Miguel Flores Castellanos
Doctor en Artes y Letras

A Carlos Aguilar Reyes le fue conferido el Premio Nacional de Fotografía, Luis González Palma. Pese a las objeciones de que fue objeto la conformación del jurado de este certamen, el premio resultó revelador, tanto por su calidad fotográfica, como por el discurso que emanan las imágenes.

B1, es el nombre de la serie, que redimensiona lo que son las Patrullas de Autodefensa de los barrios y colonias en San Juan Sacatepéquez, es un ejemplo de lo que hoy se ha dado en llamar fotografía pura y dura, es evidente que Aguilar tiene como bastión la técnica. Su discurso visual hace evidente el interés por un exorcismo del miedo. Pero la obra de este fotógrafo tiene un doble juego, que da un toque irónico, el hecho que los patrulleros se revistan de personajes como Batman, o de otros propios de las películas de terror, para llevar la paz a sus barrios. Esto hace evidente que estas “buenas personas que protegen su hogar” pueden transformarse en verdaderas máquinas de matar, lo que se hace evidente en capturar a estos personajes con armas potentes.

En esta serie cobra importancia, además del vestuario y las armas, los posados. Es evidente el grado de libertad con el que los patrulleros se mueven en esos sectores, y ellos mismos se creen su misión salvadora. Su anonimato lleva a estos grupos a convertirse en paramilitares capaz de todo, ya se ha visto ejemplos en Panajachel, en Sololá.

Las fotografías que integran B1, son detonantes de pensamientos sobre la violencia en la Ciudad de Guatemala. La obra de Aguilar no puede leerse bajo las premisas de lo bello, o lo sublime, son obras que pueden ser contempladas a partir de la experiencia sensible, que genera un impacto cognitivo, es decir son fotografías que hacen pensar.

El lector (observador) tiene la palabra.

Artículo anteriorSi ellos están en gallo
Artículo siguienteCarlos Interiano