Hugo Gordillo
Escritor

Carlomagno se hace emperador copiando la forma del cesaropapismo bizantino y establece la cabeza de su imperio occidental en Aquisgrán, Alemania. Bajo la consigna de al César lo que es del Papa y al Papa lo que es del César, se declara protector del cristianismo e impulsa la ciencia y la cultura. Tanto que la Dinastía Carolingia termina creando al hombre occidental, heredero de la cultura antigua. Atrás queda el arte rústico ornamental plano de los invasores bárbaros y los inicios de la arquitectura prerrománica de la Dinastía Merovingia a base de piedra, mármol y cristal.

El cuerpo humano no solo sustituye lo ornamental, sino que vuelve, como en la antigüedad, con sus tres dimensiones, incomprensible para los primeros cristianos de crucifijo, ancla y pescadito. La restauración de Carlomagno empieza por el rescate de la cultura antigua a través del arte cristiano. Los mejores educadores religiosos le echan la mano en educación a través de la Academia Palatina, donde florece la intelectualidad.

Los hijos del emperador y los aristócratas, los futuros soldados y funcionarios estudian retórica, gramática, dialéctica, geometría, astronomía, aritmética y música. Aunque los eruditos prefieren el clasicismo, el emperador también manda a copiar los “cantos bárbaros” en peligro de extinción. Para ello tiene abundancia de copistas. Sin esos manuscritos el mundo no sabría por dónde pasó el caballo de Atila sin que volviera a crecer la hierba. Carlomagno reúne a poetas y sabios en un círculo académico-literario y a los artistas en un taller adscrito a la Corte, especialmente de Irlanda, Britania, Bizancio y Rávena. Con eso, el arte carolingio tiene para ser un arte ecléctico.

Mientras unos construyen, pintan o esculpen, otros producen manuscritos con ilustraciones en miniatura, como salmos, himnos y rezados. El minimalismo no solo se manifiesta en los talleres de miniado, sino en todos lados donde salpica cualquier tipo de arte plástico, incluidos los talleres monásticos. Nada de monumentalidad, por si hay que salir corriendo a causa de una invasión. Cortesanos o de monasterio, los manuscritos cuentan con diversa calidad y estilo, dependiendo de la capacidad del cliente, la nacionalidad del copista y el prestigio del taller.

En pintura y escultura, el arte carolingio se bifurca entre imágenes del mundo real, no el ideal del mundo clásico, e imágenes ilusionistas, expresadas con mayor libertad en el arte extraoficial. En la escultura decorativa el mármol es sustituido por la piedra con algunas tallas en marfil. Las esculturas personales, por lo regular, son talladas en bronce. Los orfebres son efectivos en la producción de relicarios, altares y cálices de metales preciosos para la Iglesia y en coronas de hierro para el gobernante.

Por una oreja, Carlomagno recibe las alabanzas de los cantores de gesta con las hazañas de las campañas de conquista y cristianización. Por la otra oreja escucha el rechazo del clero a los trovadores. Tan fuerte la influencia religiosa, que los porristas deben salir de la Corte, cuyo público da su preferencia a los prehistóricos mimos. El cantor sobrevive al bajar en la pirámide social y se convierte en un juglar más, haciendo popular la canción de gesta o arte en las plazas, pero diversificándose con actos de magia o malabares para sobrevivir. Cuando bien le va, lo contratan para fiestas y celebraciones de la clase alta.

El emperador tendrá su canción de gesta doscientos años más tarde con el Cantar de Roldán, primer poema épico escrito en lengua romance. Muerto Carlomagno, continúa la Dinastía Carolingia, pero algunas condiciones cambian. El arte cristiano de occidente florece, ya no en la Corte, sino en los monasterios, verdaderos centros culturales del imperio. El monacato controla desde los centros artesanales hasta las construcciones de basílicas. Se dice fácilmente que los monjes le enseñan a Occidente a trabajar metódicamente, pero, sea en la fundición de bronce o la producción artística, los religiosos desarrollan, con grandes esfuerzos, talleres ordenados con una división del trabajo. Todo como parte de la penitencia y el castigo del cristiano que inicia o termina una tarea al toque de campana.

La variada producción de manuscritos ilustrados llena las bibliotecas de las ciudades. Las canciones de gesta se hacen populares en las calles. En los talleres se experimenta con mezcla de colores al óleo y pinturas al fuego sobre vidrieras. Muchos artesanos errantes entran a los talleres y salen como artistas de las denominadas escuelas de arte. Eso sí, toda su producción es anónima. Si en algunas iglesias o monumentos hay nombres, no necesariamente son de artistas. Los religiosos prefieren poner el nombre del donante o el del presidente de la Comisión edificadora, al estilo actual de municipalidades en la inauguración de chorritos.

El constructor prerrománico se dará por bien pagado con que la Iglesia nombre a Santo Tomás, el más testarudo de los apóstoles, como el santo patrono de los arquitectos. El Imperio Cristiano representa la fusión de la República de Platón y la Ciudad de Dios de San Agustín, gracias a la Dinastía Carolingia, a quienes algunos historiadores llaman “renacentista” y a su iniciador Carlomagno, quien piensa que la educación es la base de la felicidad de los individuos, de las familias y de las naciones. La educación hace buenos hijos, buenos padres y buenos ciudadanos.

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