Eduardo Blandón

Mi prima Rachel es un filme de esos catalogados como “rosa”. Un romance evitable si su paladar es demasiado exigente y riguroso, poco tolerante para el típico cine hollywoodense fascinado habitualmente con el entretenimiento. Si es, por el contrario, un tanto más amplio, esta película puede ser para usted.

Durante una hora con cuarenta y seis minutos, la película muestra el drama de un joven huérfano, Philip, que no puede vengar la muerte de su aristócrata benefactor, Ambrose, a causa de un enamoramiento fulminante de la presunta homicida, su prima Rachel. Se dice fácil, pero el aderezo del misterio (la intriga del aparente asesinato) y el romance (el proceso de seducción de Rachel hacia Philip), hacen que el resultado de la puesta en escena sea como mínimo, aceptable.

Para ello contribuye fundamentalmente, Rachel Weisz, (la prima Rachel), quien desempeña una actuación más que aceptable al representar la femme fatale que lleva al borde de la locura al joven ingenuo. La conducta oscilante encarnada por Weisz, entre la maldad y la inocencia, permiten un resultado que no puede sino reconocerse y admitirse como convincente.

Por lo demás, no es noticia nueva. Los cinéfilos saben que la talentosa beldad inglesa, en el 2006 se hizo merecedora de un Oscar a la mejor actriz de reparto. Y los aficionados que la han visto en películas como Ágora (los filósofos seguro se recordarán) y La luz entre los océanos, (The Light Between Oceans), no desconocen la versatilidad de una actriz que mejora con el tiempo.

El resto del reparto cumple con su desempeño en un relato que de todas formas no da para mucho. Sam Claflin, el guapo atormentado por un amor entre lo platónico y lo real, hace lo suyo al representar nuevamente, como lo hizo en Antes de ti (Me before you), al chico enamorado, atrapado por la fantasía y el ensueño.

Más interesante en la puesta de escena es la fotografía, los primeros planos, las locaciones, pero, sobre todo, la adaptación. La producción ha sabido no solo recrear el ambiente de la novela, escrita por la británica Daphne Du Maurier, sino trasladar la historia, para ser vista en el cine. Un reto que ya había superado en su momento Alfred Hitchcock al llevar a la pantalla otras novelas de Du Maurier: Posada Jamaica (1939), Rebeca (1940) y Los pájaros (1963).

Roger Michell, el director de My Cousin Rachel, traduce al lenguaje cinematográfico el drama de la novela que dosifica y engancha en un final impredecible. Asimismo, introduce en el público, la duda sobre la bondad y/o maldad de la protagonista cuya personalidad y conducta es ambigua. El resultado depende, por ello, de las pistas diseminadas a lo largo del filme.

Para una mejor opinión de la propuesta de Michell, los más iniciados en el cine pueden ver la versión de Henry Koster en 1952 (película protagonizada por Olivia de Havilland y Richard Burton) o la miniserie de 1983 representada por Geraldine Chaplin. Ello puede inducir a una conclusión respecto del valor de la novela y la propuesta fílmica.

Para finalizar, nada mejor que conocer la opinión de uno de los protagonistas de la película, en este caso, Sam Claflin, quien en una entrevista reconoció lo increíblemente divertido y satisfactorio que fue explorar el carácter impetuoso de la personalidad del joven enamorado.

“La cosa que realmente me arrastró de él fue su absoluta simplicidad y su doble dimensionalidad. Él es como un niño. Quiero decir, en el sentido que dice lo que quiere y su resolución por conseguirlo. Si no lo obtiene se emberrincha. Pienso que él es único jugando a ser un niño-adulto. Desempeñar el papel fue absolutamente diferente”.

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