Madrid/Europa Press

Michael B. Jordan vuelve a subirse al cuadrilátero en Creed II: La leyenda de Rocky, la nueva entrega de la saga pugilística en la que, de nuevo acompañado de Sylvester Stallone en su rincón, reedita el mítico combate relatado en una de las películas más recordadas de la franquicia, Rocky IV. En este filme, que llega a los cines el próximo viernes 25 de enero, Adonis Creed se enfrenta al hijo de Ivan Drago, el boxeador ruso que mató a su padre en la película de 1985 y que, como aquel entonces, vuelve a estar interpretado por Dolph Lundgren.

Pero en esta secuela, dirigida por Steven Caple Jr. que releva a Ryan Coogler al frente de la franquicia, el mayor reto para Adonnis no es subirse al ring frente a una bestia como Viktor Drago, interpretado por el boxeador profesional Florian Munteanu, sino formar una familia y encarar el reto de «convertirse en padre inesperadamente».

«Un bebé da mucho más miedo que otro boxeador. El bebé hace lo que quiere, no puedes controlarlo. A la hora de pelear con otro te puedes preparar, puedes entrenar, puedes estudiar a tu rival… pero un bebé es impredecible», dice el actor en una entrevista para Europa Press durante su visita a Madrid para promocional el filme.

Hablando de la paternidad, un paso que todavía no ha dado en la vida real, Jordan señala que más que una película de boxeo pura y dura, ‘Creed 2’ es un filme que pone el acento en la relación entre padres e hijos. Y más concretamente, sobre cómo «los hijos tienen que cargar con los errores de sus padres» a la vez que intentan no repetirlos.

Y aunque vienen de realidades totalmente distintas -Adonis acaba de proclamarse campeón del mundo y la vida le sonríe, mientras que Viktor sobrevive en un cuchitril de Kiev ganando combates de poca monta- tanto su personaje como su némesis en el cuadrilátero, intentarán liberarse de la carga de sus apellidos para encontrar su propio camino.

«Ese era uno de los puntos clave que queríamos incluir en la película. Viktor tiene una relación muy complicada con su padre Ivan, Rocky la tiene con su hijo… y ahora yo también con mi hija. Así que sin duda es una película de padres e hijos», señala el actor que confiesa que para él ha sido muy especial reeditar aquel «combate épico» entre Rocky y Drago, ya que su primer contacto con la saga cuando era niño fue a través de Rocky IV.

«Lo recuerdo muy bien, ver esos puñetazos decir: ‘¡Macho, qué barbaridad!’. Fue épico y además con unos personajes tan ricos que siempre te apetece volver la vista atrás y ver las demás entregas de la saga», afirma Jordan que también recuerda que «en aquellos años de la Guerra Fría fue una película muy política y su impacto fue increíble». No en vano, hoy en día Rocky IV sigue siendo una de las entregas más queridas por los fans de saga, pero también es vista como una maniquea pieza de propaganda estadounidense contra la URSS.

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