Juan Antonio Canel
Escritor

I. Los puntos cardinales de Quiroa
En julio de 2008, en una conversación que tuve con Rocío Quiroa, sobre el video Quiroa, las vidas de un Gato Viejo que la Fundación Mario Monteforte produjo sobre Marco Augusto Quiroa, le comenté que casi olvidaron la vida de escritor de “Gato Viejo”, como se conoció a Marco Augusto Quiroa desde los años 90 y solo tomaron en cuenta su actividad como artista plástico. Y de ese tema derivamos en otros relacionados con Maco. Repasamos sobre lo mucho que se escribió y dijo sobre él como pintor, pero lo poco como escritor, periodista y ser humano extraordinario.
A mí me pareció que ese vacío no permitía reconocer de manera cabal a Marco Augusto Quiroa como artista. Sobre todo porque, quienes lo conocimos de cerca fuimos testigos de cómo la literatura fue su más acendrada pasión; más que la pintura. Lo vi agitado con la premura de varias exposiciones de sus cuadros, que eran inminentes; a pesar de ese apremio, dejaba a un lado las pinturas pendientes de concluir para escribir o leer. O aún para conversar sobre literatura con alguien. No era que desdeñara la pintura, pero la literatura a pesar que le reportaba pocos ingresos respecto a las artes plásticas era para él un asunto pasional. Él mismo, en reiteradas ocasiones, dijo: “La pintura financia a la literatura por el grado de subdesarrollo en que vivimos. Pero en todo el mundo el oficio de escritor es más duro. Yo me doy por satisfecho con los libros que vendo, 40 o 50 cada tres meses. Para una actividad en el CCU1 vendimos 100. Pero lo que gano con vender un centenar de libros, lo gano con un dibujito media carta”.2
En tal sentido Maco fue polígamo porque aunque vivía de la pintura no podía abandonar a la literatura ni al periodismo, ni a la política. A la literatura porque le permitía manifestar su pasión, sentir con hondura a la humanidad y explorar a fondo su sensibilidad artística; cuando hacía literatura, acariciaba las palabras y encontraba una fuente de placer inmensa; quizá por eso era perfeccionista. Cada cuento suyo parecía tallado, primero, en piedra, luego pulido y repulido hasta que quedara bruñido. Al periodismo porque le permitía manifestar su sentir social, protestar contra las injusticias y celebrar la vida. Y a la política porque, a pesar de sus desencantos, siempre abrigó la esperanza que este país un día fuera justo y se convirtiera en un paraíso para la convivencia.
Por otro lado, la redacción de este trabajo responde a una larga relación de amistad en la cual hablamos de literatura, periodismo y otros abundantes etcéteras con Quiroa. Y en esas conversaciones Maco me fue dando las pautas sobre sus intereses y pasiones; sus preocupaciones y alegrías; sus logros y desencantos.
La vida de Quiroa, que comenzó en Chicacao el 7 de mayo de 1937, apuntaba a que él fuera un abogado. Su hermano Jorge lo fue y llegó a ejercer el cargo de magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Y su papá, don Benigno Quiroa Obregón, fue juez de Paz en muchos lugares de Guatemala. También, a Maco se le atravesó la idea y el gusto de ser torero, pero pronto lo declinó. Abandonó el proyecto de llegar a lucir trajes de lentejuelas porque, en los entrenamientos, le tocaba caminar y correr de espaldas y él nunca tuvo condición atlética; en esa época su talante era pilishte; además, un chivo que no llegaba a toro desnutrido le dio un susto con sus incipientes cuernos y lo hizo abandonar, para siempre, ese sueño que lo llevaría a imitar a Manolete, Joselito y otros toreros famosos de esa época.
Como resabio de ese efímero sueño de ser torero, en su lenguaje cotidiano usaba con regularidad términos taurinos como los lances de la chicuelina, la verónica, etc. En sus escritos también; cito como ejemplos sólo estos tres: “Dejaron pasar con dos chicuelinas y un ayudado de pecho al toro bravo de la denuncia publicada por elPeriódico…”;3 este otro: “… sólo ve los toros desde la barrera”. Y: “Como a todo marrano, cerdo o puerco le llega su sábado, el respetable ciudadano que mira los toros desde la barrera, espera y confía que los responsables de estos millonarios desfalcos y robos, fraudes y rapiñas, en cortísimo plazo estén confinados en el sector doce del Preventivo y vestidos con elegante y renovado tacuche color naranja”.4 Además, según el mismo contó, también tuvo fascinación por la economía.
