Por Redacción Cultura
Ardón expone en el Espacio Cultural de la Fundación Rozas-Botrán de Paseo Cayalá una serie de obras titulada SINOPSIS, del 5 de diciembre al 10 de enero de 2019. El artista apoya las obras sociales de la Fundación donando parte del monto recaudado a los fondos de la misma. La entrada es libre en los horarios del centro comercial de lunes a domingo.
Conocido como Nathan, Ardón nació en 1988 en la ciudad de Guatemala. De 2006 al 2007 estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla. Trabaja y vive en Guatemala. Desde los 7 años descubre su fascinación por el dibujo y los trazos. Desde entonces, fue reconocido por sus compañeros de aula por esa destreza. A los 18 años decide inscribirse en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en donde se puso en contacto con obra de grandes maestros tanto de su país natal como del mundo, lo que despertó aún más su pasión por el dibujo y la pintura.
Nathan, que así firma sus obras, ha ganado espacio y reconocimiento en el arte guatemalteco gracias a su talento y a la calidad extraordinaria de su trabajo, que ha sido expuesto en las principales galerías del país. La maestría que tiene para dibujar se manifiesta en los temas que lo rondan: aves, nidos y figura humana a lápiz y tinta, principalmente.
El proceso académico detallado es muy importante para el artista, porque tiene que ver con el oficio. Con trazos y pinceladas seguros y firmes pero absolutamente libres, resalta la exactitud de las formas que lo identifican. Como los clásicos, “aspira a obtener una representación clara y distinta de las cosas. Quiere realizar su trabajo racionalmente”. Se somete a una disciplina, pero, a diferencia de aquellos, rara vez limita su propia libertad.
En alguna ocasión, Ardón ha admitido que “ha tenido sus altos y bajos con el tema de la formación académica, pero que lo compensa aprovechando -desde la escuela autodidacta- cada momento para consolidar sus ideas, su trabajo”. Este trabajo diario lo obligado a enfrentar sin mediaciones las condiciones físicas de su experiencia, involucrando los temas que lo apasionan, como dice Juan B. Juárez: “con delicadeza y alta precisión, sin caer en un dibujo literal o ilustrativo.”
Pájaros y nidos son las imágenes que se repiten en su obra. Las complejas enramadas tejidas reviven en nosotros el instinto ¿o la creatividad? del ave, aparentemente ingenua, que construye un refugio seguro para ocultarse en el inmenso volumen de la vida vegetal.
Al observar las impecables líneas y las muy bien aprovechadas manchas de color, el público se contagia de la fascinación que esos elementos ejercen sobre su creador, y se anima a descubrir la poesía contenida en el espacio de los nidos y en el plumaje de sus constructores.