Daniel Alarcón Osorio
Pionero en Guatemala en fundar Clubes de Lectores y realizar Encuentros de Lectores en estadios, gimnasios, museos, escuelas. Poeta. Narrador. Profesor universitario
La poesía como hecho creativo es un acto de comunicación cuya materia prima es el lenguaje. Lenguaje que dice y sitúa las fronteras del mundo y la realidad en las voces, visiones, percepciones, cosmovisiones y persovisiones a través de las propuestas estéticas de los creadores. Es desde el lenguaje donde se percibe, recibe y aprecian los sentidos y significados.
En la poesía, los sentidos y significados conllevan un contenido psíquico en tres aspectos determinantes: conceptual, afectivo, sensorial.
En voz de los que saben: la pasión ilumina, igual que la serenidad (Aragón, 1996). O: El poema gana si adivinamos que es la manifestación de un anhelo, no la historia de un hecho (Borges, 1975).
De esa cuenta, la poesía es la pregunta permanente de todo lo que rodea al ser humano, sin importar época, raza, sexo, religión, edad, país, momento determinado. El ser humano acude y se acerca a la poesía como el pariente o amigo más inmediato y cercano a sus propias emociones, sentimientos, pensamientos, deseos, necesidades, experiencias, pues es desde allí donde se intenta o busca de diversas formas dejar de ser testigo inmóvil de lo que ocurre en su entorno. O, es lo que pretende cambie desde sí mismo, al fundar resiliencia.
A la poesía, se llega, como a la música, a través de sentirla, saborearla y degustar sus versos. Así es como se aprende a imaginar recordando. Las paredes, los muros, grafitis, el papel y otros soportes son y pueden ser testigos de la creación humana como expresión poética. Siempre lo serán.
La poesía es la cualidad y condición espiritual y humana de producir emoción estética. Emoción estética, a veces ideal o afectiva que trasciende lo real e intelectual al imprimir en el espíritu del que lee y del que escucha, situaciones emotivas, incluso placer o dolor.
La lírica arraiga en la revelación y en la profundización del propio yo, en la imposición del ritmo, de la tonalidad, de las dimensiones, de ese mismo yo, a toda la realidad (De Aguiar e Silva, 1986).
Al hacerlo así, busca al otro que es su auténtico yo, el cual se convierte en compañero de viaje a partir de la bicicleta de los ojos y los componentes del proceso de comprensión intervienen de forma granítica: el lector y su relación con el autor, el contexto y el texto.
Poesía viene de creación, invención. Pero no es inspiración como se cree y se escucha decir con frecuencia; y que, todavía, lamentablemente, se enseña, tal cual pedagogía de la memorización.
Poema es la composición literaria de carácter poético, en general, escrita en verso o en prosa. Con mayor frecuencia, se aplica este término a la designación de los ejemplos líricos, de los cuales existe una gran variedad y puntos de vista acerca del mundo y de los problemas humanos universales (Beristáin, 1985).
La noción de género lírico nació en Grecia, mediante la Poética de Aristóteles. Hecho científico y literario que los profesores y coordinadores de clubes de poesía, tienen que haber leído y, por lo tanto, obligación de saber.
El poema en verso se rige por los principios del ritmo y el metro (métrica). Mientras, el poema en prosa hace uso de la combinación de frases u oraciones cuyos ritmos son variados. En ambos casos, poema en verso o libre o en prosa, deben ser revisados y analizados por quien los genera y produce de manera honesta. No se debe forzar ni aceptar la elaboración de poemas con rima como única posibilidad.
Es decir, poesía es creación, desde cuyo momento histórico determinado, cada autor o autora, es influido poderosamente en su visión del mundo y de la realidad y es cada lector (lo mismo hace el que escribe) con su propia experiencia de lectura disciplinada, personal, subjetiva y transubjetiva quien objetiviza el contenido expresado en el poema que lee, lo cual constituye hecho fundamental de conocer por cada profesor y coordinador de clubes de poesía.
