Por LIUDAS DAPKUS
VISAGINAS, Lituania
Agencia (AP)
Una miniserie de HBO sobre las pesadillas nucleares de la era soviética ha generado interés mundial en el desastre de Chernóbil de 1986 e impulsado el turismo en Lituania.
Esta nación báltica donde se filmó la serie ha pasado a ser destino obligado del “turismo atómico” desde que se transmitió la serie este año.
En la planta nuclear de Ignalina, Mijail Nefedyev observaba fijamente las lucecitas verdes de un panel de control cuando un grupo de visitantes lo interrumpió. El ingeniero de 64 años les explicó exactamente lo que pasó cuando un reactor nuclear parecido explotó en Chernóbil, Ucrania, hace 33 años.
La planta de Ignalina fue construida usando el mismo prototipo empleado en Chernóbil. Tiene planos similares y el mismo reactor con capacidad para emitir 1 mil 500 megavatios de electricidad. Ignalina dejó de funcionar hace una década. Su cierre fue una de las condiciones para la admisión de Lituania en la Unión Europea en el 2004.
En 1986, Lituania era parte del imperio soviético y fue una de las repúblicas afectadas por el desastre nuclear. Miles de personas fueron enviadas a ayudar en la limpieza de Chernóbil. Muchas de ellas han muerto.
Hoy, el desastre nuclear ayuda a Lituania a desarrollar su industria turística.
“Chernobyl” sigue enviando a curiosos televidentes a los sitios donde se filmó la serie en la capital Vilnius y en Ingalina, donde brillantes barras de acero se enfrían en piscinas de cemento. La planta está abierta al turismo y tuvo 2 mil 240 visitantes en el 2018. En el primer semestre de este año había recibido 1 mil 630 turistas y la demanda va en aumento, según los administradores del sitio.
“Hicieron una buena película, me imagino. Lo que pasó hace tiempo ya no nos molesta, aunque no fue nada bueno”, expresó Nefedyev tras explicar cómo se produjo la explosión del reactor tipo RBMK.
Los turistas que vienen a este país de 2 millones de habitante para ver dónde se filmó la serie de HBO visitan primero el museo de la KGB en Vilnius, donde se filmaron las escenas de los interrogatorios. Son llevados a un distrito de edificios grises de la era soviética construidos a mediados de la década de 1980 que se parecen mucho a los de Pripyat, la ciudad donde vivían los trabajadores de Chernóbil.
“La gente viene a ver estos sitios que nosotros nunca promocionamos. Es algo muy nuevo e inusual verlos aquí y no en la parte vieja de la ciudad, tomando fotos de iglesias barrocas. Vienen a sacarse selfies aquí”, dijo Inga Romanovskiene, administradora de la agencia turística Go Vilnius.
Lituania, que ya era un destino popular para la filmación de películas, se ha beneficiado económicamente de la miniserie de HBO. Se invirtieron 45,5 millones de euros (50,5 millones de dólares) en la filmación el año pasado.
Después de pasar por Vilnius, el turista atómico viaja 160 kilómetros (100 millas) hacia el norte y hace un paseo guiado de tres horas por la planta nuclear. Les suministran dosímetros (que miden la radiación), cascos de plástico, uniformes blancos y zapatos antes de adentrarse en un laberinto de corredores largos y mal iluminados, salas de reactores, hangares para turbinas y el centro de control con el botón rojo que fue apretado poco antes de la explosión. Están prohibidos los teléfonos celulares, las cámaras, comer, beber y fumar.
El paseo cuesta 67 euros (75 dólares) por persona, según la portavoz de la planta de Ignalina Natalija Survila.
Lynn Adams, psicoterapeuta de 49 años, vino desde Gran Bretaña para ver todo con sus propios ojos.
“Sientes que te transportas en el tiempo. Es algo muy, muy auténtico. Recuerdo haber visto todo lo de Chernóbil en las noticias, pero estoy mucho más interesada en lo que pasó y en los eventos que vimos en la serie. Me despertó el interés en todo esto”, expresó Adams.
Antanas Turcinas fue una de las personas enviada a Chernóbil pocas semanas después del desastre. Dijo que espera que la miniserie ayude a que se atienda mejor a los sobrevivientes.
“Esta película me hizo revivir muchas cosas. Son sentimientos muy fuertes, porque en 1986 no comprendimos lo que estábamos viviendo”, declaró. “Me alegro de estar vivo todavía”.