Carlos López
Premio Nacional de Literatura
¿Qué poder, qué fuerza, qué interés movió a Mario Vargas Llosa, el súbdito peruano más notorio de la monarquía española, vocero del neoliberalismo más despiadado de los últimos tiempos, para publicar un libro sobre uno de los episodios más importantes de la historia de Guatemala y de América Latina? Él, que hace afirmaciones como «que los escritores se movilicen. Están moralmente obligados, por lo que ha representado la literatura, a ser conscientes del drama que estamos viviendo y darle otra vez a la literatura esa presencia crítica que ha tenido siempre en los mejores tiempos» (El País, Madrid, 21 sep., 2019), hace un relato sofista de una realidad que desconoce; él, que sostiene una tesis temeraria: que la entrega y rendición del primer movimiento revolucionario de Guatemala, la Revolución de Octubre de 1944, fue un error, «una gran torpeza de Estados Unidos preparar ese golpe militar contra Árbenz poniendo de testaferro al coronel Castillo Armas a la cabeza de la conspiración. El triunfo que obtuvieron fue pasajero, inútil y contraproducente. Hizo recrudecer el antinorteamericanismo (sic) en toda América Latina y fortaleció a los partidos marxistas, trotskistas y fidelistas», que suena a lamento, reproche, consejo para el imperio; él, que no alcanza a tragarse sus palabras cuando exige moral y conciencia crítica a los demás, es señalado como cabeza de lanza de la reacción internacional; él, que está catalogado como buen escritor, pero mal analista político por quienes tal vez no han leído más que sus declaraciones a los medios; él, miembro de la Real Academia Española desde 1996, publicó, al cumplirse 75 años de la gesta popular que derrocó al sistema dictatorial guatemalteco, Tiempos recios (Alfaguarra, Barcelona, 2019), novela que pretende cerrar la pinza sobre las dictaduras de Guatemala y República Dominicana, naciones cañeras, donde la burguesía terrateniente guatemalteca tiene descomunales intereses económicos.
Como es muy probable que con todos los méritos literarios que le atribuyen al marqués Vargas Llosa muchos lo tomen como modelo de escritura, expondré, con el fin de polemizar, algunos aspectos editoriales y lingüísticos de la novela más reciente del Premio Nobel de Literatura 2011. Otto Sergio Castillo señala algunas inconsistencias, que busqué en el texto: en la p. 12 de TR se lee que Arévalo —a quien mvl le rebaja el grado académico de doctor a profesor o de plano no le pone ninguno, cosa que no sucede cuando se refiere a Rafael Leonidas (sic por Leónidas) Trujillo, a quien trata de Generalísimo para arriba— duró 6 años en el cargo: «Durante el período gubernamental de Juan José Arévalo (1945-1950) comenzaron las alarmas». Pero en la p. 33 dice que la función de Árbenz «resultó decisiva para que Arévalo pudiera terminar su gobierno de cuatro años». En la p. 30 cuenta sobre «una feria que se celebraba el 11 (sic) de noviembre en homenaje al dictador reinante, el general Jorge Ubico Castañeda», que nació en Guatemala el 10 de noviembre de 1878 y murió en Nueva Orleáns, el 14 de junio de 1946.
La tapa del libro está ilustrada con un detalle del mural Dualidad, de Rufino Tamayo, renovador del muralismo y pintor fundamental de México. ¿No hubiera sido más apropiado usar una pintura de un artista guatemalteco? El epígrafe de Winston Churchill con el que abre el libro «Nunca había oído hablar de Guatemala, este lugar sangriento, hasta que cumplí setenta y nueve años» no tiene sentido en el relato sin el complemento que no se cita: en opinión del entonces primer ministro británico, no había razón para «permitir que Guatemala pusiera en peligro nuestras relaciones con los Estados Unidos, ya que de ellos podía depender la seguridad del mundo».
En el libro abundan callejones, guiones largos sueltos al final o al principio de línea, se siguen criterios de edición ingleses para los signos de puntuación, que se escriben dentro de comillas (aunque sí se usan las españolas y no las inglesas); en vez de desatar primero el nombre de instituciones y entre paréntesis poner la sigla, se hace al revés: «aga (Asociación General de Agricultores)»; a pesar de usar desde la página 88 la palabra sulfatos, hasta el final de la p. 221 la define «—así llamaban los vecinos de la ciudad a los aviones liberacionistas de Castillo Armas porque, decían, su presencia soltaba el estómago de miedo a los desamparados ciudadanos—»; no uniforma el gentilicio de los nacidos en eua y escribe norteamericanos o estadounidenses (¿para qué meter una inútil o entre la d y la u y no escribir de manera económica estadunidenses?). También es frecuente el uso de lugares comunes en el texto («trabajando de sol a sol», «gracias a sus buenas relaciones», «la publicidad y las relaciones públicas existían desde antes de que él naciera, por supuesto»), hiperpuntuación y mal uso de comas: «Arabella, nacida en 1940, María Leonora, en 1942 (sic) y Juan Jacobo, en 1946». mvl no pone coma antes de pues explicativo: «Entrevistó, valiéndose de traductores pues no hablaba español», «negativas pues», «respondía con claridad pues tenía un»); tampoco pone coma antes de pero adversativo: «movía la boca pero», «hasta ahora había podido controlar a sus colegas militares pero sabía muy bien», «sólo cuatro parlamentarios pero controlaba»; también le falla la coma en frases aclaratorias: «del embajador norteamericano (sic) en Guatemala (sic) John Emil Peurifoy» (Guatemala no es el primer nombre del abominable John, por eso necesita la coma).