En la poesía, el yo del escritor o escritora, les habla al nosotros, cuestionándole, mostrándole y esperando interactúe desde su propio contexto y lo modifique. Es decir, lo reta y lo enfrenta consigo mismo y su cotidianeidad.
El intérprete literario (lector/lectora), aunque procure ser lo más objetivo posible, nunca podrá prescindir de su individualidad, ni de su época, ni de su nacionalidad (Kayser, 1985).
Dependerá del estudio, formación, lecturas serias, responsables y conscientes, de quien escribe como de quien provoque aprendizaje (profesores, coordinadores), incluso como parte de las preguntas que lo cotidiano hace y convoca en la vida y lo humano, lo que hará la diferencia, en la creación y en las mismas lecturas que se realicen.
La poesía exige ser sentida y degustada a través de la lectura en voz alta -sin declamarla, la declamación es otra cosa-, luego con la vista y socializada y compartida, para que el respeto y la tolerancia hagan fronteras de aprendizaje y crecimiento.
El diálogo y la socialización que genera y convoca la poesía (la literatura literaria, también), desde el compartir y la lectura periódica y constante, incide en el fortalecimiento de la memoria de corto, mediano y largo plazo, además de fortalecer el placer y el gusto de la lectura misma, despertando el interés por escribir, no debe ser olvidado dentro de las prácticas culturales y educativas y en las instituciones.
Seducir con la lectura y persuadir con la práctica hace que los estudiantes o lectores de un club, desde el mismo ejemplo se abran de forma natural a la poesía u otros géneros junto a sus propias intuiciones y sentimientos. Apertura que permite desencadenar participación activa y respetuosa donde el profesor o coordinador, puede disponer de elementos que profundicen el diálogo hacia aspectos relevantes del poema y de la literatura y de la vida y lo humano.
La lectura oral busca y persigue como medio que la sensibilidad establezca un puente, vía los registros particulares de la poesía. Eso sí: sin forzar la lectura o caer en el “error pedagógico” de declamar o hacer oratoria, como se escucha en los denominados recitales de poesía, donde también los asistentes le aplauden a todo como reality show tipo acto estudiantil ante la falta de conocimiento y de la prudente y certera dirección de los organizadores.
La poesía se aprende a captarla oyéndola y disfrutar de la sonoridad del verso libre, rimado o en prosa poética. Así el contenido o propuestas poéticas hacen camino. La lectura, expande la capacidad cognitiva al generar adscripción del objeto literario, estableciendo un puente conceptual, afectivo, sensorial, que provoca o intenta profundizar la actitud, conducta y mentalidad que la vida y lo humano necesitan de forma permanente como reinvención cotidiana. Eso funda la poesía.
La voz del coordinador o profesor, pueden hacer que la musicalidad, el ritmo, el contraste de ideas, frases, genere curiosidad por experimentar y renovar expresiones propias al darse cuenta de cómo está hecho el poema que se está leyendo para no imitar sino buscar la propia voz al momento de la escritura.
Los profesores o coordinadores de clubes de poesía tienen que saber desarrollar las capacidades e incluso habilidades y estar al tanto sobre las diferencias de las formas de la escritura de la poesía: verso rimado, verso, libre, prosa poética, vía el descubrimiento de autores y escuelas. Cada época tiene su forma particular de hacer poesía. Despertar interés serio y disciplinado sobre la poesía debe ser la constante.
Es el contagio con regularidad desde el cual se puede fomentar el gusto y placer por el género lírico, pero claramente desde el sentir, al acercar la poesía, lo cotidiano, sus secuelas, las esperanzas, el amor, la justicia, la libertad, y todo lo que la humanidad anhela, sin caer o llegar a considerar que el uso de “figuras retóricas”, o porque se ha leído dos o tres poemas o libros de un autor, es lo que hace elaborar poemas.
