Miguel Flores
Doctor en Artes y Letras
Cada vez es más frecuente percibir el diseño como una forma de arte. En San José, Costa Rica, ya existe el Museo de Arte Contemporáneo y Diseño. En Guatemala se empieza a tratar el tema desde la época de los setenta, cuando se funda lo que hoy es la Facultad de Arquitectura y Diseño, en la Universidad Rafael Landívar. Gracias a la idea de los arquitectos Claudio Olivares, Augusto Vela y Daniel Borja, Guatemala cuenta con especialistas en la arquitectura (carrera que nace en la Universidad de San Carlos de Guatemala), el diseño gráfico y diseño industrial.
La palabra diseño aparece por primera vez citada por el arquitecto italiano León Bautista Alberti (1404-1472) en el siglo XV. Este afamado arquitecto del Renacimiento decía: “…toda fuerza y regla del diseño consiste en la correcta y exacta adaptación e unión de líneas y ángulos, que componen y forman la cara –fachada– de un edificio (…) llamaremos diseño al firme y gracioso preordenamiento de líneas y ángulos concebidos en la mente e ideados por un ingenioso artista”. Como se aprecia, Alberti desde el siglo XV daba cabida a la manifestación artística, vinculando dos tipos de manifestaciones simbólicas.
La esencia del diseño lo constituyen tres factores que entran en acción al momento de diseñar: el tecnológico –cómo se va a hacer (construir)–, con qué materiales. El factor funcional –para qué va a servir– debe ser fácil de utilizar. Por último, el factor estético; es aquí donde se articula el diseño (de cualquier tipo) con el campo del arte. La unión de estos tres factores da una forma determinada, es decir diseñada. La coherente y balanceada utilización de estos factores da origen al diseño que embelesa.
Hoy en día se habla de diseño arquitectónico, industrial y gráfico… luego se han sumado otros como el diseño de modas. Para la firma Apple sus productos pasan por una depurada concepción de diseño, que hace de sus artefactos, objetos de deseo (claro, para el conocedor). Steve Jobs decía: “El diseño es el alma de todo lo creado por el hombre”.
El buen diseño perdura en el tiempo. Un ejemplo, es el sillón y otomana ideado por Charles Eames en 1950, fabricada por la prestigiosa marca Herman Miller y sueño de todo arquitecto de buena cepa. Lo mismo sucede con el exprimidor de jugo de Philippe Starck, ambos diseñadores alejados varias décadas diseñaron productos que invitan a la contemplación, como el arte.
Ilustraciones
1.
Sillón y otomana (1956) Charles Eames
2.
Exprimidor de jugo (c.1990). Phillipe Starck