Abuso de letras mayúsculas (los sustantivos comunes directorio, palacio, presidente, iglesia, estado, generalísimo, jefe, excelencia, virrey, procónsul, biología, química, física hasta la rae los escribe con minúsculas, pero en Diario del aire no le puso letra alta a la a de aire), «profesor de Derecho, profesor de Ciencia e Historia, la Gloriosa y Centenaria» (olvida el súbdito de la corona española (con bajas) que los nombres de materias, ciencias, disciplinas, oficios, puestos, cargos, dignidades se escriben con minúsculas); de pleonasmos («propios medios, propios competidores, propio arzobispo, con sus propios ojos, el propio Fortuny, debelados con acciones militares, se sentía satisfecho consigo mismo, ¡el propio The New York Times!, hoy día mismo, miedo pánico»), de gerundios (en el segundo párrafo de la p. 10, aparecen 14 gerundios en 9 líneas; en una de éstas aparecen 3); de repetición de frases adverbiales (en la p. 10 aparece dos veces «sin duda») que cansan al lector, de anfibologías (en la p. 11 afirma mvl: «uno de sus primeros logros consistió en organizar la gira por los Estados Unidos de Caruso» (sic por América; ¿quiso decir «la gira de Caruso por los Estados Unidos?) Una más de sus anfibologías: «Daré unas vueltas por el centro haciendo tiempo, lo único bonito de esta ciudad tan fea». ¿Quiso escribir «Para hacer tiempo, daré unas vueltas por el centro, lo único bonito de esta ciudad tan fea»?
Muletillas como «en verdad», que se repite en menos de una página de distancia; empleo de «tanto como» sin comparar nada; mvl ya se contagió de la pandemia de la palabra «tema», que tantos estragos ha causado en las capas medias no ilustradas que usan el lenguaje español; llaman la atención estos tres lugares comunes: caballo de Troya (que debe escribir con minúscula inicial), don nadie (que debe ir junto), Babia (que debe escribirse con bajas). ¿Por qué en Nembutal (marca) y nembutales sí lo hace bien?
Otros vicios de lenguaje reiterados en la novela son el loísmo («el Decreto 900, como se lo llamaba», «Casi no se lo veía en actos sociales»), y el mismismo («El mismo Smith», «ladino mismo»). Respecto a los extranjerismos, mvl prefiere América Central en vez de Centroamérica, Sud América y Sudamérica por Suramérica, chili por chile, por ejemplo; y usa algunos regionalismos de Perú: cuentanazo. Con los guatemaltequismos mvl batalló mucho, sin conseguir atrapar el voseo ni la acentuación estándar del habla: «Tú te encargas. Aquí tienes una lista. Tú me respondes, vos». «¿Quién eres? Decime tu nombre, dejame ver tu cara», que si hubiera aguzado un poco la oreja, habría acentuado como hablan los guatemaltecos: «Vos te encargás. Aquí tenés una lista. Vos me respondés, vos». «¿Quién sos? Decime tu nombre, dejame ver tu cara»; en Guatemala, fútbol, cócteles, fríjoles, jacarandás no llevan tilde, contrario a la manera como se pronuncian en España, pero Elfego sí lleva en la primera e; también Leonidas lleva tilde en la o. Un guatemalteco dice «despegar y aterrizar donde se le hinchan los huevos», no como lo escribe mvl: «despegar y aterrizar donde le daba en los huevos».
Por no trabajar (se nota que mvl escribió de oídas y que le falla el órgano auditivo; no investigó a cabalidad, con rigor) dice muchas mentiras (aunque tiene el pretexto de que su escrito es de ficción); para ir a la frontera de Tapachula, México, no hay que atravesar ninguna selva, como él afirma. En Guatemala no existe la Escuela Militar a la que de manera reiterada hace referencia; existe la Escuela Politécnica, que tiene orientación militar; el nombre de San Pedro Necta no lleva tilde en Nécta, como el autor lo escribe.
Por otra parte, mvl no obedece lo que la monárquica Academia Española (¿de la Lengua?, ya es hora de que esa institución dé claridad, fije y pula a su nombre) señala respecto de los acentos ortográficos en los pronombres éste, ése, aquéllos y en el adverbio sólo, pero sí le hace caso para ponerle tilde a arcoíris, que no lo necesita; usa a donde por adonde. No tiene un criterio fijo para unir los prefijos a la palabra base, pues en algunos casos sí aplica esta norma y en la mayoría no: «ex periodista, ex Presidente, ex mandatario, ex apoderados, ex profeso, ex teniente». Le atina el marqués cuando hace gritar a Johnny Abbes García «¡Maldecidos!», pero no es creíble que el tipo que lo dice hable con propiedad: debió gritar con el sustantivo de maldecir, no con el participio, pues así habla la mayoría de hablantes del español.
