Por Christiane Oelrich
Basilea
AGENCIA/dpa
La obra de arte como instalación y como experiencia envolvente frente al clásico «formato de salón». La primera modalidad provoca fascinación, la segunda tiene más salida en el mercado. Puede que la tendencia de los grandes formatos esté cambiando la forma de percibir el arte. Una tendencia que aprovecha la feria más importante de arte contemporáneo del mundo, la Art Basel, que vuelve a servir este año del 15 al 18 de junio de marco para el arte XXL.
La Art Basel descubrió hace tiempo la tendencia del arte hacia los grandes formatos, aunque no le dio alas. Desde hace casi 20 años ofrece en su muestra anual una plataforma para estas obras en su sección «Unlimited». En esta ocasión participarán aquí 70 artistas de los 4 mil cuyas obras se expondrán en la feria.
El italiano Francesco Arena muestra en unas vigas de metal colocadas horizontalmente entre paredes justo a 1,57 metros de altura, la altura de sus ojos, tierra procedente de los campos de refugiados de Lampedusa. Así crea un horizonte entre cielo y tierra, promesa y amenaza.
La británica Phyllida Barlow presenta enormes banderas, símbolo de poder y de patriotismo, colocadas tan cerca unas de otras que los visitantes tienen que abrirse paso entre ellas con dificultades.
«Los artistas ven el mundo a través de otra lente, pueden abordar temas de forma más directa que muchos otros», dijo el director de la muestra, Marc Spiegler. Según él, los artistas son más importantes que nunca en los momentos de mayor agitación política.
El escultor alemán Tobias Rehberger participa en la muestra con algo totalmente diferente: una cocina operativa que imita a la primera cocina de módulos del tipo Frankfurt de 1926, pero de porcelana y con una lámpara hecha de cuencos de Ikea. «Siempre me ha interesado la realidad cotidiana», dice Rehberger a dpa explicando que en ella todo es forzosamente más grande.
Sin embargo, se muestra escéptico respecto a la tendencia. «Antes, una escultura grande era la que tenía tamaño natural, hoy esa se considera pequeña» dice. «Claro, un Smart es menos impresionante que uno de 40 toneladas», reconoce. Pero algunas obras le recuerdan a los músculos artificiales de un culturista.
«Esto puede convertirse fácilmente en algo incómodo si uno no confía en que un trabajo sea capaz de tener un efecto por sí solo», apunta.
Karen van den Berg es profesora de Teoría del Arte en la Universidad de Zeppelin. Ella cree que la tendencia hacia los grandes formatos es una «democratización del arte». «Ya no solo se trata de la contemplación íntima de cuadros en formato de salón, sino que el público pueda reunirse y experimentar el arte en conjunto», señala.
Según ella, los museos tienen una nueva función: «Ya no se trata de conservar la tradición de la cultura que forma una identidad, sino de señalar el presente». Los museos son hoy en día un lugar de contemplación colectiva, de unión y donde vivir experiencias.
En todo el mundo se está produciendo un auge de los museos. «Entre 2000 y 2014 se construyeron más museos que en los siglos XIX y XX juntos», indica Artprice, una base de datos online sobre el mercado del arte. Cada año hay 700 nuevos en todo el mundo. Además los museos más famosos están siendo ampliados, como el MoMA de San Francisco y el de Nueva York, y la Tate Modern de Londres.
A ello se añaden las iniciativas privadas. Sheicha Hoor Al Kassimi, del emirato árabe Sharjah, cuenta con una colección de arte contemporáneo única con un presupuesto inmenso. Y en Ucrania, el empresario Viktor Pintshuk fundó el PinchukArtCentre de arte moderno. ¿Es este el mercado del arte de gran formato? ¿Personas muy ricas que se presentan como estetas después de comprarse yates e islas?
«Mientras que 20, 30 o 50 personas se interesan por un cuadro, puede que solo una se interese por una instalación», explica Urs Meile, que dirige galerías en Lucerna y Pekín y representa al artista Ai Weiwei, entre otros. Según reconoce, participar en Unlimited es una buena carta de presentación. «El público conoce al artista y mira qué más hace».
Para el comisario de Unlimited, Gianni Jetzer, esta plataforma «influye en la cultura». «Aquí vienen más personas que a los museos», apunta.
La imagen de los artistas pobres que explotan tercamente su creatividad es pasado. Sin embargo, «la idea de que algo puede ser difícil de vender está ahí», dice Rehberger. «¿Cuáles están más tiempo en los almacenes? Las grandes. Entre el 70 y el 80 por ciento del mercado es para las obras planas», constata.
Su cocina de porcelana está a la venta en Basilea por menos de 200 mil euros. Rehberger podría presentarse a un coleccionista privado que integre su obra en una cocina de verdad. «Estoy a favor de un arte que hace algo más que sentar su culo en un museo», dice citando al artista estadounidense Claes Oldenburg.