Jorge Antonio Ortega Gaytán
Escritor y ensayista

“…Las mujeres que tomaron la pluma poética han vuelto siempre a Eros”. M R O.

El abordaje de la lírica femenina del siglo pasado en América se beneficia con la existencia de tres figuras literarias, que dan voz e imagen a los sentimientos, deseos, ilusiones, desesperanzas, amores (vivos, muertos o descarnados) de mujer. Su posicionamiento geográfico permite triangular en esta aproximación y construir un andamiaje virtual que permite el tránsito de esta singular poesía del siglo pasado a lo largo y ancho del Continente Americano.

Lo emblemático de estas tres mujeres radica desde su propio nacimiento, nacionalidad e identidad que las marca. Es un sólido referente en su desarrollo literario y en el diseño de su estilo.

La configuración del triángulo propuesto nace desde Chile que ensaya un prototipo económico y político singular, generando una dinámica social costumbrista que se define hasta nuestros días al nacido en las tierras australes; el diseño propuesto transita hacia la sociedad mexicana revolucionaria, costumbrista, nacionalista hasta la médula y con una imagen construida desde una estrategia de propaganda de corte progresista y populista. Cerrar el triángulo recae en una nación caribeña que lucha por su independencia cultural, económica, política y lingüística de la influencia anglosajona que persiste en la existencia portorriqueña.

El común denominador de las representantes de la pluma lírica femenina se puede resumir en ser auténticamente americanas, pertenecer al mismo género literario, siglo, el desarraigo de y como mujeres, en su multiplicidad de implicancias y repercusiones. Ahora bien, el hilo conductor es la literatura que no reconoce fronteras y dentro de ella la lírica femenina que incide directamente en la construcción de una conciencia colectiva que querella dolor, amor e ilusiones, dando paso a la conformación de una identidad americana desde la concepción lingüística, como plataforma de registro, denuncia y lucha.

Gabriela Mistral, chilena, la mexicana Rosario Castellanos y Julia Burgos portorriqueña constituyen los puntos medulares y generadores de referencia para identificar, registrar y analizar la concepción, desarrollo, maduración y posicionamiento de la voz lírica femenina del Siglo XX que hace vibrar las estructuras sociales y políticas de una América sin rumbo y que se consume innecesariamente en tratar de enfrentar una posmodernidad insipiente e ideológicamente huérfana que arrastra la globalización e integración ya manifiesta en su prístina concepción económica.

La extrapolación de estas voces y amalgamarlas en una figura geométrica básica como lo es el triángulo permite una aproximación cómoda y singular a la producción poética de mediados del siglo anterior. El hablar de la producción femenina desde esta vertiente, es reafirmar el compromiso de diseñar una voz propia al sentimiento, al deseo, al dolor que traspasa las entrañas de la mujer de este Continente, es gestar un perfil de esperanza dejando un registro permanente de denuncia contra la injusticia que arremete contra lo femenino desde el propio corazón de las instituciones sociales como lo es la familia, la iglesia, la escuela y otras cargadas de tradición y costumbre que se instaura como lastre innecesario y paralizador de la creación literaria femenina.

La soledad, el sufrimiento de un corazón apasionado y consumido por el olvido, la tragedia de la muerte, la esterilidad como voto y tributo a lo irónico de la existencia humana de una mujer sin maternidad, todo lo anterior encuentra un asidero sólido, sonoro y con imagen propia desde los versos de Gabriela Mistral que se reinventa a través del dolor profundo, ese que solo una mujer puede sentir cuando se le desgaja el corazón por la ausencia del amor.

Desolación es un poemario donde reposa la fama del Premio Nobel de literatura de 1945, siendo la primera mujer americana en ser distinguida con el galardón sueco, el reconocimiento es implícito al sufrimiento de todas las mujeres y que Gabriela universaliza con un tratamiento poético sincero y genuino de la pasión, transgrediendo la censura de la hipocresía social, violentando los sentidos, comprometiendo la sensación con la fisura que provoca el dolor en el ser, comparando las lágrimas del alma como un bálsamo curador de heridas, que causa el caos de la razón humana con la realidad terrenal y las circunstancias de lo femenino en el mundo. El dolor encontró con Mistral una voz de denuncia, un registro poético y el trazo que deja la travesía del dolor cuando navega en el alma de una mujer.

