Concierto de Bon Jovi en el estadio Wanda Metropolitano de Madrid. Foto la hora: Ricardo Rubio - Europa Press / dpa.

MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –

Seis años después de su última visita a España -también en Madrid en el ya casi demolido estadio Vicente Calderón-, Bon Jovi ha congregado ayer a más de 50 mil fans en el Wanda Metropolitano con entradas agotadas en una noche de verano tan sudorosa como repleta de cánticos propicios para las multitudes. La perfecta definición de un rock de estadio que, después de 35 años en la brecha, luce algo mayor y ya peina mogollón de canas. Con todo lo que eso conlleva.

La velada fue conducida con solvencia por el carismático (y aclamadísimo) vocalista Jon Bon Jovi, quien a sus 57 años se muestra alarmantemente falto de voz. Se esfuerza, pero no llega. Una dificultad resuelta con oficio vocal y con esas estudiadas poses de estrella y esas blanquísimas e irresistibles sonrisas que regala con la confianza de quien se sabe poseedor de un atractivo deslumbrante. Incluso algunas pistas de voz pregrabadas para apoyar también sonaron por ahí, convenientemente camufladas entre los coros de sus escuderos y los siempre necesarios aullidos del público disfrutón que prefiere cantar a escudriñar -los trucos de trilero del directo siempre están ahí para que con la excitación no se noten las carencias y así está bien-.

Un público lógicamente también más mayor y comprensivo, que perdona las carencias derivadas de la edad y que, después de pagar entradas desde 60 hasta 180 euros -las más cercanas al escenario-, incluso obvia como puede la ‘acústica cáustica’ de este Wanda en el que ganar o perder depende de la ubicación de cada cual. Lo relevante para la congregación es, en definitiva, que ahí está el viejo rockero -antaño rubiales, ahora con el pelo totalmente blanco, aunque aparentemente igual de irresistible para el gentío por muchos lustros que pasen-, que pone sobre las tablas todo el magnetismo imaginable al frente de una banda conformada por otros seis miembros.

Porque los Bon Jovi de 2019 tienen poco que ver con los que debutaron en 1984, con un Jon ahora más protagonista que nunca -y eso es mucho decir cuando siempre ha sido el presi de la corporación- flanqueado por los otros dos integrantes originales, que aún algo de atención reciben: El baterista Tico Torres -buena pegada- y el teclista David Bryan -arreglista preciosista-. Junto a ellos, el guitarrista Phil X -preciso, talentoso y enérgico aunque incapaz de hacer olvidar al añorado Richie Sambora seis años después de su marcha-, el efectivo pero invisible bajista Hugh McDonald, el guitarrista de apoyo John Shanks -también coproductor de los reguleros tres últimos discos del grupo- y el percusionista Everett Bradley.

Saben lo que se hacen y entre todos mantienen la maquinaria carburando a piñón fijo sin grandes estridencias a mayor gloria del jefe -que se lleva todas las miradas mientras el resto, salvo momentos muy puntuales, se queda como mera banda impersonal de acompañamiento-, derramando casi sin querer sobre los asistentes canciones de todas las épocas del grupo, si bien fueron los himnos del milenio pasado los que claramente mayor alegría y alboroto provocaron.

Artículo anteriorLuis Fonsi combinará momentos rítmicos y románticos en Viveros con su gira ‘Vida’
Artículo siguienteMicrosoft eliminará cuentas que lleven más de dos años inactivas