Miguel Flores
Siempre habrá fotógrafos que mantengan la tradición de creación de imágenes en forma análoga. Es el caso de Manuel Morillo, quien vino desde su natal Andalucía desde hace varios años y se ha dedicado a la enseñanza de la fotografía y a la gestión cultural en La Antigua Guatemala y en proyectos capitalinos. Sus primeros aportes los realiza con el proyecto Fotokids y luego desde la Casa del Mango. Además del conocimiento del laboratorio fotográfico y el funcionamiento de variado tipo de cámaras, este andaluz regresa continuamente a la fotografía estenopeica, tal vez por la magia que este modo de hacer fotografía implica.

La cámara estenopeica, es una de las más sencillas, dotada de película fotográfica y una lámina dotada de un agujero del grosor de una aguja. A este agujero se le denomina estenopo y da nombre a la técnica. En inglés se lo denomina pinhole (agujero de aguja). Esta una de las primeras técnicas utilizadas en el ámbito de la fotografía. Sin embargo, aún es practicada esporádicamente tanto por fotógrafos profesionales como por aficionados a la fotografía y a la fotografía artística.

La fotografía estenopeica que produce imágenes borrosas, muchas veces desenfocadas y únicas, son características que la han hecho valorar su existencia y le han permitido el ingreso a main stream del arte contemporáneo. Hacer este tipo de fotografías lleva consigo factores ideológicos que no pueden pasarse por alto, existe el interés por la búsqueda de alternativas a las cámaras comerciales y a los teléfono móviles.
Este tipo de imágenes ha sido poco comprendida por neófitos, ya que hoy en día se quiere una copia “fiel” a la realidad. Esos desenfoques hay que interpretarlos ya que son parte de un enunciado que el autor presenta al observador. Es en este aspecto y su definición formal donde se encuentran sus valores estéticos.

Las fotografía que pueden verse acá algunas están realizadas mediante técnica estenopeica unido a nuevos procesos de reproducción de la imagen. Morillo es amante del espacio abierto, y de su entorno más cercano como son sus vecinos. Como andaluz y antigüeño lleva en la sangre la Semana Santa, pero también la fuerza del paisaje. Sus polípticos son narrativos, cada toma representan momentos fugaces de su mirada que hilvana a través de una sintáctica visual ya sea horizontal o vertical, con lo que crea una narración propia de un espacio determinado.
Morillo es de esos fotógrafos con una voz propia, que ha iniciado una nueva etapa, pero seguidor de los primeros afanes de los hermanos Niépce. Captar el mundo mediante la luz.