Ana María Moreno
Psicóloga y esposa de Edelberto Torres

La familia de Edelberto Torres-Rivas hemos recibido múltiples mensajes de condolencia, se han publicado varias columnas de opinión, una gran cantidad de comentarios en las redes sociales, muchos mensajes por correo electrónico, todos suman reconocimiento a su calidad académica, a su capacidad de investigación, a sus múltiples aportes al conocimiento y desarrollo de las ciencias sociales en Guatemala, Centroamérica y también en el resto de América Latina.

Edelberto, cumpliste con la ruta que trazaste para enfocar tus conocimientos y destrezas intelectuales aportando muchos libros, muchos capítulos de libros, prólogos y artículos en revistas y diversas publicaciones, muchas columnas periodísticas y siempre estuviste con la sensación de que aun te faltaba tocar ciertos temas, que aun faltaba algo más.

Además de estudioso, fuiste un lector insaciable, tu capacidad lectora me dejaba deslumbrada y cuando terminabas un libro, una novela, me hacías un resumen crítico para motivarme a compartir esa lectura o también podías decirme, ¡no pierdas el tiempo, no vale la pena!

Puedo agregar que tuvimos la suerte de coincidir en esta maravillosa edad de otoño y compartir una muy rica vida de pareja, fuimos compañeros, amigos, cómplices. Disfrutamos también largas horas de conversación intensa, acompañados de música clásica especialmente. Fuiste un ser social incansable, te gustó compartir con amigos, eventos culturales y sociales, eventos académicos en Guatemala y en otros países.

Siempre rodeado de personas amables, cariñosas, conocidas y otras que se acercaban para conocerte, saludarte, agradecer por tus libros, pedir una firma en algún libro que ya tenían trabajado o lo compraban antes de acercarse. Se acercaban también para pedir una foto contigo y tu gesto amable y sonriente confirmaba que estabas siempre en la mejor disposición para compartir.

Fuiste contundente y drástico con quienes se alejaban del rigor científico o académico. Fuiste crítico con quienes solicitaban tu opinión para un documento o trabajo investigativo, siempre acompañaste con palabras de aliento o comentarios para enriquecer o profundizar aquello que considerabas mejorable o valioso. Fuiste autocrítico y eliminaste trabajos que consumieron horas, pero al final no terminaba de convencerte el producto. Iniciabas de nuevo y con pasión cuando una idea debía ser analizada y trabajada a profundidad.

Tu espíritu divertido y bromista, también en situaciones serias de trabajo, de presentaciones formales, en los eventos académicos, jugabas con las palabras e ironías que te permitían sacarle al público hasta carcajadas y también disgustos.

Edelberto, mi querido Edelberto y como dije a algunos de los queridos amigos que nos acompañaron en esta última despedida, ahora pasas a ser nuestro Edelberto. Estarás presente a mi lado, a nuestro lado con todo ese amor, con toda esa admiración, con todo ese deseo de disfrutar de una buena comida, de un buen vino, de una buena malta, de un buen postre, de un buen e infaltable helado.

El día que el Movimiento Semilla quedó inscrito como Partido Político, en la intimidad de nuestra cena, abrimos botella de vino y brindamos por el fruto de esa semilla que tan apasionadamente colaboraste para su siembra en tierra fértil y joven.

Edelberto, fuiste un gran HOMBRE en toda su dimensión, un caballero, un gran amigo, un grande y solidario compañero y ser humano. Con gran facilidad compartí y quiero a tus cuatro hijos, a tus nietos, a tu hermana. También incorporaste en tu valoración y afecto a mis hijos. Siempre me dijiste y cantaste a mi oído “el fin del trayecto eres tú”.

¡Hasta siempre y con amor profundo Don Edel!

In Memoriam. Edelberto Torres Rivas

Edel hizo una buena travesía por la vida: dejó un reguero de enseñanzas, lecciones e instituciones. Tal como reza el refrán español para ser un humano completo: Edel sembró árboles, tuvo buenos hijos y escribió un montón de libros. Las tres condiciones las hizo con creces.

¿Qué más podía hacer en esa travesía?: Ser un buen amante, buen compañero, buen amigo y un luchador consecuente por lo que creía justo. También lo hizo. Pero también hizo algo trascendental para la historia de este país: a su regreso del exilio del fatídico 1954, se empeñó en recrear la organización juvenil del PGT, la Juventud Patriótica del Trabajo -la reconocida JPT.

Fue nombrado Secretario General de la JPT y en pocos años, casi de la nada, estructuró una organización juvenil sólida ideológica y políticamente clara de retomar los postulados de la Revolución del 44. Tuvo la entereza de reconocer que se había equivocado en el dogmatismo comunista, pero sostuvo que siguió marxista.

La caverna nunca olvidó esa ejecutoria de Edelberto, y menos sus posiciones irreductiblemente democráticas, lo cual lo consideraba un elogio. Así que en esta conmemoración a un mes de su partida queda brindar, con un vivificante octavo de indita, como en los primeros tiempos de lucha y clandestinidad, y luego con una malta como cuando el tiempo, las circunstancias y los saberes lo llevaron a poder disfrutarlas en los cenáculos.

Salud por el entrañable amigo, mentor y maestro, ahora que comenzó la travesía en el ara de los inmortales.

Guillermo Paz Cárcamo

Artículo anteriorEl otro Edelberto Torres Rivas
Artículo siguienteRestauran tumba de Tutankamón para prevenir daños