Por Sabine Glaubitz
Lens (Francia)
Agencia (dpa)

La mudanza que tiene entre manos el Louvre recuerda a uno de los capítulos más oscuros de la Historia: a finales de los años 30, en plena Segunda Guerra Mundial, el famoso museo puso a buen recaudo centenares de obras maestras -incluida la «Mona Lisa»- para protegerlas de los nazis. Ahora, el Louvre vuelve a trasladar unas 250 mil piezas, esta vez por temor a la crecida del Sena.

El año pasado, el elevado nivel del río que surca París ya amenazó los tesoros del Louvre, que tuvo que cerrar sus puertas durante varios días. En aquel entonces, 36 mil obras fueron trasladadas desde el sótano a la primera y segunda planta del museo, según cuenta a dpa su director, Jean-Luc Martínez. Y aquello fue una pesadilla, confiesa este historiador hijo y nieto de emigrantes españoles.

El almacenamiento de lienzos y esculturas en Liévin, en el norte de Francia, es una de las mudanzas artísticas más significativas que acomete el país. La localidad, de unos 30 mil habitantes, se sitúa a apenas 600 metros de Lens, donde el Louvre abrió su primera filial en diciembre de 2012. La inauguración del nuevo almacén, cuya construcción arrancó el 8 de diciembre, está prevista para mediados de 2019, y hasta entonces los tesoros del museo se distribuirán entre unos 60 puntos dentro y fuera de París.

El «búnker artístico» estará por tanto listo para el quinto aniversario del Louvre de Lens. Con una superficie de 18.500 metros cuadrados, fue diseñado por el estudio de arquitectura británico Rogers Stirk Harbour + Partners. Visto de lado y desde el aire, se asemeja a unos esquíes, pero por delante recuerda más a la letra U. Se calcula que las obras de este edificio que se funde con el paisaje costarán en torno a los 42 millones de euros (unos 50 millones de dólares).

Según Martínez, Lens/Liévin se convertirá en uno de los centros museísticos más importantes de Europa. No en vano, en este almacén el Louvre no sólo guardará sus tesoros, sino que también realizará aquí las tareas de conservación, investigación y restauración, para las que tiene destinados 1.700 metros cuadrados. La mudanza total, calcula, llevará unos cinco años.

Todas y cada una de las obras trasladadas primero son fotografiadas, registradas, provistas de un código de barras y, por último, cuidadosamente embaladas, explica el director del Louvre. Este trabajo tiene un coste anual de unos dos millones de euros y permite al museo tener una visión de conjunto de sus colecciones. Su objetivo a medio plazo: hacer accesible en un catálogo online las alrededor de 560.000 obras de la colección.

Los costes del «búnker artístico», donde también se almacenarán tesoros rescatados de la milicia Estado Islámico en Irak y Siria, los financiarán entre otros la Unión Europea y el propio museo, que asume la parte principal con más de 30 millones de euros. El dinero procede en parte del Louvre Abu Dabi, que pagó a la institución parisina en torno a 1mil millones de euros por llevar su nombre y recibir sus préstamos.

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