Por Herman Grech y Annette Reuther
La Valeta
Agencia (dpa)

La capital más pequeña de Europa, con sus apenas 6 mil habitantes, es desde 1980 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sus gruesas murallas, con sus cañones apostados, le confieren un sabor histórico que la ha transformado en escenario de numerosas películas de Hollywood. No es de extrañar que el turismo florezca desde hace años, pero éste será especial: mañana, la ciudad inaugura su año como Capital Europea de la Cultura.

Según promete el responsable de organización, Jason Micallef, «La Valeta 2018» será «la mayor fiesta» que jamás haya visto la ciudad. Para su apertura se esperan unas 100 mil personas, todo un hito en un país que apenas suma 450 mil almas. Los actos del año cultural traspasarán, además, los límites geográficos de La Valeta para extenderse por toda la isla de Malta.

A Malta le hacían falta buenas noticias. Desde el asesinato de la bloguera crítica con el Gobierno Daphne Caruana Galizia, el pasado octubre, el país se encuentra sumido en una profunda crisis. Además, sobre el Estado más pequeño de la UE se ciernen los nubarrones de la corrupción, y su fama de paraíso fiscal no contribuye precisamente a fomentar una imagen positiva. Por eso, «La Valeta 2018» busca que el arte y la cultura pasen al primer plano.

Hasta ahora, la ciudad que comparte con la holandesa Leeuwarden el título de Capital Europea de la Cultura no estaba considerada precisamente un lugar para la creatividad. Aunque el afamado arquitecto Renzo Piano sustituyó la antigua puerta de la ciudad por dos imponentes bloques de hormigón, diseñó el nuevo edificio del Parlamento y transformó la ópera, destrozada durante la Segunda Guerra Mundial por los bombardeos nazis, en un teatro al aire libre, la arquitectura moderna también tiene sus detractores y por las noches, la ciudad tiene fama de desierta: la vida nocturna se condensa en la vecina Sliema.

Cuando en 2012 La Valeta recibió el título de Capital Europea de la Cultura, las autoridades lo vieron como una gran oportunidad para mostrar su belleza al mundo e insuflarle nueva vida. «Hemos realizado la mayor inversión desde la independencia de Malta, en 1964, para renovar la ciudad», asegura Micallef. Desde 2013, se han destinado más de 50 millones de euros, diez de ellos en el sector de la cultura.

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