Por Amanda Joffe
Managua,
Agencia (dpa)

Su sonrisa franca y su exuberante melena son un sello personal y sus versos feministas, el legado de una vida dedicada a la literatura. Tras luchar durante décadas contra dictaduras y prejuicios, la reconocida escritora nicaragüense Gioconda Belli cumple 70 años este domingo.

Poeta, novelista, autora de obras como «La mujer habitada», «Sofía de los presagios» y su más reciente novela, «Las fiebres de la memoria», Belli llega a sus primeras siete décadas con una envidiable energía vital que la lleva a viajar por el mundo para recibir premios, asistir a festivales literarios y pasar temporadas con sus hijos y nietos.

«Me gusta decir que soy una mujer que vive una prolongada juventud», expresó al recibir en noviembre pasado en Fráncfort el premio Hermann Kesten, otorgado por la organización de escritores PEN Alemania por su trabajo literario, pero también por su lucha en defensa de la libertad de palabra y los derechos humanos.

Nacida en Managua el 9 de diciembre de 1948, Gioconda Belli es autora de obras traducidas a numerosos idiomas y publicadas en todo el mundo, en las que defiende el derecho a hablar y escribir libremente sobre el amor, los orgasmos, la infidelidad y la menopausia, marcando un antes y un después en la literatura latinoamericana escrita por mujeres.

Pocos imaginan a esta celebridad literaria como una mujer sencilla, a la que interrumpen mientras escribe sus premiadas novelas para decirle que se acabó el aceite o el arroz y que se inspira en un estudio con vista al lago de Managua y un hermoso labrador blanco, «Macondo», dormido a sus pies.

Belli no duda en alentar a los jóvenes talentos, y en las presentaciones de libros tampoco escatima sinceros elogios para sus colegas. En entrevistas y discursos insiste en lo que considera la «revolución pendiente» para Nicaragua y para el mundo, la que a su juicio pasa por «cambiar la relación desigual entre hombres y mujeres». Y no solamente entre ellos, sino en su vinculación con los demás, con la naturaleza y el planeta.

Eso permitiría crear «una sociedad diferente, modificar la manera cómo funciona el mundo laboral, lograr un cambio de actitudes en el cuidado de las personas, de la tierra, de los pueblos… que los ciudadanos nos convirtamos en ‘ciudadanos'», ha dicho convencida.

Cuando en 1972 salió su primer libro de poemas, «Bajo la grama», la novel poeta fue aplaudida, pero también acribillada con críticas feroces a sus versos feministas, cargados de un erotismo desafiante, algo inusual para una sociedad mojigata que no lograba sacudirse la rigidez de la dictadura militar de Anastasio Somoza.

Al igual que a las mejores escritoras latinoamericanas, a Belli le costó abrirse paso en el mundo literario y plantarle cara al machismo aún durante la revolución sandinista, proceso que apoyó apasionadamente tras haber sido parte del movimiento guerrillero y clandestino que derrocó a Somoza en 1979, una militancia que no estuvo exenta de riesgos, persecuciones y destierro.

Un conmovedor relato de aquellos años es el extenso libro de memorias «El país bajo mi piel» (diciembre 2000), que junto con «Waslala» y «El país de las mujeres» conforma una trilogía de historia de Nicaragua en la que la realidad supera a la ficción y donde la poeta seduce magistralmente al lector desde la primera frase.

Años después, defraudada por la derrota electoral y ética de la revolución en 1990, Belli tomaría distancia respecto al Frente Sandinista y a sus principales líderes, incluyendo el entonces ex presidente Daniel Ortega, que volvió al poder en 2007 y a quien ella denuncia ahora desde una nueva trinchera, la resistencia cívica.

Como presidenta de PEN capítulo Nicaragua ha alzado la voz para rechazar lo que hasta hace unos meses llamaba «una dicta-blanda» pero que hoy, tras la muerte de más de 500 personas, 4.000 heridas y casi 600 encarceladas por participar en protestas contra el Gobierno -según las ONG-, califica como «una dictadura cavernaria, de las peores que ha tenido este país».

«Hemos visto a uno de aquellos que lideró la victoria de la revolución sandinista convertirse en un tirano», ha dicho Belli en alusión al ex guerrillero de 73 años, quien fue presidente entre 1985 y 1990 y que ha sido reelegido dos veces desde 2007, en medio de serias denuncias de fraude electoral.

El presidente «se ha perpetuado en el poder. Es un Estado casi monárquico donde sólo mandan él y su esposa», la vicepresidenta Rosario Murillo, afirmó Belli durante un diálogo sobre la crisis de Nicaragua junto a su colega Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017, en la reciente Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Ambos, junto al poeta y sacerdote Ernesto Cardenal y otras conocidas figuras del arte y de la música, mantienen una posición invariablemente crítica hacia Ortega, opción que nuevamente los coloca en situación de riesgo.

Una vida intensa colmada de aventuras, amores y homenajes es la de Gioconda Belli, en la que el atribulado país donde nació y donde vive constituye su razón de ser, al punto de preguntarle en un poema «¿Qué sos, Nicaragua, para dolerme tanto?», u ofrecerle simplemente una canción de cuna, como en estos versos escritos en octubre de 2017:

¿Dónde escondo este país de mi alma
para que nadie más me lo golpee?
Nicaragua herida sangra lodo
por las llagas abiertas de su corazón.

¿Quién te sanará país pequeño?
¿quién te protegerá?
Ahora que hasta los volcanes
doblan la cresta anonadados
y llega el turno de sobar la piel de los ríos
y calmar la fiebre de los lagos.
¿Quién, después de la cólera y el trueno,
te cantará una canción de cuna para apaciguarte
para que volvás a tener fe
y te alcés sobre verdes montañas
a divisar el horizonte?

 

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