Santos Alfredo García Domingo
Educador y Escritor
Lázaro Cárdenas decía: “quien regala los recursos naturales de un país se le debe calificar como un traidor a la patria” (Rubio, 2017:43). Estas palabras sabias como las de Benito Juárez al afirmar: “el respeto al derecho ajeno es la paz” deben calar como la lluvia en el suelo.
Inicio esta reflexión con dos pensadores mexicanos que de una u otra manera participan en la revolución del pensamiento y la justicia social porque, nosotros los guatemaltecos, debemos buscarlo por todos los ámbitos si queremos salir de la cloaca donde estamos sumergidos. Perdón, nos han sumergido y muchos, se han acomodado y aunque apesten, prefieren la hediondez y la podredumbre porque su interés es el dinero mal habido.
Durante mucho tiempo llevo dibujado en mi mente al pueblo de Guatemala aplastado por los zapatos de quienes tienen secuestrado el Estado y hacen de los títeres políticos su santa voluntad. Por ello, confirmo con la conclusión de (Rubio, 2017:42) al afirmar que “no existe poder ejecutivo, legislativo ni judicial, mucho menos poder del Estado. Lo que existe es poder económico que compra presidentes por medio del financiamiento de campañas, paga por leyes de beneficio sectorial y compra magistrados y jueces para que fallen en favor de sus intereses y poder mediático que genera opinión para desviar nuestra atención de los verdaderos problemas nacionales, en favor del modelo neoliberal, manipulando a grandes segmentos de la población al ocultarles la realidad nacional”.
Hay un dicho popular que dice: “no podemos tapar el sol con un dedo” y un artículo bíblico que pronuncia: “un ciego no puede guiar a otro ciego”. Podemos mencionar muchos ejemplos, pero la decisión última está en cada persona.
La realidad guatemalteca es terrible, mientras la mayoría está sumergida en la extrema pobreza, unas pocas familias se apoderan del capital saqueando al miserable y lo más triste es que los aspirantes al poder, aunque hayan salido de las bases, también oprimen al pobre y besan los zapatos del opresor.
Llevo veinticuatro años de dedicarme a la educación, al monitoreo y evaluación y he palpado la pobreza, el sufrimiento y todo tipo de injusticias y a veces he compartido mis lágrimas con los niños y maestros que son mutilados en sus derechos. Es increíble que tenemos un Currículo Nacional Base que exige calidad educativa, pero sin recursos en las aulas.
Hago la primera comparación que lacera a los indefensos, a los que no tienen voz ni voto, a los que solo aprenden sus derechos de memoria, aunque nunca sean escuchados. Ellos son los más débiles, los pisoteados y sus rostros son angelicales. Me refiero a los niños. A esos que hasta el 2018 se les asigna tres quetzales para su alimentación, mientras que, a los presos, los asesinos, los violadores, los ladrones y narcotraficantes se les asigna un presupuesto en desayuno, almuerzo, cena y hospedaje seguro y todavía son escuchados por las leyes cuando exigen sus derechos. Lo más triste es que si son presos políticos tienen mejores privilegios y comodidades.
¿Cómo, entonces, exigir calidad educativa cuando las escuelas son violentadas y arrasadas en su dignidad?
Recuerdo que en el año 2012 visité la EORM de San Francisco Setzol de Cobán, Alta Verapaz. Llegué caminando y sin guía porque no me asignaron recursos ni viáticos, eso sí con grandes exigencias. Después de caminar, aproximadamente tres horas y perdido en la montaña, contemplé aquel ranchón sin puertas ni ventanas, era la escuela con un solo docente atendiendo los niños de preprimaria y primaria, aproximadamente sesenta niños.
Todos los niños atendían con humildad y respeto a los malabares que hacía el maestro que desempeñaba con responsabilidad su profesión y vocación. Una de las preguntas que le hice al profesor era: “los niños practican el lavado de manos”. La verdad es una pregunta insignificante, pero había que hacerlo. El maestro me mostró un gran tinaco.
Mire -dirigiéndose a mí- ese tinaco lo llenamos en el invierno. Cuando se acaba el agua dejamos de practicar el lavado de manos porque los miembros de la comunidad tienen que ir a buscar agua en las quebradas y cuesta conseguirla.
Fue un día difícil y doloroso, no solo por el acceso, sino por las condiciones en que se encuentra la comunidad y no digamos la escuela. Sin embargo, lo más doloroso fue observar a los niños con sus vasos gigantes y con la esperanza de recibir la refacción porque ese día el maestro les dijo que no había llegado el tercer desembolso, cosa que los niños no entendieron, solo los vasos vacíos y los estómagos hambrientos se encaminaron con los pies descalzos a sus humildes viviendas.
Fue lamentable que, no solo la escuela de San Francisco Setzol sino todas las escuelas del país dejaron de recibir la refacción. Lo más cruel es que obligaron a los docentes a firmar el tercer desembolso que nunca llegó por los malos administradores y ladrones del gobierno de Otto Pérez Molina, fiel corrupto y vendepatria.