Recuperar la experiencia de la lectura a través de la poesía, atraviesa la dichosa y necesaria relación de la percepción y fortalece la abstracción y el pensamiento crítico como medio y no como fin.
Desde tiempos inmemoriales, la poesía se acerca a la sensibilidad, intelecto y afectividad de los lectores, ya que la poesía por el atractivo que suscita crea la ilusión o la imagen de la realidad a través de buscar la transformación de los contextos cotidianos con libertad y responsabilidad humana. Sin embargo, se encuentran muchas publicaciones donde refieren que el autor, “nació” poeta. El poeta se hace, no nace.
Incluso se realizan presentaciones, con el acompañamiento de otras especialidades (música, declamación), las cuales resultan más poéticas que los mismos libros o antologías que se presentan como una nueva forma de “creación colectiva”, y que son puro comercio nada más.
Lamentable es en diversas publicaciones o recitales, darse cuenta de que existen poemas que no tienen poesía, aunque formalmente estén escritos en verso o en prosa. Muchos versos tienen “actitud o sentimientos”, pero su contenido es pura banalidad o pose, lo que evidencia escasez de lecturas.
Referencias
Aragón, L. C. (1996). El río. Novelas de caballería. México: FCE.
Beristáin, H. (1985). Diccionario de Retórica y Poética. México: Porrúa.
Borges, J. L. (1975). El libro de arena. Buenos Aires: Emecé Editores.
De Aguiar e Silva, V. M. (1986). Teoría de la literatura. Madrid: Gredos.
Kayser, W. (1985). Interpretación y análisis de la obra literaria. Madrid: Gredos.
Presentación
Explorar la naturaleza y el significado de la poesía constituye el tema central del texto compartido por el profesor Daniel Alarcón Osorio. Para ello, echa mano no solo del examen bibliográfico en busca de conceptos orientadores capaces de clarificar su intuición, sino también de su experiencia como docente, escritor y tallerista de creación literaria.
Alarcón, al tiempo que establece sus propios criterios del arte poético, no de manera arbitraria, sino justificando sus asertos, descubre por la vía negativa lo que no es la poesía. De esa manera, la propuesta del intelectual va más allá del esfuerzo sistemático con que establece su teoría, al presentar contemporáneamente una crítica que bien puede ser una deconstrucción de carácter pedagógica.
El texto siguiente, por ejemplo, es una evidencia del discurso del autor:
“La lectura oral busca y persigue como medio que la sensibilidad establezca un puente, vía los registros particulares de la poesía. Eso sí: sin forzar la lectura o caer en el ‘error pedagógico’ de declamar o hacer oratoria, como se escucha en los denominados recitales de poesía, donde también los asistentes le aplauden a todo como reality show tipo acto estudiantil ante la falta de conocimiento y de la prudente y certera dirección de los organizadores”.
En otro tema, Jorge Carro, nos ofrece con su artículo, “Una piedra en el zapato”, el llamado de atención para una vida auténtica. Su reflexión, llena de sensibilidad humanística, nos sitúa en el horizonte de la “vita brevis”, no en el sentido capitalista de los tiempos actuales en el que la prisa es la moneda de cambio cultural, sino desde la perspectiva horaciana del “carpe diem” y el imperativo del “memento mori”.
A continuación, la observación concluyente del texto:
“Quitar aquello que nos sobra o nos incomoda puede suponer un extraordinario placer y una acción que genere un cambio significativo, ya que el placer es un mecanismo que se activa por el mero hecho de liberarnos. Como lo señaló William James, el filósofo estadounidense del siglo XIX, precursor de la psicología y pragmático convencido:
‘ser sabio es el arte de saber qué pasar por alto’.
Parece lógico, pero para ello es necesario andar ligeros, sin piedras en los zapatos de nuestras ideas…”.
Esperamos que el Suplemento sea de su agrado. Si es así, compártalo. Que el mundo sepa el espíritu exquisito de su naturaleza y el refinamiento obtenido por las buenas lecturas. Hasta la próxima.