Miguel Flores
Doctor en Artes y Letras
Octavio Paz dijo en algún momento que un poema es una imagen, y esto se puede comprobar en la poesía que trasciende del texto escrito sobre papel. La relación de la fotografía y la literatura tiene con Juan Rulfo (1917 – 1986) esa simbiosis del texto con la imagen, ya que además de escritor, fue guionista y fotógrafo.
Rulfo nace en el momento en que finaliza la revolución mexicana. Su vida como escritor le hizo conocer de primera mano a toda la generación de pintores que forjaron el muralismo azteca. La obra de este escritor sale a luz en la ebullición de la forja de la identidad de su país. El manifiesto de 1923 de los muralistas resultó casi un mantra para los artistas de la época a los que llamaba a crear un arte público monumental, de educación y de combate.
La mítica Comala es la metáfora de ese México profundo abandonado por los gobiernos conservadores dirigida por caciques criollos con poder económico y político. Sus viajes y su mirada a esos territorios dieron pie a numerosos cuentos que además de tener un trasunto variado presenta esa imagen de los poblados que la revolución modificó.
La obra de Rulfo, debido a su estructura y voz narrativa en primera persona, se suma el uso de referentes icónicos colectivos como las iglesias locales. Un ejemplo es su cuento Talpa. Estas imágenes literarias fueron posibles llevarlas al cine. Se cuenta que el Indio Fernández solicitaba guiones para filmar a los escritores más destacados, una película icónica será El despojo (1960) dirigida por Antonio Reynoso, basado en un cuento de Rulfo.
Los viajes al interior de México y su familiaridad con el cine le hicieron fotógrafo, una disciplina que empezaba también a formar parte de la cultura mexicana y cuyo referente de esa época fue Manuel Álvarez Bravo (1902-2002).
Las fotografías de Rulfo son una clara refracción de la realidad mexicana de la época y que la revolución mexicana modificó. La soledad, la precariedad de sus personajes, son similares a los de sus cuentos. No busca el paisaje decorativo o la buena fotografía, sino evidenciar una realidad que algunos no aceptaban, pero la gran mayoría de la población sí reconocía.
El fotógrafo Rulfo no llegó a vivir la euforia de la imagen de hoy, pero sí le tocó vivir la creación del Consejo Mexicano de la Fotografía, institución creada en 1976 por Pedro Meyer, Lázaro Blanco Fuentes y Raquel Tibol, con el fin de promover la investigación sobre la fotografía mexicana, y que se transformó en lo que hoy es el Centro de la Imagen. Es en este espacio donde la obra de Rulfo como fotógrafo adquiere el relieve con el que hoy se admira su obra.