Rosario Castellanos desde su México natal abre su corazón de verso en verso, desnudando la esencia de una mujer que disfruta de su libertad y de su posición en la sociedad mexicana de mitad del siglo pasado, inmersa en una época radical, conservadora de imposiciones de género, religiosas, políticas y citadinas. Su múltiple producción lírica resume su vida, la forma de ver el mundo, el deseo y la satisfacción en su logro. Rosario, permite como un mapa descubrirla a través de su poética, sentir el palpitar de su sangre que choca con el impulso de amar, de ser amada y de permitir ese deleite, aún doloroso de la incomprensión del otro ser o de la partida súbita del bien amado.

En su obra se maneja un eje temporal de sensibilidad y deseo de vivir en pareja al caer una dicotomía de amor y muerte, de mujer feroz y mansa a la vez. Por intermedio de los opuestos hace un contraste visual y en lo táctil como en este verso: “Convulsa entre tus brazos como el mar entre las rocas, rompiéndome en el filo del gozo o mansamente lamiendo las arenas asoleadas”. Otro ejemplo del manejo de los opuestos es el siguiente verso: “Mi sangre se enardece igual que una jauría olfateando la presa y el estrago, pero bajo tu voz mi corazón se rinde en palomas devotas y sumisas”.

La producción de Castellanos es un registro sin combinación, es la evocación de la furia, velocidad y agresividad del amor en contraposición de la paz del placer disfrutado. Es la delicadeza de la trama que maneja sus versos que desbordan obsesiones, delirios, goces, anhelos y deseos en opuestos oportunos y básicos. La sencillez con que estructuró los versos da forma a su obra literaria, resalta sin mayor esfuerzo su agudeza en la percepción de la complejidad de la vida inmersa en la búsqueda del amor y dentro de él, el deseo del gozo y el placer no importando los parámetros de su género, ella se siente mujer y ejerce su derecho pleno de ejercer su sexualidad en sus poemas.

La connotación de la obra poética de la escritora mexicana es directa con el tema recurrente de Gabriela Mistral, el dolor, pero Castellanos se levanta y hace suyo el dolor que produce una herida, pero el cual pasa a un segundo plano y sirve de plataforma para el gozo, es posible que tuviera como base la expresión popular “Para que el placer sea intenso, requiere de un poco de dolor”.

Rosario devela sus sentimientos a ese ser amado: “Tu sabor se anticipa entre las uvas que lentamente ceden a la lengua…”, “Tu presencia es jubilo”, “Bajo tu voz mi corazón se rinde…”, “bajo tu tacto tiemblo…” es clara la relación de subordinación, ella no entra en el conflicto del dilema hombre/mujer, siempre hay una diferencia hacia el ser amado y lo deja marcado a fuego en su producción literaria. Sin duda es una amante paciente, de hecho, ideal, condescendiente e incondicional; es necesario resaltar que está viviendo en la década de los cincuenta, un ambiente poco amistoso para este tipo de expresiones femeninas, pero que logra viabilidad a través de la versatilidad de este tipo de versos en la sociedad progresista y revolucionaria como la mexicana, al menos en teoría.

La lectura de su obra permite un espacio sin límites para la expresión de los sentimientos, es agradable y permite observar con detalle todo aquello que se necesita saber para entender el espíritu de las mujeres que aman y desean vivir a plenitud su sexualidad.

Esta aproximación permite sumergirse en el domo singular del deseo, el placer y la plenitud del corazón femenino, lo anterior empalma y da un salto a lo universal con la utilización del dolor y su metamorfosis hacia el placer.

Para cerrar el triángulo virtual lírico, Julia Burgos desde el caribe permite ensamblar las voces anteriores y representar la voz poética americana. Ella representa la voz portorriqueña que acaparó la isla y la llevó tierra a dentro en la lucha por la conquista de la independencia de su nación. Su creación es prodiga, los poemas en conjunto revelan el apasionamiento de vivir en el caribe, una pasión ardiente, sin temor a la crítica de su época.

