Lawrence Ferlinghetti (Nueva York, 24 de marzo de 1919) es un poeta estadounidense que pertenece a la generación beat, es el único poeta de este movimiento que vive en el siglo XXI. Les presentamos cuatro poemas de Ferlinghetti, los primeros tres traducidos por Arturo Dávila y el último por Laura Di Verso.

Al sur de la frontera
Gringos y gringas en sillas de playa
sorben sus margaritas
y escuchan a los mariachis
de sordos guitarrones
Y sin oír nunca jamás
los tambores lejanos de los desposeídos
donde las promesas hechas en plazas
son traicionadas en el trasfondo del país

[Oh tú recolector]
Oh tú recolector
de las cenizas de fuego de la poesía
cenizas de la llama demasiado blanca
de la poesía
Considera a los que se han quemado antes que tú
en ese fuego tan blanco
Crisol de Keats y Campana
Bruno y Safo
Rimbaud y Poe y Corso
Y Shelley ardiendo en la playa
en Viarreggio
Y ahora en la noche
en la conflagración general
la luz blanca
todavía consumiéndonos
pequeños payasos
con nuestros cirios pequeños
sosteniendo la llama

La luz cambiante
La luz cambiante en San Francisco
no es nada de tu luz de la Costa Este
nada de tu
luz perlada de París
La luz de San Francisco
es una luz de mar
es una luz de isla
Y la luz de la niebla
cubriendo las colinas
se desplaza en la noche
a través del Golden Gate
para recostarse sobre la ciudad al amanecer
Y luego las lentas mañanas serenas
después de que la niebla se quema y el
sol pinta casas blancas
con la luz del mar de Grecia
con finas sombras limpias
haciendo que la ciudad parezca como
si la acabaran de pintar
Pero el viento sube a las cuatro en punto
barriendo las colinas
Y luego el velo de luz temprano por la tarde
Y luego otro lienzo
cuando la nueva niebla de la noche
entra flotando
Y en ese velo de luz
la ciudad navega
sin anclas sobre el océano

A medida que envejezco

A medida que envejezco
percibo que la vida
tiene la cola en la boca
y otros poetas y otros pintores
ya no encarnan para mí
ningún tipo de competencia
El cielo es el desafío
el cielo
que aún debe ser descifrado
ese alto cielo

ante el que caen agobiados
los astrónomos
con sus grandes orejas electrónicas
ese cielo
que nos susurra constante
los secretos finales del universo
el mismo que respira
hacia adentro hacia afuera
como si fuera el interior de una boca
del cosmos
el mismo cielo
que es el borde de la tierra
y del mar también
el cielo
de voces múltiples y ningún dios
rodeando un océano de sonido
que devuelve ecos
como las olas
que estallan en el murallón
Poemas enteros
diccionarios completos
enrollándose
en la explosión de un trueno
Cada atardecer un cuadro instantáneo
cada nube un libro de sombras
a través de las que vuelan salvajes
las vocales de los pájaros
que llorarán repentinamente
Ese firmamento para el pescador
está despejado
a pesar de las nubes oscuras
Él lo observa
lo estima por lo que es:
el espejo del mar
a punto de precipitarse sobre él
en su bote de madera
al filo del horizonte oscuro
Nosotros lo imaginamos como un poeta
siempre cara a cara con la vieja realidad
donde los pájaros nunca vuelan
antes de la tormenta
No lo dudes
él sabe lo que caerá desde las alturas

antes de que amanezca

él es su propio vigía
en su embarcación
atento al sonido del universo
dando cuenta de las visiones
de la tierra de lo viviente
con su voz poderosa

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