Miguel Flores
En Guatemala los centros culturales binacionales son piezas fundamentales en mantener una constante agenda cultural. Este año el Centro Cultural de España cumple quince años de labor ininterrumpida. Antes de su creación lo relacionado a la difusión de cultura de España estuvo a cargo del Instituto Guatemalteco de Cultura Hispánica, que en su mejor momento llegó a tener su sede en el Edificio Galerías España, pero como cualquier organización cultural guatemalteca, los mismos directivos eran también ejecutores, un pecado similar que cometen otras organizaciones culturales locales.
En esas épocas (sesenta y setenta del siglo pasado) no se hablaba de curadores ni de gestores culturales. La labor la realizaban las juntas directivas, con el natural desgaste. Al IGCH le tocó enfrentar los tiempos de la guerra en Guatemala, perdiendo a dos de sus miembros directivos y además sobrellevar la quema de la Embajada de España. A pesar de estos acontecimientos el espacio para difundir la cultura española siguió, pero en cierta forma perdió su brillo.
La década de los noventa en Guatemala fue un momento en que el arte resurgió con fuerza, fueron los momentos de galería Imaginaria, los Festivales Paiz en Antigua y de la Bienal de Arte Paiz que unidos a las galerías de arte mantenían el movimiento de las artes en el país. Los Acuerdos de Paz y la reapertura de relaciones diplomáticas entre Guatemala y España dieron pie a concretar de mejor forma su aporte cultural a Guatemala.
El CCE forma parte de la Red de Centros Culturales de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Todos estos centros forman un entramado especializado en la gestión y difusión cultural, tanto de lo español como las culturas locales. Su presencia implica infraestructura cultural eficiente, auditorio, salas de exposiciones, bibliotecas, salas de lectura, equipados con la última tecnología. Los CCE en Centroamérica son una vía importante para la difusión del arte actual como ya se ha utilizado en varias ocasiones.
El CCE en Guatemala debe mucho de su buen inicio a la gestión de Rosina Cazali, que en los noventa había ejercido como miembro de Galería Imaginaria y había coordinado exposiciones en el Museo de Arte Moderno y organizado Fotojornadas junto con el Patronato de Bellas Artes y Colloquia. Cazali, conocedora de arte, sumó sus conocimientos de diseño gráfico. El resultado fue el surgimiento de un CCE sólido que llamó la atención de las nuevas generaciones de artistas y de personas interesadas en las artes, especialmente por su programación novedosa, libre acceso del público y material promocional que marcó una época. Por primera vez se vio el inicio de un manejo profesional de la difusión cultural en el país, su gestión demostró de lo que puede hacer en Guatemala cuando existen fondos para su administración a favor de la cultura.
Este centro cultural, ahora en lo que fue el Cine Lux, además de hacer un aporte en la puesta en valor de ese emblemático edificio del Centro Histórico, y de valorar el arte actual, ha sido el pionero en dar visibilidad y vos al colectivo LGTB. Aún resuenan los antiguos espacios en Cuatro Grados Norte de primer encuentro con el colectivo trans, donde el mundo del arte pudo visualizar el drama de la existencia de estos guatemaltecos.
Es un espacio donde se ha expuesto obras que por la mentalidad conservadora chapina no tiene cabida en las puritanas galerías de arte, o la proyección del festival La otra banqueta, con películas que abordan el tema LGTB. Su aporte a la fotografía actual es invaluable, todos recuerdan sus magníficas exposiciones itinerantes o de Foto 30 un mes dedicado a la fotografía organizado por Cazali, y donde el CCE compartía protagonismo con las galerías de arte de la ciudad. Esta actividad que lamentablemente desapareció con la crisis económica española sentó las bases para la apreciación de la fotografía con vocación de arte.
El CCE es un centro cultural que se sabe de mentalidad abierta, un espacio de convivencia para todos los que quieren enriquecer su espíritu con la cultura. Se recuerda la travesura de una manta vinílica que colgaba a la entrada del centro en Cuatro grados norte, que decía: Aquí son bienvenidos Adán y Eva y también Esteban, los que vieron la campaña electoral de Álvaro Colom lo recordarán.
Gracias Centro Cultural de España.