Por LINDSEY BAHR
LOS ANGELES
Agencia (AP)

Jennifer López aprendió hace mucho tiempo que en el negocio del espectáculo una no puede simplemente sentarse a esperar oportunidades, sino que una misma tiene que creárselas. Esta es la simple razón de ser de “Second Act” (“Jefa por accidente”), su primera película en tres años y su muy anticipado regreso al cuento de hadas moderno y brillante.

“Soy bastante particular”, dijo López una tarde reciente en Los Ángeles. “Me han ofrecido un par de películas el último par de años, pero a menos que sea lo adecuado y reciba el tipo de oportunidades correctas, prefiero crearlas. Ese es mi mantra y el de Elaine. No forzamos las cosas, pero tampoco esperamos sentadas… Si nadie nos da las historias que queremos contar, las creamos nosotras mismas”.

Elaine es Elaine Goldsmith-Thomas, la vieja amiga y socia productora de López con la que ha trabajado en proyectos como “The Boy Next Door” (“Cercana obsesión”) y “Shades of Blue”. “Second Act”, que se estrena en cines de Estados Unidos mañana, fue su idea. Pensó que López sería la mujer apropiada para interpretar a la cuarentona empleada en una tienda de cajas con destreza para los negocios, pero sin un título formal, que tiene la oportunidad de demostrarle lo que vale a la élite de Madison Avenue. Un poco “Working Girl” (“Secretaria ejecutiva”), un poco “It’s A Wonderful Life” (“¡Qué bello es vivir!”), era el tipo de historia que le gustan a López.

“Estamos atrapados en estas películas porque sabemos, crecimos con ellas y sabemos. Son necesarias. La gente necesita inspiración, necesita creer en un cuento de hadas”, dijo López. “Creo que esa es la evolución de la comedia romántica. No se trata tanto de enamorarse del príncipe azul, se trata de enamorarse de una misma y de su vida y de darse cuenta de que una tiene que ser el amor de su vida”.

López, de 49 años, dijo que hasta lloró al describirle la historia en una reunión al presidente de STXfilms Adam Fogelson (“Nuestro gran promotor”, dijo), quien aceptó ahí mismo hacer la cinta.

“Él cree en este tipo de películas y cree en mujeres productoras”, dijo.

Contrataron a un director, Peter Segal (“50 First Dates”, o “Como si fuera la primera vez”), apartaron algo de tiempo en la apretada agenda de López (“Literalmente creo que es la persona más ocupada del planeta Tierra”, dijo Segal riendo) y se lanzaron a filmar en Nueva York, lo cual resultó ser todo un reto de por sí.

También estaban los admiradores perennes, los curiosos y los paparazzi, algunos de los cuales tuvieron que ser borrados digitalmente de las tomas en posproducción.

Es parte de hacer negocio con López, una industria por sí misma. Sabe que es difícil de acorralar, pero siempre se asegura de darlo todo cuando está presente.

“Todo el que trabaja conmigo tiene que tener un poco de paciencia porque hago muchas cosas y siempre quiero ser maravillosa cuando estoy frente a ti”, dijo la estrella neoyorquina de origen puertorriqueño. “Una vez que le coges el ritmo, dices, ok, ella va a aparecer. Puede que me tome un minuto llegar a ella, pero cuando lo haga dará el 100 (por ciento)”.

Espera que la gente encuentre inspiración y esperanza en “Second Act”. Una persona que ya está bastante emocionada con el filme es su novio, Alex Rodríguez, quien se identificó con el hecho de sentirse inseguro por no tener un título universitario.

“Él no llegó a ir a la universidad porque se fue a las grandes ligas a los 18 años y siempre extrañó eso”, contó López. “Cuando la vio me dijo, ‘Me sentía incompetente debido a eso’. Es uno de los beisbolistas más grandes de todos los tiempos que ha conseguido algunos de los contratos más grandes, pero no se trata de eso; uno puede sentirse inadecuado al ser comparado con otros debido a su privilegio e inteligencia”.

La misma López solo cursó un año de universidad, pero para ella esa fue una decisión necesaria para arrancar su carrera artística. Aun así, recuerda sentirse insegura y no merecedora de sus primeros éxitos, como cuando se convirtió en la primera actriz latina en recibir un millón de dólares por un papel (“Selena”).

A López no le gusta la palabra “reinvención”, pues ésta implica que uno tiene que ser algo distinto a lo que es. En vez, prefiere “evolución”. Y cree que la industria del cine está cambiando porque las mujeres están forzando a ello.

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