Woody Harrelson en una escena de "The Highwaymen”. Foto la hora: Hilary B Gayle/Netflix/AP.

Por MARK KENNEDY
Agencia AP

Es difícil comenzar a ver la película de Netflix «The Highwaymen» (“Emboscada final”) y no pensar en el inevitable final: una famosa emboscada con una lluvia de balas.

Eso es lo que le pasó a Bonnie Parker y Clyde Barrow el 23 de mayo de 1934, día en que finalmente la ley atrapó a la pareja que llevaba años asesinando gente alrededor de Estados Unidos.

Los cinéfilos de cierta edad ya hemos visto varias veces esa emboscada fatal. A «The Highwaymen» la precede «Bonnie y Clyde» de 1967, que tuvo en su última escena un torrente de disparos cayendo sobre Faye Dunaway y Warren Beatty.

Esa película idealizó al dúo criminal que mató a 13 personas y su emboscada fatal pareció más una carnicería a sangre fría que una acción legal necesaria. Ahora, 52 años después, viene el otro lado de la historia con «The Highwaymen», la versión del guionista John Fusco de cómo dos rangers jubilados de Texas lograron rastrearlos y acabar con ellos.

Si Bonnie y Clyde eran los héroes de la película de Arthur Penn de 1967, los oficiales Frank Hamer (Kevin Costner) y Maney Gault (Woody Harrelson) lo son en esta versión: oficiales broncos, taciturnos y afanosos. El director John Lee Hancock está tan poco dispuesto a presentar con glamur a los jóvenes forajidos que prácticamente nunca enfoca la cámara sobre Bonnie y Clyde, usando en vez filtros que dan un efecto onírico o ángulos extraños.

Al igual que su predecesora, hay muchos comentarios culturales en la temperamental y divertida historia de Netflix temas como qué determina que alguien se vuelva criminal, el paso del tiempo, la pobreza, el compromiso moral y, claro, la fama de Bonnie y Clyde.

En la vida real se generó todo un culto alrededor de ellos: muchas mujeres incluso copiaban la moda de Bonnie y sus fans los saludaban como si fueran estrellas de cine. En algún momento el personaje de Harrelson señala que antes el talento llevaba a la fama, “ahora simplemente le disparas a la gente”.

La película da una sensación de western, con héroes destartalados a los que les suplican que vuelvan a trabajar, sólo por esta ocasión, para cazar a los asesinos, lo cual les lleva a encarar las burlas de la nueva generación por sus métodos anticuados.

La película se gestó por tanto tiempo que iba a ser estelarizada por Robert Redford y Paul Newman, lo cual genera todo tipo de sentimientos nostálgicos. (Piensen en los protagónicos de «Butch Cassidy and the Sundance Kid» y «The Sting» con sombreros fedora y trajes oscuros en autos Ford de la época de la Gran Depresión luchando del OTRO lado de la ley).

Costner interpreta a su Hamer como un clásico personaje de Costner: silencioso y enfocado, con carisma moral y un astuto toque de dulzura bajo ese exterior gruñón. Harrelson logra otra buena interpretación como el tipo atrevido que te gustaría que estuviera a tu lado en un puesto de vigilancia. “Estoy vivo y listo para actuar”, le dice a su compañero. Son una gran pareja dispareja.

Por momentos el guion se siente acartonado: “Siempre hay sangre al final del camino”, es uno de sus diálogos burdos, y se detiene demasiado en símbolos (como los adornos de galgos). La música original de Thomas Newman, en cambio, es muy evocadora, y el estilo de Hancock es pausado y frío, lo cual permite que los kilómetros de carretera se extiendan frente a él para dejar que sus escenas de acción se sientan más eléctricas cuando ocurren.

Para cuando llega el final, el director presenta la última emboscada de una forma muy diferente que «Bonnie y Clyde». (Una pista: los policías tienen honra). En muchos momentos la película se siente como un intento por corregir la historia o al menos el retrato anterior de Dunaway-Beatty con un Hammer inepto.

Hay momentos de quietud hermosa y secuencias bellamente filmadas, como una persecución genial de autos en medio de nubes de polvo, que hacen que la cacería sea agradable. Uno sabe desde el principio cómo termina la historia, pero en esta ocasión las cosas son diferentes: los buenos ganan.

«The Highwaymen», un estreno de Netflix, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años vayan acompañados de padre o tutor al cine) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de violencia y lenguaje soez. La AP le otorga tres estrellas de cuatro.

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