Por JOCELYN NOVECK
NUEVA YORK
Agencia (AP)
Paul Taylor, un gigante de la danza moderna cuyo vasto cuerpo de trabajo ascendió a las alturas vertiginosas y cayó a las profundidades depravadas de la condición humana, falleció. Tenía 88 años.
Taylor murió el miércoles en el Centro Médico Beth Israel en Manhattan, dijo la vocera Lisa Labrado a The Associated Press. La causa del deceso no se supo de inmediato, pero Labrado dijo que Taylor estuvo en cuidados paliativos.
Taylor trabajó hasta bien entrados sus 80, lanzándose a los estudios de su compañía en Manhattan desde su casa en Long Island para coreografiar dos nuevas piezas cada año, y 147 en total.
La Compañía de Danza Paul Taylor es una de las compañías de danza contemporánea más exitosas del mundo, con giras internacionales todo el año y una temporada anual de tres semanas en el Teatro David H. Koch del Lincoln Center. El público a menudo aprecia las puestas más nuevas, pero su pieza más emblemática sigue siendo «Esplanade» de 1975, una explosión de alegría y atletismo en la que los ágiles bailarines de Taylor corren, saltan y se lanzan a los brazos de otros como misiles y hacen volteretas en el piso con desenfreno, al ritmo de dos conciertos de Bach.
La combinación de música clásica especialmente barroca del siglo XVIII con un estilo muy moderno fue uno de los sellos distintivos de Taylor. Pero también fue más lejos con sus decisiones musicales, usando no solo sinfonías y conciertos sino también ragtime, tango, cuartetos y hasta música ambiental. En «Big Bertha» (1970), ubicada en un parque de diversiones, usó música de una máquina de banda adquirida de un museo de St. Louis. «Eso me dio la idea para la danza», dijo. «A menudo uno empieza con una idea y entonces busca la música, pero funciona de ambas maneras».
«Big Bertha», sin embargo, fue más notable por su contenido perturbador, un reflejo de la afición de Taylor por dedicarle igual cantidad de tiempo a las profundidades oscuras de la naturaleza humana. «Bertha» es una criatura robótica de feria. Una familia sana de la década de 1950 una pareja y su hija sale a la divertirse a la feria, pero tras meter monedas en la ranura de Bertha, cae en la depravación; para el final, el padre ha violado y asesinado a su pequeña hija. Incluso una pieza más ligera, «Company B», un conjunto de bailes salerosos como el jitterbug con música de las Andrews Sisters, tiene elementos oscuros: si se mira de cerca, entre las alegres danzas hay jóvenes soldados baleados desplomados en el suelo.
Un mensaje fuerte siempre emanaba del trabajo de Taylor, señaló el cronista de danza Allan Ullrich. «Sabes que siempre está diciendo algo», dijo. «En su lápida debe haber dos palabras: ‘Se comunicaba'».
Paul Belleville Taylor, Jr. nació el 29 de julio de 1930 durante la Gran Depresión. Comenzó su vida en un pueblo a las afueras de Pittsburgh, pero pasó gran parte de su juventud en el área de Washington. En su autobiografía «Private Domain», describió una niñez llena de momentos que pusieron a prueba sus límites: una pelea con la policía luego que él y un amigo robaron un cochecito de bebés de un bazar, o una artimaña en la escuela primaria que incluyó la excavación real de un ataúd.
Estudió pintura en la Universidad de Syracuse y luego se sumó al equipo de natación con el solo fin de obtener una beca. Era más trabajo de lo que anticipaba, pero con sus 1,83 metros (6 pies) y unos brazos con enorme alcance, estaba bien dotado para el deporte.
Esos brazos, balanceándose por el espacio, se convertirían en una parte crucial de su trabajo en la danza. De hecho, el movimiento característico de Taylor luce un poco como el de un nadador de estilo mariposa, aunque hacia arriba.
El deseo de bailar sorprendió al mismo Taylor: en su segundo año, escribió una vez, vivió «algo más fuerte que una comezón… una corazonada innegable … un destello». Le informó a su incrédulo entrenador de natación que dejaba el equipo, para bailar. «No me digas que eres bueno para eso», le respondió. Taylor no pudo, al menos todavía.
Taylor se transfirió a escuela de artes Juilliard en Nueva York, pero primero tomó un curso de danza de verano ahí en el que conoció y aprendió de la gran coreógrafa moderna Martha Graham. Años después, su nombre estaría por siempre ligado al de ella como parte del gran trío de coreógrafos de danza moderna, junto con Merce Cunningham. (Graham murió en 1991, Cunningham en el 2009).
Un año después de graduarse de Juilliard en 1953, Taylor creó su propia compañía.