meditación y elevación del espíritu sustituía ya había relevado considerablemente los ejercicios de mortificación corporal, que daban mayor preponderancia al acercamiento a Jesús Sacramentado en una expresión menos figurativa material.
La crisis del uso de las imágenes religiosas en Guatemala fue agravada con el ascenso al poder político del primer gobierno liberal en 1871, que prohibió las manifestaciones externas de fe, que afectó más profundamente el imaginario católico, que fue reorganizado bajo nuevos parámetros de comportamiento durante el papado de León XIII, que permitió posteriormente la reproducción mecánica de las imágenes con fines de expansión del Evangelio. Jesús Nazareno del Beaterio de Belén permaneció entonces resguardado en un retablo mientras cambiaba el mundo material del sistema de vida monárquico que extendió sus formas de expresión política hasta muy entrado el siglo XX, transformando el papel de la Iglesia Católica desde principios de este siglo a mediadora entre los distintos grupos sociales en el nuevo Estado Burgués Liberal.
Los retratos de Jesús del Beaterio en siglo XX
El 19 de febrero de 1895 fue nombrado rector del templo de las Beatas de Belén, Monseñor J. Luis Montenegro y Flores, quien reorganizó las instituciones religiosas para proyectarlo de nuevo a la comunidad procediendo a levantar el primer inventario de bienes a su cargo existentes en el edificio que pronto fue reabierto a los fieles, siendo registrado como uno de los más interesantes de la ciudad en una fotografía del Libro Azul de Guatemala, publicado en Nueva Orleans en 1915.Este nuevo recurso de la ciencia pronto extendió su uso a la expansión de la devoción a Jesús Nazareno del Beaterio de Belén presente en un retrato de busto tomado poco tiempo después de su primera procesión en las calles de su barrio el Miércoles Santo 6 de abril de 1907, según dato localizado originalmente por el investigador Douglas Aníbal Ruiz, que coincidió con una inscripción en una pieza de metal colocada en el hombro izquierdo de la escultura para instalar una cruz y darle este uso. Esta pieza de hierro fue registrada por el investigador y restaurador Luis Manuel Muñoz, coincidencias que explican su paso a figura de culto de la Semana Santa tradicional en el Centro Histórico de la Nueva Guatemala de la Asunción en el siglo XX. La concatenación de estos datos unida al proceso de investigación llevada a cabo por otros especialistas en Historia del Arte de Guatemala, llevó a la creación de un primer dibujo que trató de reconstruir, de manera hipotética esta primera procesión. El dibujo original fue realizado por el artista Giovanni García. En la elaboración del mismo tomó además como punto de referencia un primer retrato de busto de fotografía cuya persona que hizo la toma original todavía no ha sido ubicada pero que también sirvió de base para un tiraje de fotoimpreso con el fin de que la imagen original fuera entronizada en los hogares y negocios del barrio y la ciudad dando un salto cualitativo en la relación con las devociones citadinas. En este contexto un nuevo paso en el registro de imágenes de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén se presenta en la publicación Semana Santa Tradicional de Guatemala del investigador Luis Luján Muñoz, que en la página 273 presenta un primer retrato de fotografía a colores de esta escultura que no identificada correctamente dando el crédito de la toma a Luis E. Movil. Sin embargo, es un primer registro académico con esta técnica de gran alcance intelectual que lo ubica con una imagen propia hacia 1982 como figura protagónica de la Semana Santa tradicional de la capital. En 1984 el uso de las imágenes de las procesiones de Pasión alcanzaron un nuevo derrotero con la ampliación de llamado sentido turístico cultural debiéndose hacer libros pequeños que explicaran las principales procesiones y esculturas citadinas bajo el patrocinio del Instituto Guatemalteco de Turismo para dar cuerpo académico a una nueva interpretación de la utilidad práctica capitalista de estas manifestaciones de fe.
El entendimiento de esta circunstancia nos explica la composición de la reseña histórica de las imágenes procesionales de la ciudad de Guatemala, publicada bajo los auspicios de la institución del Estado encargada oficialmente del manejo del turismo y en esta breve síntesis historiográfica fue incluida en su página 22 una fotografía de la escultura de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén más una descripción formal de su ya tradicional procesión de Martes Santo en la página 7 donde se le registro además el sobrenombre de “Jesús de la Indulgencia” evidencias que nos permiten inferir un uso de la escultura original más un retrato de fotografía con objetivos turísticos de los retratos de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén, consolidando su figura en el imaginario de la Semana Santa tradicional de la capital.
Los retratos de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén en la interpretación del artista Luis Alberto de León
Un retrato de dibujo muy interesante del rostro de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén fue realizado antes de 1992 por el artista Luis Alberto de León como parte de una colección de las imágenes más veneradas de la Pasión de Cristo en Guatemala, que ilustraron un discurso con referencias generales acerca de las mismas compuesto por el investigador Gerardo Ramírez, que inició una colección que tituló: Días de Muerte y Gloria, dicha publicación actualizó en su momento los datos que se tenían acerca de las esculturas que citó entre las cuales incluyó a Jesús Nazareno del Beaterio de Belén. Los retratos del maestro de León fueron una novedad en la medida que trajo a una nueva dimensión el dibujo a mano alzada de alta calidad que podía ser reproducido de manera muy económica a gran escala en diferentes tamaños. Esta serie fue recreada de nuevo por dicho artista para dejar claro el sentido académico original de la misma por encima del comercial con el cual en artista en mención no tuvo ninguna relación. La reorientación del culto a Jesús Nazareno del Beaterio de Belén tuvo un giro extraordinario con la llegada de monseñor Marco Aurelio González Iriarte en 2002 iniciando un proceso de rescate del patrimonio tangible e intangible de la comunidad a la que sirve este templo. En este contexto de renovación del culto a Jesús de la Indulgencia destacan dos nuevos dibujos que reinterpretan su imagen con carácter propio con el estilo místico, que les da alma y vida, que solo puede ser logrado por los grandes artistas tradicionales de Guatemala donde destaca de nuevo la maestría de Luis Alberto de León en al año 2011 y 2012. Los nuevos retratos de Jesús del Beaterio volvieron al mundo de la imprenta apoyados con tecnología digital.
La academia y los nuevos retratos de Jesús Nazareno del Beaterio de Belén
El trabajo a más de diez años de dirigir la comunidad Beatas de Belén al año 2012 de monseñor Marco Aurelio González Iriarte, le permitió el acercamiento con una nueva generación de entusiastas jóvenes devotos de dicha imagen donde destaca el investigador Erick Espinoza Folgar, quien lo apoyó para llevar a cabo un proceso de restauración de la escultura en el cual recuperó totalmente su espíritu original, Este proceso fue reforzado con la composición de un discurso historiográfico que contribuyó al esclarecimiento de su papel protagónico en la Semana Santa tradicional de la ciudad de Guatemala, que se refleja en el retrato de aparato captado por José Carlos Flores que cubre la portada de la publicación de una primera monografía publicada en el año 2015 coordinada por el investigador Fernando Urquizú. En este contexto de investigación científica el proceso de restauración determinó un detallado registro fotográfico del proceso realizado por el investigador y restaurador Luis Manuel Muñoz.