Carlos René García Escobar
Escritor y Antropólogo
Guatemala, país espléndido en sus bellezas naturales, está ubicado en un punto geográfico privilegiado en el planeta. A pesar de los cambios climáticos que están afectando todas las partes de la tierra, el clima guatemalteco, es decir, los climas, obedecen también a esta indiscutible y singular situación.
También puede decirse que, equiparadamente a esta multiforme situación geográfica entre montañas, costas, bocacostas, selvas, bosques, valles, épocas de frío, de lluvia, de temperaturas cálidas intensas y parajes montañosos y fríos, su sociedad también adolece de distintos y variados aspectos sociológicos que han redundado siempre en conflictos sociales de variada índole.
Esto implica su reconocida multiculturalidad puesto que la misma se expresa a la vista a partir de sus hablas (se reconocen más de veinte idiomas y entre ellos el español como lengua franca de estirpe europea ibérica, y el xinca y el garífuna, como idiomas aparte de los otros, los mayas, devenidos estos de un tronco común mesoamericano que es el náhuatl del centro de México).
Además de estas expresiones lingüísticas de origen caracterizatorio mayense, los guatemaltecos se distinguen por vestir una gran variedad de colorida indumentaria que, hasta hace unos dos lustros, otorgaban identidad específica a muchos municipios y pueblos del interior de la República. Este mismo fenómeno ocurría con otras expresiones culturales que aún siguen otorgando esa específica identidad a muchas de sus comunidades, tales como las artesanías, las músicas y danzas tradicionales, los ritos devocionales de espiritualidad maya y popular y lo que sustenta todo esto intangiblemente, como lo son las tradiciones orales, todo ello de cuño sobradamente ancestral.
Este fenómeno cultural, que empieza a ganar cierta carta de interés oficial porque está mostrando que su ejercicio ostenta la producción de valores económicos mediante su explotación turística, más su fuerza de expresión en ámbitos sociales de todo tipo nacional y extranjero, es el objeto principal de este artículo por cuanto es un fenómeno imprescindible en el desarrollo de la vida económica, política, social y cultural de los guatemaltecos.
Los fenómenos culturales mencionados, presentes en una múltiple serie de costumbres tradicionales, conforman una base toral de resistencia cultural en toda América frente a la cultura dominante, representada por todo aquello que devenga directa e indirectamente de los procesos aculturadores, presentes desde las invasiones española, inglesa, y portuguesa, con su cauda de presencia africana, desde el siglo XVI y principios del XVII.
Abya Yala, conocido como el continente americano, sufrió desde esos siglos toda esta bitácora de aculturación según los territorios ocupados y es más, con el paso del tiempo, en esas épocas, experimentó el mestizaje del que ahora, en el siglo XXI, no es posible desprenderse. En este mestizaje se desarrollan las tradiciones que tuvieron su origen primigenio desde las vertientes precolombinas, afroamericanas y europeas.
Así es como es imprescindible reconocer que las purezas de las costumbres precolombinas americanas se vieron en el indiscutible marco de los cambios que se dieron por la fuerza de la imposición cultural ejercida por distintos medios, el legal impuesto, la religión evangelizadora también impuesta, y el inevitable proceso de las relaciones sociales entre los individuos y en las comunidades.
Estas relaciones sociales, inútilmente controladas por gobernadores, alcaldes, sacerdotes, frailes, terratenientes, casatenientes, esclavistas, militares, comerciantes, universitarios, etc. (todos autollamados descendientes de conquistadores), es decir, criollos, y no digamos los españoles peninsulares, son las relaciones que sustentaron desde esas épocas y para siempre, los valores de todo tipo, que ostentan hoy los guatemaltecos.
Es aquí donde, para comprender el fenómeno, se debe hacer las discriminaciones que la ciencia permite y aconseja. A saber:
La sociedad guatemalteca, dentro de sus contradicciones inveteradas, adolece de clases sociales encontradas. Por un lado los oligarcas, pudientes, con todas las ventajas económicas que su clase les genera. Por el otro lado el resto de guatemaltecos entre los clasemedieros, empleados obreros y campesinos y hoy todo tipo de expresiones sociales económicamente en desventaja. Nada nuevo en un país del tercer mundo como el nuestro.
El fenómeno también se manifiesta culturalmente. Y aquí es donde funcionan las ancestralidades. Ambos lados de la moneda clasista poseen sus propias formas de expresión cultural.
La cultura occidental proveniente de la civilización europea prevalece en los pudientes y acomodados, quienes heredaron sus bienes de los despojos realizados en siglos pasados por sus ancestros.
La otra cultura, de orígenes no occidentales, es decir, no europeos, reconocida hoy como cultura tradicional, campesina, empleada (obrera) e indígena, también como afroamericana y mestiza, posee sus bienes, de carácter generalmente intangible, es decir costumbres y tradiciones, pensamiento cosmovisional, más que los tangibles –materiales-, económicos y políticos. Antes poseyó la tierra para vivir de ella y en ella, hoy no. Les fue usurpada impunemente por aquéllos arriba mencionados.
Estos bienes intangibles se reproducen generacionalmente, de siglo a siglo con sus variantes como producto del tránsito epocal y, se manifiestan mayormente en coloridos diseños artesanales, gran variedad de danzas tradicionales, en los todavía reconocibles giros musicales antiguos, particulares técnicas curativas, creencias en historias y consejas de la tradición oral y costumbres y tradiciones rituales provenientes de antiguas prácticas religiosas.
