Lily Caravantes
Es la construcción colectiva entre mujeres de una apuesta teórica para entender “la racialización” y sus implicaciones en las mujeres ladinas mestizas y su aspiración a la “blanquitud”, como deseo supremo de la sociedad guatemalteca, producto de las justificaciones históricas para denominar superiores o inferiores a los pueblos y someterlos. Cuerpo y cercanía emocional interpelan los mandatos patriarcales racistas y hetero nombrados interiorizados, en las relaciones desde las más íntimas hasta las más públicas. … “Su deseo hacia mí, me blanqueaba por así decirlo. Hacía que yo interiorizara aún más, mi color de piel y mi blanquitud.” ¿Cómo el erotismo y el deseo están tan influidos por la aspiración a la blancura, si es a través del dominio de la sexualidad que se ha normalizado el poder? Así, el sistema patriarcal, que obliga a controlar deseos, es el mismo que los racializa.
Desde la nosotridad se renuncia al privilegio del mestizaje, para sincerar las relaciones entre mujeres y las propuestas políticas, a fin de sanar los dolores y opresiones. Nombrarse ladina-mestiza es reconocer, lo ladino como la reproducción del racismo y, el mestizaje, la negación, clave para transformar el tejido social en la vida cotidiana. Somos producto de la construcción social organizada desde los Estados, los espacios religiosos y las formas de producción. Desde una mirada antropológica, pasamos de lo público a la experiencia subjetiva y relacional, para dimensionar la presencia del cuerpo en el espacio social. La investigación aporta a los trabajos antropológicos de las identidades étnicas y los mestizajes en Guatemala como ladinas, e incorpora las grandes líneas de su significación como configuración social y política, para crear la ruptura en la construcción de subjetividades atravesadas por las diferencias de clase, etnia, género y sexualidades.
El método autoetnográfico usado, observa prácticas interiorizadas e identifica la tensión entre la construcción del sentido individual y la negociación o ruptura con los contenidos del sentido colectivo. La ruptura con la discriminación y el reencuentro con nuestras raíces, hilvanan un discurso acerca de la internalización de los mandatos racistas y las estrategias que reprimen el cuerpo y la sexualidad, y cómo se articula en los mismos cuerpos ladino-mestizos y en las mismas sexualidades, sin percibir que en estos se gestaban proyectos políticos coloniales que ocultaron nuestros mestizajes y por lo tanto la dimensión racializada de nuestras sexualidades.
En la propuesta permanece la convicción de estar investigando sobre la experiencia vivida como ladinas mestizas y feministas, para vernos y cuestionarnos, y tener calidad ética que cuestione a otros grupos. No queremos seguir viendo a través del ojo de la blancura sin reconocer lo que se es, sin negar lo ladino. Aspiramos pasar de identidades ficticias a conciencias políticas y orígenes comunes entrelazables, que sirvan para encontrar nuevas formas de abordar la realidad compleja. Postula una identidad política ladina-mestiza como una conciencia de ruptura con la historia heredada y con la cual necesitamos romper para generar acción política fuera del sistema.
Si lo ladino fue creado como identidad política para la acción del Estado cafetalero con los privilegios de la ciudadanía guatemalteca, ¿por qué no desestabilizar esa estructura profunda de la colonialidad a partir de una conciencia política que nombre sus contradicciones para causarle grietas?
Este y otros títulos al teléfono: 2334-1635, del FCE Guatemala.