Por Uli Hesse
Londres
Agencia/dpa
Cuando el domingo Paul McCartney cumpla 75 años, la imagen más reciente que algunos tendrán del ex Beatle será la de osado pirata con rastas de la película «Piratas del Caribe: la venganza de Salazar». Un papel fuera de lo común para el influyente bajista de los «Fab Four», que luchó durante mucho tiempo contra su fama de hombre tierno y fiable frente al poco convencional y esquivo John Lennon.
«John era el limón para el aceite de oliva de Paul», dijo en una ocasión el productor de los Beatles George Martin. Y la banda los necesitaba a ambos, añadió.
McCartney creció en una familia de clase media. Su madre trabajaba como enfermera, mientras que su padre era un comerciante de algodón con ambiciones musicales. «Esas son las raíces de Liverpool. Allí uno no se puede considerar demasiado importante», dijo a la revista de música Rolling Stone. Sin embargo, más tarde aquel anclaje a tierra le ayudaría a criar a sus tres hijos junto a su mujer, Linda, en medio de los excesos y la fama.
El ex Beatle perdió a su madre cuando tenía 14 años. En una entrevista en la BBC 6 Music explicó cómo diez años después se le apareció en sueños y le dijo: «Todo irá bien. Tómatelo con calma. Déjalo estar» («Just let it be»). Así fue cómo se inspiró para escribir el último single de los Beatles, «Let it be», uno de sus mayores éxitos.
«When I’m sixty-four» (cuando tenga 64 años) también fue un sencillo que dio muchas vueltas, según explicó a The Guardian. «Comencé a improvisar con el piano de mi padre cuando tenía 16 años. Era irónico y nunca lo olvidé», dijo refiriéndose a este tema. Más tarde el grupo lo utilizaba como canción de relleno cuando se iba la luz en los conciertos, hasta que acabó en el icónico disco de «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band».
Fue en julio de 1957, hace exactamente 60 años, cuando McCartney conoció John Lennon, quien le invitó a formar parte de su grupo de estudiantes The Quarry Men. Después comenzaron los famosos conciertos en Hamburgo y en el Cavern Club de Liverpool, donde salían al escenario con sus características melenas cortas y sus conjuntados atuendos, y empezaron a aparecer las fans histéricas. Cosecharon un éxito tras otro y en ocasiones vendían más de 100.000 discos en un día.
Sin embargo, también tenían problemas. Lennon y McCartney eran grandes rivales. En una entrevista en la BBC, McCartney describió cómo se sentaban en las camas de los hoteles con sus guitarras acústicas y competían. «Él comenzaba (a tocar) y yo le seguía y nos provocábamos el uno al otro. John era diestro y yo soy zurdo, era como si me mirase en un espejo», explicó.
A mediados de los años 60 dejaron de hacer giras para coquetear con religiones orientales y el LSD. Cuando el manager de los Beatles, Brian Epstein, murió, McCartney se sintió obligado a tomar las riendas. Finalmente abandonó el grupo en 1970. «Mi único plan es convertirme en un adulto», anunció marcando el fin de la legendaria banda.
Entre tanto McCartney se había casado con el amor de su vida, la fotógrafa neoyorquina Linda Eastman, con la que fundó la banda Wings. Aunque el músico siguió luchando contra el alcohol, las drogas y la depresión, cosechó muchos éxitos: su tema para la película de James Bond «Live and Let Die» fue nominado a un Oscar y su oda «Mull of Kintyre» se convirtió en la canción más vendida de su carrera en solitario.
En 1998 murió su mujer de cáncer, algo que le costó mucho superar. En 2002 volvió a casarse con la ex modelo Heather Mills, pero pocos años después iniciaron una guerra pública sobre la que corrieron ríos de tinta y que concluyó con un sonado divorcio que le costó a él unos 32 millones de euros (36 millones de dólares). Actualmente está casado con la acaudalada empresaria Nancy Shevell.
Sin embargo, sigue unido a Mills por su hija común de 13 años, Beatrice, a quien intenta impresionar en vano: «Ok, papá es famoso. Qué aburrimiento». La joven vive la mitad del tiempo con su padre, según contó McCartney a la revista Rolling Stone. «Le hago el desayuno, la llevo al colegio, hablo con los profesores y veo qué tal le va. Cosas normales de padre. Cuando ese tiempo se termina, me subo a un avión, aterrizo en América y soy una estrella del rock», explicó.
El año pasado dijo a la revista que es «impensable y poco probable» seguir hasta los 80 años haciendo giras. Sin embargo, por el momento no parece que se lo vaya a aplicar a sí mismo, pues en julio volverá a los escenarios, primero en Estados Unidos y después en Brasil.
Mi único plan es convertirme en un adulto.
Paul McCartney, anunciando su decisión de separarse de los Beatles.