Actualmente, la sociedad guatemalteca asiste a un nuevo mestizaje. El proceso histórico bélico y la globalización contemporánea, ambos en el paso intersecular, han provocado cambios irreversibles en el comportamiento humano y de ello no se escapan sociedades en desventaja general como la de los guatemaltecos.
Sin embargo, la resistencia cultural rebasa estos límites impuestos por el consumo globalizado del libre comercio aunque este domine tangencialmente el devenir de los guatemaltecos.
Allí tenemos que las artesanías guatemaltecas se reconocen en todos los mercados mundialmente conocidos debido a sus particulares diseños de tejidos y coloridas figurativizaciones tanto en sus textiles e indumentaria como en sus cerámicas de barro y arcilla y en sus objetos de madera tallada. Esto es lo más visible en los mercados.
Allí tenemos las expresiones devocionales que representan las danzas tradicionales cimentadas en procesos religiosos de cuño prehispánico mesoamericano y de reverberación de historias antiguas de moros y cristianos. Una combinación danzaria que, de suyo, ofrece en sí, un libro abierto para estudiar los procesos históricos de tres continentes: América, África y Europa.
Implícito se halla aquí el continente asiático. Es en estos ritos devocionales danzarios donde puede encontrarse toda clase de giros musicales provenientes de épocas precolombinas como de épocas medievales europeas y los inconfundibles africanos. La Organología nos muestra toda una gama de instrumentos musicales de orígenes americanos, europeos, asiáticos y africanos. Parte importantísima en este espectro musical lo conforma la Marimba, convertida ya en el instrumento musical patrimonio cultural nacional de los guatemaltecos.
Es decir, con lo expuesto, el más profundo elemento que conforma la discutida identidad nacional de los guatemaltecos se establece en su cultura tradicional, la que proviene de sus estratos desposeídos y que la fuerza del afán por distinguirse ante el mundo, característica de la clase pudiente y sus empresarios comerciantes, mercaderes de lo que sea, utiliza el control que tiene sobre los Media, y, muestra su nacionalismo patriotero, ofreciendo al libre mercado, las “exquisiteces” de la cultura nacional, basándola en lo que dolosamente llaman “folklore guatemalteco”.
Las artesanías populares y tradicionales, las danzas tradicionales, las profundas músicas del pueblo indígena y campesino, mestizo pobre, garífuna y xinca, las tradiciones orales, míticas y rituales, sus devociones religiosas de orden no católico y católico popular, sus creencias curativas, están empezando a adquirir un carácter globalizado, aparte de su peculiar sentido de resistencia, todo lo cual se debe reconocer como signo de los tiempos actuales.
De ahí que este breve artículo conlleve en su título, el apelativo “ancestralidades” pues, considero que lo “ancestral” ha cambiado del sentido profundo que antes tuvo, a un sentido más general, más “popularizado”, como producto de la fuerza globalizadora que han ejercido los distintos Media, (la Educación, el Cine, la Radio, la Televisión, el Cable, el Facebook, de la mano de una naciente industria cultural generalizada y específica), etc.
Guatemala ya no es la misma de hace unos veinte años. Mucho ha cambiado desde que la nueva tecnología mediática impuso nuevos comportamientos en el quehacer humano. El ciclo histórico de quinientos años ha dado ya un giro irreversible hacia una nueva visión y sentimiento de ser humanos comunicados. Las “purezas” dejaron de existir en estos cinco siglos.
El futuro ya está aquí y no lo sentimos.
PRESENTACIÓN
Ofrecemos a usted en la presente edición, el texto del antropólogo guatemalteco, Carlos René García Escobar, titulado: Guatemala en sus ancestralidades. El investigador, conocido por sus estudios sobre la danza guatemalteca, reflexiona sobre la cultura del país y el valor de la multiculturalidad nacional. Repasa la historia y critica el imperialismo hegemónico que amenaza a la sociedad guatemalteca contemporánea.
“Actualmente, la sociedad guatemalteca, dice García Escobar, asiste a un nuevo mestizaje. El proceso histórico bélico y la globalización contemporánea, ambos en el paso intersecular, han provocado cambios irreversibles en el comportamiento humano y de ello no se escapan sociedades en desventaja general como la de los guatemaltecos”.
El Suplemento presenta, además, una interesante reflexión sobre la situación hondureña actual derivada de las elecciones recientes. El análisis, firmado por José Manuel Fajardo, académico e investigador de ese país, fundamentado en las ideas de Kant sobre la estética, realiza un examen original que lo conduce a poner en entredicho el resultado de ese proceso democrático.
“En fin, concluye Fajardo, si bien nunca se puede exigir un proceso electoral perfecto en todos sus detalles, ha sido demasiado evidente para los observadores locales e internacionales, que el actual pecó de exceso de vicios y defectos en la mayor parte de sus niveles y elementos de manejo. Ante tamaño desastre estético, ¿qué solución asoma? Por la falta de confianza suscitada, lo lógico sería invitar a una entidad neutral de carácter foráneo para que examine el proceso, y el material electoral resultante, e indique si es posible determinar un resultado honesto”.
Por lo demás, deseamos que disfrute el contenido presentado por nuestros demás columnistas, Dennis Escobar Galicia, Miguel Flores y Chente Vásquez. Feliz fin de semana y hasta la próxima.