Por Fernando Duclos
Santiago de Chile
Agencia (dpa)

Amante de la literatura, el Papa Francisco suele utilizar referencias a diversos libros y autores en sus mensajes. Y en Chile no fue la excepción: desde que comenzó su visita al país, el sumo pontífice homenajeó con algunas citas a tres de los más reconocidos autores de la nación andina: Gabriela Mistral, Violeta Parra y Pablo Neruda.

En su primera alocución pública el 16 de enero en La Moneda, la sede de gobierno del país, el Papa se refirió a Chile y a su «desenfreno de penínsulas y canales».

La cita proviene de un artículo llamado «Elogio de la Tierra de Chile» que Mistral escribió en 1934 y que describe las principales características del país andino.

Mistral, la primera mujer iberoamericana en recibir el premio Nobel, en 1945, volvió a ser citada por Francisco en ese mismo primer discurso, cuando dijo: «El alma de la chilenía es vocación a ser, esa terca voluntad de existir».

«Esa terca voluntad de existir» es una expresión que utilizó la autora en otro artículo titulado «Breve descripción de Chile», que publicó también en 1934.

En una de sus homilías en Temuco, el pontífice volvió a citar el texto «Elogio de la tierra de Chile» al hablar de los «bosques cuajados de imponentes araucarias», el quinto elogio realizado por Gabriela Mistral a esta tierra chilena.

Otra mujer ilustre de las letras chilenas, y en su caso también de la música, fue Violeta Parra. Su composición «Arauco tiene una pena» también fue evocada por Francisco en el discurso en Temuco.

«Arauco tiene una pena que no la puedo callar: son injusticias de siglos que todos ven aplicar», dice la estrofa de la canción a la que el jerarca católico recurrió en su alocución en el Aeródromo de Maquehue.

El tercer escritor chileno al que el Papa recurrió fue Pablo Neruda, premio Nobel de 1971 y reconocido defensor de la causa comunista en el país sudamericano.

En la misa que ofició en el Parque O’Higgins, Santiago de Chile, Francisco explicó que la esperanza «es el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa».

La cita se enmarca en la novela «El habitante y su esperanza», que Neruda escribió en 1926. Dice textualmente: «El hombre es el habitante, el actor y asistente de la propia catástrofe, y la esperanza es el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa.

No todos los autores citados por el Papa en lo que va de visita a Chile fueron chilenos. En el discurso que dio en el Centro Penitenciario Femenino de Santiago, el pontífice se animó a cantar también un tango de un compatriota argentino.

«Dale que va, dale nomás, que allá en el horno nos vamos a encontrar», entonó Francisco la música de «Cambalache», composición escrita en 1934 por Enrique Santos Discépolo.

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