Su amor se desborda en cada uno de sus versos, con ellos es posible llegar a las cicatrices de su corazón y acariciar la seda de su piel hecha palabra “… despierta de caricias, aún siento por mi cuerpo corriéndome tu brazo, Estremecido y tenue sigo andando en tu imagen”. De nuevo se manifiesta el dolor como interlocutor entre ellas y propulsor de su creación literaria.

La misma intensidad poética navega en dos esferas paralelas pero vinculantes para esa época en la isla caribeña, la primera su lucha por la independencia y la segunda se constituye en la pionera del feminismo puertorriqueño que le construye una base en forma inmediata. Hace de su obra y vida una leyenda debido a su compromiso con su corazón y su apasionamiento por la vida y el amor.

La obra lírica de Burgos desnuda su intimidad, su pasión por el amor y su vida accidentada, su lucha decidida y frontal por dos ideales definidos, la independencia de su pueblo y la conquista de la feminidad en todos los campos del quehacer humano, el emblema de su ser se encuentra en el discurso “La mujer ante el dolor de la patria” que deja en claro sus reclamos y sobre todo, la convocatoria a sus compatriotas a comprometer su alma y cuerpo en la lucha de la libertad absoluta.

Las tres voces referenciales que dan solidez al triángulo propuesto de la lírica femenina se consolidan, dan fuerza y energía a una identidad americana sustentada en el dolor, la esperanza que irradia libertad plena, desde estos tres faros hechos versos que guían lo americano en todas las latitudes, dando forma y sonidos a la voz femenina de América.

Para concluir, la obra femenina comparada reafirma como en el pasado que “Las mujeres que tomaron la pluma poética han vuelto siempre a Eros” a pesar del dolor que produce su trazo poético, en la búsqueda del refugio, el gozo y el placer de la palabra hecha poesía.

Presentación

El continente americano ha dado al mundo una plétora de poetas universales en el que han destacado de manera particular escritoras de muy diverso calado.  Reconocer en esta edición la contribución de tres de ellas, Gabriela Mistral, Rosario Castellanos y Julia Burgos, es un acto de justicia que nos complace realizar desde La Hora.

Jorge Antonio Ortega Gaytán, el autor del texto, hace un recorrido breve por la lírica de las escritoras, mostrando sus cualidades y explicando el valor de su obra.  Si bien es un recorrido apresurado, el artículo puede iniciar en el interés por libros que son fundamentales en el desarrollo de la literaria americana.

Ortega Gaytán resume de la siguiente manera el significado de la producción de las tres escritoras:

“El común denominador de las representantes de la pluma lírica femenina se puede resumir en ser auténticamente americanas, pertenecer al mismo género literario, siglo, el desarraigo de y como mujeres, en su multiplicidad de implicancias y repercusiones. Ahora bien, el hilo conductor es la literatura que no reconoce fronteras y dentro de ella la lírica femenina que incide directamente en la construcción de una conciencia colectiva que querella dolor, amor e ilusiones, dando paso a la conformación de una identidad americana desde la concepción lingüística, como plataforma de registro, denuncia y lucha”.

En la misma línea literaria, Enán Moreno, presenta el libro del escritor guatemalteco Mario René Matute, titulado, Cuentos en carreta.  Moreno nos acerca al universo creativo de “El Choco Matute”, a través del repaso de las características de su obra y una miniselección de textos que pueden enganchar a los potenciales lectores del reconocido autor nacional.  De igual forma y con interés semejante, el Suplemento introduce la poesía de Enrique Juárez Toledo.

No se vaya sin revisar las contribuciones de Miguel Flores y Karla Olascoaga. El primero, como es costumbre, nos ofrece un tema de reflexión estética, en este caso el relativo a las tarjas universitarias.  Por último, Olascoaga escribe sobre sus regresos a Lima.  El texto, al tiempo que expresa emociones, retrata una ciudad llena de contradicciones.  La Lima que, en palabras de la escritora, “me hace admirarla, temerle y amarla”. 

Que disfrute la edición.  Hasta pronto.

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