Por Werner Herpell
Berlín
Agencia (dpa)

Para muchos fans y expertos musicales, el «White Album» de 1968 es el mejor trabajo de los Beatles. Desde el sonido rockero de «Back In The U.S.S.R.», que abre el disco, hasta la cariñosa canción de cuna «Good Night», este álbum es tan colorido, melodioso, valiente y vanguardista como ninguna otra obra de la legendaria banda británica.

El viernes sale a la venta la reedición de este disco coincidiendo con el 50 aniversario de la publicación de «The Beatles», título oficial del doble LP con una sencilla portada blanca obra del artista Richard Hamilton, que se cumple el 22 de noviembre. Las 30 canciones originales suenan con fuerza en las versiones remasterizadas. También incluye maquetas y grabaciones de estudio eliminadas en CD y vinilo. Estos temas, que en aquel momento estaban adelantadas a su época, siguen fascinando hoy en día.

Las grabaciones muestran a un grupo que, un año después de triunfar con el disco «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band», se encontraba en la cima de su éxito pero también en un delicado equilibrio y sin embargo, sabía generar entusiasmo. Según una extendida teoría, en el «White Album» ya se refleja claramente el final del cuarteto de Liverpool, que acabaría separándose dos años después.

Los comienzos no fueron fáciles. El «verano del amor» (en referencia al tema «Summer of Love») de 1967 se había evaporado, y la búsqueda de sentido común de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr con el gurí indio Maharishi Mahesh Yogi había fracasado. Problemas matrimoniales y con las drogas amenazaban la armonía de los Beatles. Además, el productor George Martin no entendía el nuevo material y se retiró del proyecto, lo que llevó a los cuatro músicos a buscar otros colaboradores en los estudios londinenses de Abbey Road y a invitar a artistas como Eric Clapton y Yoko Ono, musa de Lennon.

«Sí, nos divertimos», recordó sobre aquella época (mayo a octubre de 1968) recientemente McCartney en una entrevista con la revista «Mojo». «No importaba lo que había salido mal antes, quién se había marchado o quién ponía de los nervios a quién: cuando nos juntábamos para tocar, ocurría algo. Así eran los Beatles.»

También Giles Martin, hijo del legendario productor fallecido en 2016 y artífice del sonido de las ediciones de aniversario del grupo, cree que los músicos se pusieron de acuerdo para las grabaciones del «White Album». «La banda trabajaba realmente bien y hasta donde yo sé, el ambiente era magnífico.» Martin asegura que bromeaban y se reían mucho y que no existían enemistades, si bien la llegada de Yoko Ono abrió algunas grietas entre los integrantes.

En 1968, la banda se liberó de la presión de tener que crear cada vez mejores álbumes, destaca el ingeniero de sonido de Abbey Road Ken Scott, que entonces tenía 21 años. «Todo el mundo esperaba de ellos un ‘Sgt. Pepper II’. Pero los Beatles no eran así, querían algo diferente cada vez y eso chocaba a la gente.»

No cuesta imaginar lo sorprendidos y consternados que reaccionaron muchos fans a algunos de los nuevos temas como «Revolution 9», «Helter Skelter» o «Ob-La-Di, Ob-La-Da» tras los éxitos mundiales del «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band».

Pero el «White Album» también incluye algunas de las baladas más bonitas de los Beatles: «Julia», «Dear Prudence», «Martha My Dear», y «While My Guitar Gently Weeps. Otras canciones tienen influencias del folk, blues, country pop, art rock o jazz. Por ello, para Giles Martin este disco hoy en día es «como una pintura de Jackson Pollock, una lluvia de ideas». «Tocaban sin filtros, era un absoluto caos creativo», declaró a la edición alemana de la revista «Rolling Stones».

Quizá tras publicar este trabajo, que enseguida alcanzó el primer puesto en las listas de ventas de todo el mundo, los Beatles deberían haberse dado un respiro de medio año. Los expertos creen que de haberlo hecho, posiblemente la banda habría podido funcionar durante más tiempo. Pero todo el mundo sabe cómo siguió la historia: tras «Yellow Submarine» y «Abbey Road» (ambos de 1969) así como «Let It Be» (1970), los cuatro músicos de Liverpool se separaron.

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