Por Ed Lozano

Me despierto gracias al perreo intenso que la babosa de mi hermana adolescente escucha mientras se baña. Tomo un bus y me voy a trabajar en medio de un congestionamiento infernal acompañado por más sandungueo que el chofer lleva a todo volumen. Llega el fin de semana y vitrineo por los comerciales de la sexta avenida. Cada vez que paso frente a los locales, el reguetón me inunda los oídos, así de cruel es la vida a veces.

Por eso cuando se llevan a cabo eventos como el Beatles Day y un montón de fanáticos salen de sus cuevas para congregarse en un concierto que forma parte de un movimiento a nivel mundial que le hace homenaje a una de las bandas de rock más influyentes del siglo XX, mi fe en la humanidad se renueva.

Siempre había querido ir a un Beatles Day, pero mi ajetreada vida periodística y la constante escasez de plata en mi billetera me había impedido darme el gusto. Este año por fin fui. Tenía altas expectativas y me llené de una especie de euforia. No todos los días una de tus bandas preferidas y parte del soundtrack de tu vida recibe un homenaje. El Beatles Day es lo más cercano a satisfacer esa fantasía de poder verles en vivo.

Debo reconocer que la elección de bandas fue sobresaliente. Los músicos nos sorprendieron con geniales interpretaciones, el sonido estaba muy bien y aunque no faltó uno que otro fallo técnico, la logística se la rifó en relación a los tiempos que tardó cada banda en empezar a tocar.

Quizá lo que no me gustó fue el precio de las cervezas, pero gracias al brazalete de prensa que tenía, abusé de mis privilegios y salí a beber a una tiendita cercana. Regresé más alegre al toque y con contrabando etílico en mi bolsón.

Algo para mejorar: el orden de las bandas y la elección de las canciones

Las bandas «no tan buenas» fueron mezcladas con las más engasadas, se repitieron varias canciones y creo que hay que cuidar esos detalles para que se mantenga la emoción del público y se quede siempre con ganas de más. La participación de cada banda puede ser más breve y dinámica sin repetir rolas. Hacer una buena elección general de temas que lleven a la audiencia de menos a mayor euforia.

Sería chilero que…

Los organizadores deberían colocar una zona rock frente al escenario. Sería chilero que las mesas estuvieran colocadas a los costados, porque la gente VIP que quiera vivir sentada un concierto no necesita estar frente al escenario como sí aquellos a los que nos gusta moshar.

Me hubiera gustado ver objetos de los Beatles, artículos que nos hicieran sentirlos cerca, no sé, quizá sus vestuarios originales usados en algún concierto, videos o algunos de sus instrumentos originales. Sería genial traer algo así como atracción. (Sé que cuesta plata, pero valdría la pena).

Me gustaría que motivaran a los asistentes a vestir trajes de la época para obtener algún descuento en los boletos o algún premio, a lo mejor hay gente que tiene colecciones personales sobre Los Beatles y se podrían exponer. Presentar documentales, diversificar las actividades. Hacer de ese día toda una festividad al estilo de una convención de Star Wars.

Las bandas que más me llegaron y que recomendaría a los amantes de Los Beatles para seguir sus actividades y tener la oportunidad de escucharlos en vivo son Layla Roots (de Xela), One Man Band, que aparte de sonar chilero hicieron una presentación teatralizada con vestuarios espectaculares, además su front man se desenvuelve exageradamente bien con el público, The Rubber Souls, que prendieron a los asistentes con los solos de su guitarrista y su interpretación de Hey Jude, Las Beagirls de Costa Rica, que aparte de ser increíblemente buenas en conjunto, son las únicas centroamericanas que le rinden tributo al cuarteto de Liverpool, y por último pero no menos importante, no pueden faltar Los Bichos, que anunciaron que este año volverán a dar su concierto sinfónico.

Este país necesita de buena música, ojalá este evento crezca cada año más y poco a poco la población empiece a exigir educación musical de calidad en las escuelas públicas, ojalá un día se extingan todos los reguetoneros y se dejen de suicidar los rockeros. Aspiro a mucho lo sé, pero se vale soñar.

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