Miguel Flores
La reciente investigación de la arqueóloga Luz Midilia Marroquín pone de relieve las cualidades estéticas de documentos universitarios coloniales denominados en su tiempo como tarjas. Estas impresiones forman parte del Museo del Libro Antiguo, en la Antigua Guatemala, y de los archivos de la Universidad de San Carlos. Son a todas luces la piedra angular para el estudio del desarrollo del arte visual y del diseño gráfico en el país.
Estos documentos regularmente impresos, (también los hay realizados en forma manuscrita), son un ejemplo del empleo de la tecnología de su tiempo –la recién llegada imprenta–, de una necesidad de difusión de un mensaje –las conclusiones de un examen de graduación o de oposición a optar a una cátedra–, pero con un claro componente expresivo, que puede denominarse estético. Estos componentes del diseño gráfico actual, brindan una forma determinada y la posibilidad de entender la experiencia estética que emanan de las tarjas universitarias hoy en día.
Como indica Marroquín, se trata de un término sin vigencia en el presente, por ello no es de dominio general. “En el Reino de Guatemala el término tarja se utilizó en varios contextos, fue de dominio común entre los grupos intelectuales de la época, pues servían para solicitar exámenes y contenían los puntos a debatir y defender en un examen”. En ejemplos de finales del siglo XVII, el término era una hoja que contenía las conclusiones que se presentaban, debatían y defendían en los exámenes.
Las tarjas universitarias, además de su antigüedad, muestran indicios de rasgos estéticos, realizadas con la tecnología disponible, tanto en el uso de las letras móviles como de las decoraciones e ilustraciones. Hay que tomar en cuenta que los impresores coloniales debían de ser creativos con los tipos móviles (inventados por Gutenberg) disponibles dentro de formatos determinados, el tamaño del papel de la época, tal como sucede hoy con los distintos tamaños de papel (A0, A1, A2, A3, A4). Los documentos más sofisticados muestran una estampa religiosa y diferentes tipos de viñetas geométricas o florales.
Las estampas van desde escenas de la vida de Cristo, marianas, en advocaciones como la Virgen del Tránsito, la Virgen de la Asunción, la Virgen de la Merced y de santos como San Ignacio de Loyola, San Antonio de Padua, San Rafael Arcángel, San Buenaventura. De igual forma anagramas de Jesús y María, escudos como el de la Compañía de Jesús o insignias pontificias.
Este importante estudio pone de manifiesto varios aspectos, uno de ellos es la existencia de la comunidad de impresores, luego del primer equipo de imprenta traída por fray Payo Enríquez de Rivera. Por otra parte, al ver estos documentos es posible experimentar una experiencia estética, que se enmarca en la composición la estampa principal y las decoraciones tipográficas.
El estudio de Marroquín, pronto a publicarse, invita a repensar estos documentos que atraen por sus rasgos artísticos, fuera de la imposibilidad de lectura del latín de la época, pero que aun emanan rasgos de trascendencia. ¿Por qué? Porque permiten una experiencia estética.
Esta investigación es fruto de la Maestría en Historia del Arte, de la Escuela de Historia de la Usac, y del interés del doctora Artemis Torres y del doctor Fernando Urquizú por crear investigaciones profundas en el campo del arte.
Visite el Museo del Libro Antiguo, y contemple estos antiguos y esplendorosos documentos.