Por Barbara Munker
Los Ángeles
Agencia (dpa)

Ha encarnado a dioses, criados y al caníbal más famoso del cine, Hannibal Lecter. El británico Anthony Hopkins es uno de los actores de Hollywood con mayor capacidad de transformación. Y aunque este domingo cumple 80 años no parece estar pensando en la jubilación.

Hace pocas semanas irrumpió en la gran pantalla con barba y parche metálico, convertido en el dios Odín en «Thor: Ragnarok». Y pocos meses antes lo hizo junto a Mark Wahlberg con la película de robots «Transformers: The Last Knight», en la que interpreta a un distinguido noble inglés.

Son un ejemplo más de la habilidad camaleónica de Hopkins. En la epopeya biblíca «Noé» se transformó en Matusalén y en «Hitchock» encarnó al maestro del cine de suspenso. Con papada, calva y kilos de más, su similitud a la imagen del director durante el rodaje de «Psicosis» es casi estremecedora.

Los papeles inquietantes siempre se le han dado bien. Su trabajo como psicópata Hannibal Lecter en «The Silence of the Lambs» le valió el Óscar a mejor actor en 1992, aunque sólo aparece 16 minutos en pantalla. El duelo psicológico y verbal entre el caníbal y la agente del FBI interpretada por Jodie Foster es ya historia del cine.

Se le considera una leyenda, pero él atribuye su éxito a la suerte que ha tenido en la vida. Nunca tuvo una gran ambición, contó recientemente a la revista «Men’s Health». «En ocasiones uno llega ante una puerta, tiene suerte y se abre», explicó. «Creo que en la vida uno debe dar lo mejor que tiene, ser amable, generoso, estar dispuesto a ayudar y también pasarlo bien», sentenció.

Hijo de una familia de panaderos de Gales, no lo tuvo fácil para llegar a lo más alto. Capaz de tener una enorme presencia en pantalla con una gestualidad mínima, Hopkins tuvo durante mucho tiempo inseguridades y temores. En la escuela le tomaban por rarito, ya que le gustaba la pintura y el piano. Tras el servicio militar consiguió entrar en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres y se hizo un nombre en el mundo del teatro por amplio registro. En innumerables ocasiones ha estado sobre las tablas como «Rey Lear».

Pero también se le consideraba alguien difícil e imprevisible, que a menudo tuvo enfrentamiento con los directores con los que trabajaba. En las entrevistas habla abiertamente de sus dramas pasados, como sus rupturas sentimentales y la búsqueda de refugio en el alcohol. Desde 2003 está casado con la actriz de origen colombiano Stella Arroyave, en el que es su tercer matrimonio. Tiene pasaporte británico y ciudadanía estadounidense y la mayor parte del tiempo reside en Malibú (California).

Con 78 años se adentró en el mundo de Twitter, donde se presenta a sus 150 mil seguidores como «artista, pintor, compositor y actor de cine, teatro y televisión». «No tengo conocimientos» de pintura, afirma, pero sí una gran pasión por los colores. «Sencillamente pinto. Al hacerlo descubro cosas, pero no analizo nada», cuenta en su web de arte. En «Sobrevivir a Picasso» interpretó a uno de los grandes pintores ante las cámaras.

En sus 50 años de carrera ha rodado más de un centenar de películas para cine y televisión. Fue Adolf Hitler en «El Bunker» (1981), Quasimodo en «El jorobado de Notre Dam» (1982) y el presidente estadounidense Richard Nixon en la versión de Oliver Stone de 1995.

 

 

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