Miguel Flores Castellanos
Doctor en Artes y Letras
“Yo soy lo que soy, y siendo lo que soy, desde mi mismo, por mi propia índole y mi propia estructura personal, es como estoy vertido a otras realidades y, por consiguiente, a otras personas…” (Javier Zubiri. La dimensión social del ser humano)
La anterior cita de Xavier Zubiri permite entender el proceder de un fotógrafo como Daniel Hernández-Salazar (1956) quien a lo largo de su carrera ha forjado tres mundos de imágenes. Uno es su interés por el cuerpo masculino, lo que le hizo ser el primer fotógrafo de la región que mostró en forma pública el cuerpo del varón desnudo como un tema fotográfico, toda una afrenta a la sociedad guatemalteca de los ochenta.
Otro conjunto de fotografías que marca un interés sobre el ser humano es el registro de músicos tradicionales de Guatemala quien, como fotógrafo errante, montó su estudio tanto en el altiplano guatemalteco como en el caribe. Además, otro gran universo de fotografías lo constituye una propuesta estética basada en los efectos de la guerra en Guatemala. Aquí retorció el discurso periodístico para llenarle de mayores significados llevando sus imágenes al campo del arte actual.
La lente de este fotógrafo hizo ver a través de metáforas visuales cómo fueron asesinados cientos de personas. El develar esta realidad fue una segunda afrenta a la sociedad guatemalteca, ya que esta serie muestra lo que muchos no quieren ver, el resultado del derramamiento de sangre de poblaciones enteras. La potencia de su discurso visual traspasó las fronteras, su última gran exposición personal fue “Genocidio descartado, Guatemala una tragedia silenciada” (2014) en el Museo del Holocausto y Derechos Humanos Kazerné Dossin.
Hernández-Salazar, como los demás fotógrafos de su generación, vivió en carne propia el cambio de lo análogo a lo digital, y supo adaptarse al nuevo paradigma. Este fotógrafo es el primero en mostrar fotografías en gran formato, en una época en que en Guatemala aun no había forma de lograr un tamaño más allá del formato tabloide. Esto le hizo modificar su estudio, proyectar luz sobre papel fotográfico colocado en la pared, y girar su ampliadora para imprimir a mayor distancia y lograr el tamaño deseado, una gran aventura técnica. Toda esta laboriosidad en el que hacer fotográfico lo situaban ya en los linderos del arte actual.
Tanto la temática del cuerpo masculino como los desenterramientos de fosas clandestinas son temas polémicos que le han valido censura. Es que este fotógrafo es uno de los pocos creadores que hacen ver la verdad, ya sea de los temores al sexo o de los hechos históricos.
Las fotografías de Hernández-Salazar han trascendido lo local, publicado en numerosas antologías de desnudo masculino y otras publicaciones como la prestigiosa Lens del New York Times. En un país sin memoria, es necesario revisitar su obra, desconocida para las nuevas generaciones de fotógrafos y mucha de la población guatemalteca.