El ir y venir, de un lado para otro de Guatemala, acompañando a su padre ayudó a sembrar la semilla literaria en Marco Augusto. Ese ver y sentir los pueblos de cerca, sin él percibirlo de manera consciente, fue dándole muchos de los insumos que después le serían de enorme utilidad para desempeñarse como uno de los mejores escritores guatemaltecos, como un periodista de primera. Llegó al Congreso de la República, pero fue muy tarde; el cáncer lo sentenció a muerte; de esas resultas apenas pudo alzar su voz
Andar del tingo al tango con su papá fue una bendición para él porque eso le permitió narrar y describir retratos exactos y conmovedores de pueblos y personas; de árboles y pájaros, de amores, odios, esperanzas, frustraciones, etc. Vaya como muestra este retrato que hace de los zanates: “Esos pájaros anónimos sin pedigrí ni títulos nobiliarios de tenor o barítono que pueblan los parques arbolados y ponen alas a la humildad. Dicen los que todo lo saben que no es zanate sino zanata, arrimada compañera y alada sombra del clarinero, ese altanero y aburguesado señorón del huerto, de pico metálico, ojo dorado, clarín agudo y pluma pavonada. Nada que ver con canarios de color amarillo alimonado apareados en prisión para luego vender las crías en cientos de quetzales. Precio fijo. Ni un centavo más ni uno menos. Ni parecido alguno con guardabarrancas y cenzontles presos en cárceles de cañabrava entre canastos y arrempujones de placeras regatonas. Los zanates no tienen más gracia que partir el cielo con sus alas y llenar la copa de los árboles con bullanguera alegría atardecida. Se necesita mucha ternura en el pozo del corazón para amarlos como si valieran algo, como si no fueran los proletarios del cielo, marginados de casas grandes y libros de estampas. Tienen ese tinte a tierra pisoteada, a surco herido, a puzunque de café desteñido por múltiples baños de agua caliente en jarrilla de hojalata. Los campesinos los persiguen con honda de hule canche y bodoque de barro seco porque desentierran los granos del maíz recién sembrado antes que asome el primer cuchillito verde de la milpa”.5 Sin embargo, por ese gusto que sentía por narrar lo rural, algunos que vieron sólo la superficie temática de sus textos, lo calificaron de criollista. El mismo Maco se defiende de esa calificación cuando en una entrevista, Marco Vinicio Mejía le pregunta:
“—¿Te considerás ‘criollista’ en tus cuentos del libro ‘Semana Menor’?6
—Ni en mis cuentos de ‘Semana Menor’ ni en ningún cuento de los que he escrito me considero criollista. Hay una apreciación muy superficial sobre que cuando un tema es ‘criollista’, se le califica como tal, cuando todos sabemos que el criollismo es una etapa superada desde los años treinta. Mis cuentos que tienen como tema problemas de tipo rural están estructurados con una técnica moderna, o sea, yo siento que mis influencias están más cerca de Faulkner o Steinbeck que de Rómulo Gallegos”.
La capacidad suya de ver las cosas, inclusive las más humildes, y retratarlas con hondura poética hasta magnificarlas, fue una de las características que mejor lo hizo sobresalir entre sus colegas. Pocas veces he visto en narradores, entre ellos Asturias, con tanta capacidad para metaforizar lo relatado. Y, como paradoja, no la aprendió en la academia. Le vino de sentir la cotidianidad, de identificarse con lo que lo rodeaba; de percibir y descifrar los ritmos y música que cada elemento de la naturaleza cuelga en el pentagrama de la vida. Además, se nutrió de la magistralidad que aprendió en Asturias para metaforizar de manera tan poética.

1 Centro Cultural Universitario, de la Universidad de San Carlos.
2 Marta Sandoval / Suplemento El Acordeón en elPeriódico / 4-07-2004.
3 Marco Augusto Quiroa, Ladrón que roba a ladrón, publicado en elPeriódico, 15 de julio de 2001.
4 Marco Augusto Quiroa, Secretos de estado, publicado en elPeriódico, 26 de septiembre de 2004.
5 Marco Augusto Quiroa / El poeta de los zanates en elPeriódico / 11-11-2001.
6 Publicado en Tzolkin, Tercera Época, Año III, No. 45, Guatemala, 31 de noviembre de 1985.

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