Luis Pedro Villagrán Ruíz, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, escritor, editor y profesor. Está antologado en Los 4×4 (2012), de Vueltegato Editores, ha publicado El Niño que buscaba venganza (2009), Definiciones muertas (2011), Los instantes sagrados (2014), aun así, agua (2018) y Hacia el silencio (2019). De este último libro son los poemas que presentamos hoy.
a mí también me habría gustado
que el encanto durara más tiempo
y no llegar a tantas conclusiones
tomado de la mano del miedo
porque ahora me mueve el impulso
una suerte de arrebato
que últimamente he dejado de entender
como si fuera otro yo
una persona
con otros matices
con otros procesos
otras formas de ser y sentir
entonces me enfrento a un espejo diferente
me percibo también de otra manera
me siento en peligro al notarme
otra vez en este espacio
donde desconozco cada parte mía
y confirmo mi incapacidad de lidiar
con estas nuevas formas de angustia
podemos andar por la vida
ignorando las cicatrices
que llegaron hasta los huesos
sonriendo impávidos
con los ojos iluminados
evadiendo mentiras
y hablando de la resiliencia de otros
como admirándolos
como haciéndoles honor
como diciendo
que ellos son más fuertes
que no nos dolieron las palabras
que la poesía no era nada importante
nomás un arma de supervivencia
una denuncia que se levantaba
motivada por algo indecible
entre la ira y la rebelión
podemos andar por la vida
ignorando estos trazos en nuestra carne
y en las entrañas
perpetuando el miedo
y el pavor
de que
en cualquier día
en cualquier momento
por motivos desconocidos
llegue el reemplazo de nuestras propias sonrisas
y nos arranque la esperanza
que se construye y destruye
infinitamente
entre verso y rabia
amanece con una taza de café
asegurando que no soñó nada es a noche
que sobrevive las miradas de juicio
que hay nostalgias bajo su piel
que los recuerdos aúllan en madrugada
siendo él
siempre infiel a sí mismo
debería decantarme
por el orden ilógico de las cosas
desembarazarme de su pena
construir con el dolor suyo
un muro infinito
solamente para cuidarlo
para resguardar su integridad
de este universo psicótico
él busca sus lunares
los encuentra
busca sus dedos
los encuentra
busca su reflejo
lo encuentra
a veces pálido por la ansiedad perpetua
a veces enrojecido por la ira
y acaricia el reflejo
solo para confirmar
amanece, entonces
con una taza de café
obligándose a pensar
que no soñó nada esa noche
nada que le impida continuar
la guerra permanente
con el que está de este lado del espejo
los secretos que escondo
las palabras que no dije
las que no diré
los versos que recorto
sus nombres
la puerta que recién atravieso
las camas donde he estado
su manera de recordarme
las ventanas que he abierto
el viento que he dejado tocarme
todas las manos
todos los cuerpos
el calor crepitante
y luego
siempre
el frío
los secretos de nuevo
las palabras que no he dicho
que seguramente no diré
los versos que retornan en voluta perenne
la culpa
la suya
la mía
y el silencio
la música que oímos
las calles que caminamos
los asuntos pendientes
la caricia imprudente debajo de mi bóxer
la religión
el karma
el destino
tu universo
el recuerdo del primer abuso
y luego del siguiente
de mi espalda rasgada
y del siguiente
de todos mis silencios
y del siguiente
el humo en mis pulmones
la sublimación imperiosa
la pérdida necesaria
la muerte
el deseo
y alguien que toca la puerta