Por JILL LAWLESS
LONDRES
Agencia (AP)
La relación entre la familia real británica y los medios de comunicación es incómoda, desconfiada y, al parecer, ineludible. Pero ahora Meghan y Enrique quieren retirarse.
Tras años de tensiones crecientes con la prensa, el duque y la duquesa de Sussex anunciaron sus planes de renunciar a sus deberes reales, pasar parte de su tiempo en Norteamérica, buscar su independencia financiera y retirarse de la consabida inquisición de los medios.
En un desafío para la prensa, la pareja dio un portazo a los arreglos de toda la vida en el país para la cobertura mediática de la familia real, al decir que prefería comunicarse directamente con el público a través de redes sociales.
La prensa británica, herida por el desaire, reaccionó ayer con artículos, columnas y editoriales que oscilaban entre la decepción y la ira.
El Daily Mirror dijo en un editorial que el hecho de que la pareja no le haya informado a la reina Isabel II sobre sus planes «muestra una impactante indiferencia hacia una mujer cuya vida entera ha sido guiada por un sentido del deber público y el honor». El Times of London acusó a Enrique de «petulancia y exaltación», mientras que el Daily Mail dijo que la pareja quería «el estatus de miembros ‘senior’ de la realeza, pero la privacidad y libertad de ciudadanos privados».
El Sun y el New York Post describieron la partida como «Megxit», un juego de palabras entre Megan y Brexit, la inminente salida de Gran Bretaña este mes de la Unión Europea.
El impactante anuncio de Enrique y Meghan generó comparaciones con la abdicación del tío de la reina, el rey Eduardo VIII, que renunció al trono en 1936 para poder casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson. Una vez más, señalaron los comentaristas irritados, una mujer americana ha causado una pelea en la familia real.
Pero la relación entre la realeza y la prensa ha cambiado drásticamente en las últimas décadas. Antes de la abdicación, el romance entre Eduardo y Simpson encabezó titulares en Estados Unidos pero fue poco reportado por una deferente prensa británica.
El trauma de la Segunda Guerra Mundial y la revolución social de los años 60 acabaron con esa tradición de respeto a la realeza y el establishment.
Por décadas, la prensa británica ha proclamado su veneración por la reina mientras enfila sus cañones sobre las penurias de su familia, desde los divorcios de tres de sus cuatro hijos hasta la inquietante amistad de su segundo hijo, el príncipe Andrés, con el difunto agresor sexual Jeffrey Epstein.
Luego que el príncipe Carlos se casó con Lady Diana Spencer en 1981, los medios reportaron cada giro en el matrimonio: los nacimientos de sus hijos Guillermo y Enrique, el glamour de Diana y su trabajo humanitario, el lento derrumbe público de la relación.
Tanto Carlos como Diana usaron la prensa como un arma mientras su matrimonio se desmoronaba, dando entrevistas en la TV para presentarse bajo una luz compasiva. Pero Diana una superestrella global perseguida por paparazzi dondequiera que iba nunca tuvo control total de la atención mediática. Murió en un accidente automovilístico en París en 1997 mientras era asediada por fotógrafos.
Tras el traumático deceso de Diana, el palacio y la prensa alcanzaron una tregua incómoda. La prensa británica dejó a Guillermo y Enrique tranquilos a cambio de entrevistas cuidadosamente montadas y oportunidades de fotos mientras crecían. La práctica continuó con los tres hijos de Guillermo y su esposa Kate.
Enrique, sin embargo, todavía culpa a la prensa por la muerte de su madre, y desde que conoció a su esposa la exactriz Meghan Markle ha estado menos dispuesto a seguir el juego.
En el 2017, el príncipe acusó a los medios de comunicación de dirigir «una ola de abuso y acoso» contra Meghan, que es birracial, incluyendo «mensajes de tono racial» en artículos. El año pasado, la pareja presentó una demanda contra el periódico Mail on Sunday por publicar una carta escrita por Meghan. Enrique dijo que temía que «la historia se repita… Perdí a mi madre y ahora veo a mi esposa caer víctima de las mismas fuerzas poderosas».
Y sin embargo usar los medios de comunicación ha sido una parte clave en la estrategia de Enrique y Meghan, al igual que lo fue para Diana. Cuando quiso hacer público su descontento, la pareja dio una entrevista a un periodista solidario del canal ITV.
En esa entrevista Meghan, una estadounidense, dijo que «muy ingenuamente» no había estado preparada para la vigilancia intensa a la cual la sometería la prensa una vez que se integrara a la familia real.
Enrique y Meghan ahora quieren usar a la prensa bajo sus propias condiciones, dejando el sistema que organiza la cobertura mediática de los eventos públicos de la familia real. En un sitio web recién lanzado, dijeron que el sistema obstaculizaba su capacidad para «compartir personalmente momentos en sus vidas directamente con miembros del público (vía redes sociales)».
Dijeron que en el futuro se involucrarán «con organizaciones de prensa de base y periodistas jóvenes emergentes». También criticaron la «idea equivocada» de que los periodistas británicos que cubren a la realeza son «fuentes fiables» de información.
Freddy Mayhew, editor de la publicación Press Gazette, dijo que la pareja real aspiraba a una relación con la prensa «mucho más controlada, mucho más privada», basada en las experiencias de Meghan como una estrella de televisión estadounidense.