También usa mal las preposiciones: «No encontraron a (sic) ninguna patrulla de guardia», «de acuerdo a (sic)», «El grueso (sic) público», «le daban de comer a (sic) la boca». Tampoco oyó el marqués español-peruano que en Guatemala se dice: «vi un gato negro al nada más abrir los ojos», «al nada más entrar al local, Marta», «el diplomático, al nada más llegar a la embajada, llamó», no: «vi un gato negro nada más abrir los ojos», «Nada más entrar al local (sic) Marta», «el diplomático, nada más llegar a la embajada, llamó»; [cada] «(sic) Vez que he tenido que hacer hablar a un tipo, aplicándole castigo, me da por cantar», «Patrocinio y Juana lo acompañaron hasta la puerta de (sic) calle y él las abrazó».
Vargas Llosa emplea repeticiones sin sentido (cuando describe los rasgos físicos de caca, por ejemplo); reitera algunos apodos: Miguel Ydígoras Fuentes (la Mamandurria); en la p. 44 se repite en el mismo párrafo, con diez líneas de distancia: David Atlee Phillips (el Invisible), coronel Díaz (Arbencito Segundo); Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) machaca entre paréntesis el escritor. ¿Éstos son descuidos editoriales o el escritor le falta el respeto a los lectores de manera intencional?
El héroe de mvl* sobornó autoridades y engañó campesinos; según el narrador, lo hizo en «condiciones heroicas», porque sufrió picaduras de mosquitos. Con este otro lugar común se podría definir la labor del ideólogo de la ultrarreacción internacional avecindado en España. Su ceguera intelectual la ocasionó el torrente de premios literarios y dólares del imperio. La ambición de mvl no tiene llenadero: igual se mete a opinar sobre gobiernos democráticos de Argentina que de México, donde el fascismo paga bien sus servicios. Su conclusión respecto al golpe de estado que impuso desde entonces una dictadura en Guatemala es errónea, superficial. Le hizo falta leer sobre la historia de Guatemala para escribir su historia. Pero eso quita tiempo y parece que le urgía escribir la novela.
*El marqués fue requerido por el fisco español para que pague 2.5 millones de euros; el evasor puso en garantía las escrituras de su casa en Madrid, pero la titularidad de la prenda recae sobre Jurema, bv, de Holanda, trampolín para depositar en las Antillas Holandesas, paraíso fiscal donde se pierde el rastro del dinero (https://diariocorreo.pe/mundo/agencia-tributaria-espana-reclama-mas-2-millones-euros-mario-vargas-llosa-852113/?fbclid=IwAR271Z-VyufpmAoxeVmrtYyWQM75YzJhlAbWiOyyJga9Jmwea-wtp_seKp8). De novela.
Presentación
Pocos libros han generado tanto debate en nuestro país como el escrito recientemente por Mario Vargas Llosa. Su “Tiempos recios” ha sido una provocación no solo para los que comparten algún tipo de ideología política, sino también para quienes dicen conocer la historia del país y sienten que la novela o ha hecho justicia con los acontecimientos a los que se refiere o la ha traicionado a través de su ficción.
Como sea, nuestra edición de hoy se centra, más allá de los bordes de posicionamiento político, en el análisis de un texto que luce desafortunado en los aspectos que nuestros estudiosos se refieren. ¿Una novela fallida? Ese parece ser el resultado de la autopsia según las irregularidades consignadas tanto por Carlos López, Premio Nacional de Literatura, como por José Luis Perdomo Orellana, escritor y profesor universitario.
La cirugía no es una forma de ninguneo en el que se niega la calidad del Nobel de Literatura, pues, en el caso de Perdomo, reconoce las bondades de libros como La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, Historia de Mayta y El hablador, por ejemplo, sino el descubrimiento de problemas puntuales que disminuyen la excelsitud literaria de un escritor de los vuelos del peruano. ¿Prisa por su publicación? Quizá sea una de las causas, teoriza López.
“La ambición de MVL no tiene llenadero: igual se mete a opinar sobre gobiernos democráticos de Argentina que de México, donde el fascismo paga bien sus servicios. Su conclusión respecto al golpe de estado que impuso desde entonces una dictadura en Guatemala es errónea, superficial. Le hizo falta leer sobre la historia de Guatemala para escribir su historia. Pero eso quita tiempo y parece que le urgía escribir la novela”.
Como puede ver, el debate queda abierto para que usted mismo se forme una idea de lo que nuestros colaboradores nos proponen. No renunciemos a la crítica por miedo ni demos por cierto lo que algunos declaran sagrado desde posiciones extra racionales. Para La Hora es un gusto estimular el pensamiento y rozar algún tipo de herejía si con esto construimos un mundo más justo y de bienestar para todos. Hasta la próxima.