Miguel Flores Castellanos
Doctor en Artes y Letras

Es un acontecimiento contemplar una exposición retrospectiva de una artista viva. La exposición Jamie Bischof viene a dar cuenta del estado de las artes visuales en la década de los setenta del siglo XX y al mismo tiempo su adecuación al siglo XXI. ¡Cómo hubiera ilustrado a las jóvenes generaciones del siglo XXI ver estas obras antes para aprehender el rumbo que marcaban estas piezas en su época!

Esta exposición permite hilvanar un trozo de la memoria visual de los años setenta y principios de los ochenta en Guatemala. Bischof, formada en California College of Arts and Crafts, y luego en la San José State University de California es posiblemente la primera artista afincada en Guatemala con un grado universitario. Su época de estudios estuvo directamente relacionada con los grandes movimientos artísticos que se daban en Nueva York y San Francisco. Como puede apreciarse en la exposición sus primeras obras dialogan con obras de Frank Stella, Sol LeWitt o Bernett Newman.

Registros documentales permiten conformar el entorno de relaciones que Bischof entabló durante los años setenta, Daniel Schafer, Margot Fanjul (Margarita Azurdia, años después), Luis Díaz, Zipacná de León, Marco Augusto Quiroa y espacios como la DS, Macondo, Forum y Vittorio, una red que impulsó una nueva visión del arte en el país y que marcó el inicio del arte actual que nadie ha estudiado a profundidad.

La crítica Edith Recourath en 1971 ubica a Bischof como una artista abstracto – expresionista. Para la época era común encasillar en estilos, pero la lucidez de esta primera crítica logró vislumbrar un lenguaje propio desde las primeras exposiciones. Margot Fanjul fue más allá: “La pintura de Jamie Bischof me incita a meditar, me lleva a mi mundo, me emociono, me identifico. (…) Frente a una obra de Jamie pienso únicamente”.

De la obra de esta artista emana rasgos de pragmatismo. Con un continuo juego con la superficie plana a la volumétrica en el siglo XX y ahora en el siglo XXI con el volumen exento, las líneas lacerantes, los tubos retorcidos y ondulantes, el aluminio frío e hiriente, toda la obra contiene claves dramáticas de un rompimiento interno del ser. Su obra del siglo XX se adelantó en aspectos como el uso de los materiales, pintura y aluminio expuesto, actitud pionera en los setentas y que hoy se observan en jóvenes artistas.

Es una lástima la museografía, no hay un indicador de dónde empieza la exposición, claro que ese espacio del museo no es el más adecuado para una exposición de esta envergadura, pero es lo que hay. Quien no esté acostumbrado a guiarse por las cédulas informativas de las obras se perderá y no podrá apreciar la evolución de esta gran creadora. La exposición estará abierta hasta el 10 de junio. El Museo de Arte Moderno abre los sábados y domingos, es una exposición digna de visitarse.

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