Por JAKE COYLE
Agencia Ap
«Knives Out» («Entre navajas y secretos») de Rian Johnson desenmaraña no sólo un crimen chapado a la antigua, sino la fibra misma de las historias de misterio, atando hilos sueltos hasta entretejer, intrincada y diabólicamente, algo nuevo y sumamente encantador.
Y mientras las series y cintas de detectives salpican las pantallas televisivas, los filmes al estilo de Agatha Christie curiosamente han desaparecido de los cines. La nostálgica «Murder on Orient Express» («Asesinato en el Expreso de Oriente») de 2017 disfrutó de popularidad, pero no logró sacar al misterio de su casi total retiro.
Sin embargo, desde que Johnson debutó en 2005 con el filme neo-noir «Brick», ha mostrado un raro don para avivar géneros viejos con deconstrucciones densamente tramadas. Ha hecho películas ingeniosas «Looper» («Asesino del futuro»), «Star Wars: The Last Jedi» («Star Wars: Episodio VIII: Los Últimos Jedi») que a veces han rayado en ostentosas y sobrecargadas, como en el caso de la aventura descabellada «The Brothers Bloom» («Estafa de amor»).
Pero en las historias de misterio, la demasía puede ser buena. Dennos todas las estrellas de cine, giros y armas letales que se puedan encontrar. Si se hace bien, prácticamente no hay nada mejor. Y «Knives Out», aunque tarda un poco en agarrar el ritmo, atina hasta en la última de sus escenas. Resulta que al género de misterio no sólo le quedan algunas cartas bajo la manga, sino que es absolutamente acrobático.
La película comienza como muchas que le antecedieron: con un cadáver y la necesidad de encontrar al responsable. Harlan Thrombey (Christopher Plummer), un escritor de novelas policiacas de éxito, es hallado con el cuello cortado en un cuarto de su enorme mansión victoriana. El diseñador de producción David Crank se lleva un buen crédito por el escenario fabulosamente ornamentado del filme: un tablero de Clue llevado a la vida real y una casa que podría competir con la de «Parasite» como la más impresionante del año en el cine.
Thrombey es extremadamente adinerado y tiene una amplia familia de excéntricos malcriados. Y con toda la intriga que desata su muerte, para sus hijos el tema de la herencia es lo más importante. Entre ellos están su hija informante Linda (Jamie Lee Curtis) y su marido infiel, Richard (Don Johnson), un partidario abierto de Donald Trump; su hijo Walt (Michael Shannon), director del sello editorial de su padre casado con Joni (Toni Collette); y su nieto Ransom (Chris Evans), la oveja negra y arrogante de la familia.
También hay otros personajes, pero la más notable es la cuidadora de confianza de Harlan, Marta, interpretada por la actriz cubana Ana de Armas. Los Thrombey se refieren a ella como «la empleada doméstica» y hacen chistes sobre sus orígenes latinoamericanos. Una dimensión política más profunda va tomando forma cuando la indiferencia de la familia hacia Marta juega un rol importante en el misterio de la cinta. Con temas como la clase privilegiada, la inmigración y el etnocentrismo, «Knives Out» es una historia de misterio en la era de Trump.
Algunos misterios primero se sumergen en el ardid, el crimen en cuestión y la llegada del principal detective. Johnson es demasiado inquieto para tal acercamiento. Prefiere combinar flashbacks con elaborados reveces y perspectivas complicadas. Eso le da a la película un primer acto algo torpe y de ritmo imperfecto, pero Johnson compensa esto con un gran final. Sin embargo, para una cinta con tantos actores de primera divirtiéndose a lo grande, sorpresivamente es poco lo que obtenemos de los Thrombey como un todo.
Nuestro detective llega casi al instante: Benoit Blanc (Daniel Craig), un extravagante investigador de Louisiana tan reconocido que ha sido calificado por la revista The New Yorker como «el último caballero de los sabuesos». Incluso en un escenario tan inmaculado a su alrededor (la casa del escritor de misterio está decorada con armas mortales que incluyen un trono de espadas), Craig logra destacarse con un fuerte acento sureño estilo el Poirot de Agatha Christie. Lo acompaña otro detective (un infrautilizado Lakeith Stanfield), pero rápidamente hace de Marta su secuaz _ ella tiene una aversión útil a las mentiras: vomita cada vez que dice una.
Johnson se deleita jugando con las reglas del género y rehaciéndolas. Incluye referencias a «Hamilton» y «Baby Driver» («Baby: El aprendiz del crimen»), y más de una vez corre el riesgo de ser sobrecogido por la satisfacción. Pero «Knives Out», al final, cree profundamente en el género de misterio, sólo que quiere darle la vuelta.
Decir más arruinaría la diversión, pero mantengan los ojos abiertos y enfóquense sobre todo en de Armas. La actriz de «Blade Runner 2049» (que pronto aparecerá en la próxima película de James Bond, también con Craig) no es la estrella más grande en un filme de luminarias de primera línea. Pero sin capa ni espada, se roba el show en «Knives Out» y hace suya la película.
«Knives Out», un estreno de Lionsgate, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por contenido temático, algunas imágenes perturbadoras y lenguaje soez. Duración: 126 minutos. Tres estrellas y media de cuatro.