Giovany Emanuel Coxolcá Tohom

Canción para Susana
Hoy la recordaré sin el fuego, sin el rastro de la desesperación, sin las veces que se ha vuelto muñeca y se ha quebrado en las calles desoladas, sin la torpeza de la metáfora.
Hoy la recordaré, así, simplemente como la mujer en cuyos ojos alumbra la vida, como la mujer que siembra un clavel y encuentra en la humedad de la tierra la lluvia de ayer
Hoy la recordaré y me recostaré en la suavidad de su nombre, y me encontraré con la claridad de sus ojos: esos que se quedan contemplando el nacimiento de una flor.
Mañana volverán sus pedazos y se encontrarán con el bosquejo de vida que llevo; pero, hoy simplemente quiero pronunciar el nombre de una mujer en cuyos ojos nace una flor y se abre al mar entero
Y solo entonces la noche dejará de ser una sucesión de calaveras.

Detalle mínimo
Más allá de las horas viejas, de los días que se me enroscan al cuello como una plaga de reptiles, hay un ramo de claveles que resiste el paso del tiempo.
Las horas se arrugarán en las manos de un hombre cansado, sin embargo, los pétalos perdurarán.
Ese ramo de claveles tiene la virtud del presente, aunque mis palabras hagan del silencio y de las noches nubladas un acantilado para caer en él como hojas mustias, para perderse entre las horas viejas, ese ramo de claveles justificará mis verbos muertos.
Habrá noches pobladas de claveles y entonces las palabras mutiladas, harapientas y cansadas volverán a florecer entre sus manos y la mías.
Rodaré hacia los caminos que terminan entre barrancos con el tiempo y sus claveles entre mis brazos.
Nuestras manos volverán a la fertilidad de la tierra, sin que importen las horas muertas.

Viejo en el manicomio
Manifestábamos por la vida; pero nunca nos jugamos la vida.
Ellos conocían nuestra debilidad.
Esperaban, pacientemente, la llegada del cansancio.
Ninguno de nosotros tuvo el valor de volverse pólvora, de escuchar la Novena Sinfonía y de ver girar el tambor de una Colt al mismo tiempo.
Ahora me arrastro a lo largo de estos interminables pasillos, y mis palabras se pierden entre la pestilencia de otros como yo.
Gritábamos por la vida, sabiendo que pronto nos quedaríamos roncos y el cansancio pronto nos haría volver a casa.
Ahora, estos ladrillos, estos barrotes, estas jeringas, y esta bata con sangre y mugre son lo que me queda de vida.

Borrador de una carta
Nosotros pasamos por el mundo descubriendo las cosas.
Por ejemplo, recordamos la primera vez que vimos la luna llena y nos preguntamos por qué a veces se apaga y la noche parece quedar vacía.
Cierto es que la luna ha permanecido allí durante miles de años; pero, con nuestra infancia, vuelve a aparecer por vez primera, y el cielo se vuelve un milagro en la noche.
Lo cierto es que estamos de paso por el mundo y bueno es que, mientras caminamos, encontremos una porción de infancia en el bolsillo, o en la cartera, la vida será, entonces, enteramente nuestra.

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