MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –
Arqueólogos han descubierto la evidencia más temprana de vida prehistórica a gran altitud en forma de refugio rocoso en Etiopía, aunque no está claro si el lugar estuvo habitado permanentemente.
Según el informe, basado en análisis arqueológicos, biogeoquímicos, cronológicos glaciales y otros análisis, hace más de 30 mil años, el refugio de rocas Fincha Habera, un sitio situado a más de 3,35 kilómetros sobre el nivel del mar en las montañas Bale de Etiopía, albergaba a los recolectores de la Edad de Piedra que hicieron uso de los recursos cercanos y se deleitaron con abundantes ratas topo gigantes.
La vida a gran altitud impone una serie de limitaciones y tensiones en el cuerpo humano. Debido a esto, se ha supuesto durante mucho tiempo que la población de entornos de gran altitud, aquellos a más de 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar, solo ha ocurrido recientemente en la historia de la humanidad.
Sin embargo, desde el altiplano andino hasta la meseta tibetana, un número creciente de nuevos hallazgos arqueológicos en lugares altos de todo el mundo ha comenzado a mostrar lo contrario. Aún así, estos sitios son raros, y queda mucho por descubrir sobre la naturaleza de los asentamientos humanos a gran altitud.
Tras las excavaciones en Fincha Habera, así como a partir de estudios arqueológicos y análisis paleoambientales, el investigador Götz Ossendorf y sus colegas de la Universidad de Colonia (Alemania) presentan resultados que retrasan la antigüedad de una presencia humana a gran altura.
Reportan miles de artefactos de la Edad de Piedra Media (MSA), incluidas piedras recolectadas localmente, huesos de animales quemados y los hogares de antiguos incendios. Las fechas de radiocarbono de los primeros contextos del sitio sugieren que la ocupación comenzó durante el Pleistoceno tardío, en algún momento hace entre 47 mil y 31 mil años.
Si bien el entorno permitió estancias a largo plazo en Fincha Habera repetidamente durante varios miles de años, dicen los autores, la permanencia de estas ocupaciones no se puede probar ni refutar. En una perspectiva relacionada, Mark Aldenderfer discute los hallazgos de Ossendorf en el contexto de estudios recientes de gran altitud, algunos de los cuales presentan conclusiones en gran medida no respaldadas por datos subyacentes.
«Las palabras importan, y es hora de que los arqueólogos que trabajan en las mesetas del mundo deliberen más sobre los términos que usan para describir y enmarcar sus hallazgos», escribe Aldenderfer. Con ese fin, describe la moderación aplicada en las descripciones en el informe del equipo de Ossendorf como «admirable».