Por JAKE COYLE
NUEVA YORK
Agencia (AP)
«Hobbs & Shaw», la primera historia derivada de la saga «Fast & Furious» (“Rápidos y Furiosos”), une a dos de los personajes destacados de la franquicia el agente estadounidense Luke Hobbs (interpretado por Dwayne “The Rock” Johnson) y el exagente británico Deckard Shaw (Jason Statham) en otro tango de balas y bólidos.
Y cuando se trata de un espectáculo de alto octanaje y acción, nada mejor que tener a The Rock y Statham, cuyo gran carisma y fuerza es inversamente proporcional a su falta de cabello.
En la franquicia de «Fast & Furious», que ya suma ocho películas y más de 5 mil millones de dólares en taquilla, encontraron un hogar agradable sin contar los dolores de cabeza ocasionados a Johnson por su compañero de reparto Vin Diesel.
La fricción entre Johnson y Diesel fue, según reportes, parte del beneficio de esta parada técnica, sin toda la pandilla completa, entre las pasadas y futuras aventuras de «Fast & Furious».
Pero esos roces fuera de cámara también son perfectos para el mundo veloz y empalagoso de «Fast & Furious», donde los pleitos de familia y las dudas sobre la lealtad se entrelazan con acrobacias mortales en auto.
Si «Fast & Furious Presents: Hobbs & Shaw» (“Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw”) tiene un camino difícil, es porque la franquicia ha mejorado constantemente su parte de acrobacias.
Uno de los verdaderos placeres de la serie la última década ha sido ver cómo evolucionan las películas de «Fast & Furious» de una simple historia de carreras de autos callejeras en Los Ángeles a un espectáculo de autos poderosos y hombres musculosos donde las carreras de la muerte no sólo son veloces sino que hacen que los vehículos salten entre edificios y se lancen al vacío. «Hobbs & Shaw» busca responder la vieja pregunta de ¿qué se puede hacer en un filme después de haber hecho explotar un submarino con un Dodge?
«Hobbs & Shaw» tiene algunas escenas geniales (en una un Chevy hace volar un helicóptero como un cometa), pero es ligeramente decepcionante en términos de ridiculez. Tiene puntos a favor por una sección a mitad de la trama, aparentemente diseñada para los fans de «Chernobyl», que se desarrolla entre reactores de una planta nuclear rusa. Pero a estas alturas esperamos, o mejor dicho exigimos, ver Lamborghinis en la luna.
En vez «Hobbs & Shaw», dirigida por el coordinador de acrobacias hecho director David Leitch («Deadpool 2″, »Atomic Blonde»), depende más de su elenco, incluidos sus dos actores principales, así como dos importantes adiciones: el villano interpretado por Idris Elba, un mercenario ciborg llamado Brixton, y la hermana de Shaw Hattie (Vanessa Kirby), una agente del servicio de inteligencia británico MI6 que roba un súper virus a Brixton y con esto desata la trama que les lleva a dar la vuelta al mundo.
Hobbs y Shaw son convocados para salvar al mundo del virus y ambos están dispuestos a hacerlo, pero no a trabajar uno con el otro. Si a «Hobbs & Shaw» le faltan algunas acrobacias más impresionantes, esto se trata de compensar con el pique entre ambos, un truco que oscila entre lo divertido y lo agotador. Pero este tipo de escenas son las que mejor le salen a Johnson.
También tienen refuerzos. El personaje de Elba, que tiene ojos digitales y una motocicleta que se conduce sola, lleva la franquicia en una dirección más de ciencia ficción que no va tanto con la naturaleza callejera de «Fast & Furious». Pero Elba nunca deja de ser una presencia imponente y la película se fortalece cada vez que aparece en pantalla.
Con titanes como Elba y Johnson, es impresionante como Kirby se gana su lugar sin mayor problema en la película. En un cinta llena de cosas anticipadas, su presencia resulta una bocanada de aire fresco. Con títulos como «The Crown» y «Hobbs & Shaw», Kirby ha demostrado su extraordinario rango.
La química entre los cuatro, junto con los graciosos cameos de Ryan Reynolds y Kevin Hart y el papel de la actriz mexicana Eiza González, alimentan a «Hobbs & Shaw» más que sus escenas de acción y giros en la trama. Es una carrera accidentada, pero con una gran compañía.
Complacientemente, la película es consciente de su absurdo, pero aun así hay puntos ciegos. El tercer acto se convierte en una pelea de la vieja escuela en Samoa y discursos sobre tener “corazón” que se basan en la batalla entre el hombre y la máquina creada por el medio robot de Elba. Pero si hay una franquicia que cree con fervor en las máquinas bien aceitadas es «Fast & Furious».
«Fast & Furious Presents: Hobbs & Shaw”, un estreno de Universal Pictures, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por secuencias prolongadas de acción y violencia, material sugestivo y algunos diálogos. Duración: 136 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.