Lima
Agencia (dpa)

Más de 300 intelectuales peruanos, con el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa a la cabeza, expresaron en una carta publicada en Lima respaldo al Lugar de la Memoria (Lum), museo que registra la violencia vivida en el Perú entre 1980 y 2000.

En la carta, los intelectuales resaltan que el Lum «es ajeno a cualquier apología y exhibe y condena toda forma de violencia», con lo que rechazan las críticas que la derecha radical le lanza a la institución.

«El Lum cumple una función educativa trascendente, además de ser un espacio de reconocimiento y dignificación de las víctimas y de reflexión para todas las personas que lo visitan», agregan.

Los firmantes, como el politólogo Julio Cotler, la historiadora Carmmen McEvoy, el novelista Alonso Cueto, el psicoanalista Jorge Bruce, el escritor Marco Avilés, la experta en arte Natalia Majluf y el periodista de investigación Edmundo Cruz, salieron así al frente a una nueva campaña contra el museo.

El Lum, que documenta los daños causados por los grupos armados ultraizquierdistas Sendero Luminoso y MRTA y los generados por sectores de las Fuerzas Armadas que reprimieron al margen de la ley, quedó en una ocasión en medio de una polémica por una acción del parlamentario Edwin Donayre, general del Ejército en retiro.

Donayre se presentó en el lugar simulando ser un colombiano que había salido de su país por persecución militar y comenzó a hacerle a la guía comentarios muy fuertes contra las fuerzas castrenses.

La guía hizo entonces comentarios de tipo personal contra la represión, lo que sirvió para que Donayre denunciara el caso como apología al terrorismo.

El general halló eco en la derecha radical y en especial en el partido Fuerza Popular (FP), cuyo referente ideológico, Alberto Fujimori, gobernó 10 de esos 20 años. Muchas voces se levantaron entonces por enésima vez para exigir el cierre del museo estatal.

El presidente Martín Vizcarra y la ministra de Cultura, Patricia Balbuena, les dieron razón a los críticos y afirmaron que no se permitirán «apologías», lo que a la vez les generó cuestionamientos de quienes acusan al Gobierno de estar sometido a FP.

En el Lum se reúnen recuerdos y testimonios grabados sobre lo que fueron las dos décadas en las que, según la Comisión de la Verdad, casi 70 mil personas fueron asesinadas por razones políticas.

Aunque el Lum sigue las conclusiones de la Comisión de la Verdad en el sentido de que los grandes responsables fueron los alzados en armas, y en particular Sendero, también rememora los excesos de militares y policías.

Partidos como FP y militares en retiro cuestionan que se señalen los atropellos, pero, para Vargas Llosa y los firmantes, obviar esa parte implicaría caer en negacionismo histórico.

Vargas Llosa y sus compañeros también defienden en la carta al historiador José Carlos Agüero, «cuyos méritos profesionales son innegables». Agüero, considerado uno de los mayores conocedores de lo ocurrió, es resistido porque sus padres fueron senderistas, aunque es explícito en el rechazo a esa organización.

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